En su celebrado ensayo La verdad de las mentiras, Mario Vargas Llosa afirma que "una humanidad sin lecturas, no contaminada de literatura, se parecería mucho a una comunidad de tartamudos y afásicos, aquejada de tremendos problemas de comunicación debido a lo basto y rudimentario de su lenguaje". Y uno, al ver a esos jóvenes granadinos que no sabían quién era Adolfo Suárez piensa que vamos hacia una sociedad afásica, ignorante, estúpida, aborregada cuyos muchachos aspiran a convertirse en personajes televisivos como esos que se sientan en el plató de programas abominables como Mujeres y hombres y viceversa, por mencionar uno de los peores.
Apuesto medio euro a que esos mismos jóvenes que no conocían al expresidente sí saben quién es Alberto Isla. Este hombre es el maromo que anda con Chabelita, la hija de Isabel Pantoja. La pareja acaba de alumbrar a una criatura. Y esta semana, cuando los padres acudieron al hospital para una revisión con el pediatra, unos fotógrafos les siguieron hasta la consulta, casi hasta el interior. El muchacho, que es humano, perdió los nervios y acabó a puñetazos con los paparazzi, como puede verse en el vídeo que sigue.
Las imágenes, desveladas en exclusiva por Sálvame, cómo no, hablan por sí solas. Lo hemos dicho ya unas cuantas veces y lo repetiremos en tantas ocasiones como sea necesario: determinados monstruos televisivos no son culpables de su propia monstruosidad. Son obra y gracia de algunos medios que generan, avivan y utilizan a estos personajes que en un país serio vivirían en el más absoluto de los anonimatos. Aquí, en esta España de hoy, son sobradamente conocidos por cualquier ciudadano que, por el contrario, no conoce la figura de Suárez y, menos aún, el nombre de la mitad de los ministros (aunque viendo al Gobierno actual este desconocimiento es más una virtud que un defecto).
Alguien que cobra por hacer de jurado en un espacio donde todo bicho viviente se disfraza se niega a hacer lo mismo que los concursantes
Pasado este bochornoso incidente, vamos con otro asunto que tiene tela. Esta semana terminó la tercera temporada de Tu cara me suena. Y una vez más Marta Sánchez volvió a liarla. La cantante forma parte del jurado del programa pero se negó a participar en un número musical. Sus compañeros de mesa, Mónica Naranjo, Ángel Llàcer y Carlos Latre, y el presentador del espacio, Manel Fuentes, se disfrazaron de The Beatles y cantaron como pudieron al inicio del espacio. Ella justificó su actitud porque "tengo mucho lío con el disco... y además no gusta que me disfracen de hombre". O sea, alguien que cobra por hacer de jurado en un espacio en el que todo bicho viviente se disfraza e imita a cantantes se niega a hacer aquello mismo por lo que juzga a los concursantes. Absurdo. Que se dedique a cantar y no vuelva, por favor, a hacer algo que no le apetece.
Hablando de apetencias, a los dueños de 13TV no les apetece que en La Sexta se sigan cachondeando de ellos. Así, esta semana la cadena de los obispos ha decidido prohibir a Wyoming que utilice imágenes de sus programas. Sale perdiendo el presentador, que día sí y día también ridiculizaba en El Intermedio a quienes acuden a los platós de 13TV. El caso es que unos y otros se han enzarzado en un cruce de acusaciones que promete alargarse demasiado. En el programa apostaron por tomarse con humor el asunto y encontraron una curiosa fórmula (ver en la imagen inferior a Alfonso Merlos caricaturizado) para burlar la prohibición. Y Sandra Sabatés, copresentadora del espacio censurado, recordó que en una ocasión se llamó "cocainómano" a su compañero en El cascabel. En fin, las censuras nunca son positivas.
El inefable 'Entre todos' lleva ya 150 ediciones y TVE lo celebra con Toñi Moreno y Anne Igartiburu; con suerte, pronto acabará esta pesadilla
Por último, les cuento que esta ha sido una semana de cumpleaños varios. Por un lado, La Sexta ha cumplido ocho años en su trinchera. Felicidades. Por otro, el inefable programa Entre todos lleva ya 150 ediciones pervirtiendo el servicio público en las tardes de TVE. Y la buena de Toñi Moreno lo celebró este viernes junto a Anne Igartiburu. Se agotan las palabras para hablar de este espacio sin precedentes. La cadena pública celebra su buena marcha, pero la audiencia sigue en picado. Lógico. Con suerte, pronto acabará la pesadilla.
PS: Al principio hablábamos de la muerte de Suárez. No sé si saben que en esta profesión periodística repleta de sujetos tan ombliguistas, tan sabihondos, tan ventajistas se ha censurado que la familia del expresidente informase previamente de que se avecinaba el óbito. No estoy de acuerdo. Censuramos siempre que los personajes públicos ocultan información, no son transparentes o eluden las preguntas incómodas. Y para una vez que alguien aporta datos minuto a minuto, facilita el trabajo de la prensa y se abre en canal para contar lo que hay en un momento que no debe ser nada fácil, resulta que tampoco estamos contentos. Algunos no lo estarán nunca, ni siquiera pinchando globos.
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