La borrasca Jana ha permitido aliviar la sequía que empezaba a asolar en España. Tras finalizar el 2024 con las reservas de agua levemente por encima del 50% de su capacidad, las continuas lluvias de los primeros días de marzo han incrementado el nivel hidrológico nacional hasta el 60,9%. No obstante, no es oro todo lo que reluce y todavía hay muchas tareas pendientes para optimizar el sistema.
España dispone de más de 1200 presas -además de presas de menor tamaño-, 374 embalses y más de 750 masas de aguas subterráneas. La capacidad de agua embalsada a nivel nacional es de 56.039 hm3 y, a 10 de marzo de 2025, están siendo utilizados 34.125 hm3 (60,9%), según embalses.net.
Las lluvias de esta última semana han incrementado la capacidad un 2,88%. En comparación con la misma fecha en 2024 -54,74%-, hay un 6,16% más de agua embalsada y un 2,87% más que hace diez años. Estos datos parecen buenas noticias, especialmente para Cataluña, parte de las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir y algunos sistemas en la costa mediterránea que se encontraban en situación de emergencia por sequía a finales de 2025.
Varias personas se protegen de la lluvia con paraguas - Europa Press
La posibilidad de una emergencia por sequía a nivel nacional: ¿cuánto más tiene que llover para evitarla?
Cataluña, que declaró la emergencia por sequía en febrero de 2024 ha vuelto al estado de normalidad o prealerta, según informó la Generalitat. “Todo parece indicar que el periodo de sequía que hemos experimentado en parte de España en los últimos años está llegando a su fin”, comenta a Vozpópuli Lucia De Stefano, profesora de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid.
A pesar de que España ha pasado por largas temporadas de sequía con precipitaciones por debajo de la media histórica, “es muy poco probable que haya una sequía en toda España al mismo tiempo porque la lluvia tiene variación espacial y temporal”, indica De Stefano. Asimismo, remarca que “la severidad de la sequía” depende de la demanda y la disponibilidad de agua que haya en cada territorio.
Lucia De Stefano explica que cada sistema es diferente. “Los territorios que tienen cuencas pequeñas cerca de mar, como es Cataluña o la costa mediterránea de Andalucía, tienen menos capacidad de almacenar agua porque sus ríos son cortos y por tanto que producen caudales menores; o los territorios con mucho regadío en comparación con los recursos que tienen, como por ejemplo la cuenca del Guadalquivir”, argumenta.
En la otra cara de la moneda, Francisco Javier Flores Montoya, vicepresidente de la Sociedad Española de Presas y Embalses (SEPREM), comenta que, “teniendo en cuenta los distintos factores que intervienen en la explotación de los sistemas, es evidente que sí podrían darse situaciones similares en distintos sistemas de explotación”. El vicepresidente de SEPREM explica que, “aunque estadísticamente los sistemas están dimensionados para soportar largas sequías, la próxima podría ser más larga que las prevista”.
Según indica De Stefano, “no se puede decir cuánto más tiene que llover” para que la sequía deje de ser una amenaza. No obstante, “es positivo que llueva, porque la lluvia recarga los acuíferos, llena los embalses, empapa el suelo para el secano y la vegetación en general”.
La construcción de más embalses y presas podría ser una buena opción, pero ya se han hecho en la mayoría de zonas en las que era viable técnica y económicamente. Sin embargo, Flores Montoya insta a que se creen más. “La mayoría de las zonas inundadas o con caudales muy altos se habrían evitado si se hubieran construido embalses que estaban planificados con nombre y apellidos”, declara.
Uso eficiente de los recursos hídricos
Aunque la mayoría de los sistemas ya no están en alerta, “es importante destacar que la sequía meteorológica es algo natural y recurrente”, señala la profesora de Ciencias Geológicas. La escasez de agua es lo que genera un problema en la sociedad, por lo que es esencial gestionarla de manera óptima y hacer un uso y mantenimiento adecuado de los embalses y presas.
Fotografía de un embalse - Europa Press
“No podemos controlar cuándo y cuánto llueve, pero sí podemos planificar cómo actuar cuando llueve menos de la media, contener las demandas de agua también en periodos de precipitación media y cuidar la calidad del agua en todo momento”, dice Lucia De Stefano. “Si el agua está contaminada no podremos usarla para algunos usos o solo podremos hacerlo invirtiendo recursos para mejorar su calidad”, añade.
La Administración Hidráulica se encarga de monitorear y gestionar las presas, garantizando su seguridad y uso adecuado. Sin embargo, “algo que es importante pero difícil de abordar es la gestión de los sedimentos (arena, arcillas, limos) que se almacenan en el fondo de los embalses y que reducen su capacidad de almacenar agua”, comenta De Stefano.
En esta línea, la profesora de la Complutense apunta a una falta de cuidado en la calidad química y ambiental de los ríos y acuíferos y la necesidad de “contener el crecimiento de la demanda de agua en zonas donde ya hay mucha escasez”. “En esos sistemas apenas hay capacidad de aumentar la disponibilidad de agua de manera económica y ambientalmente sostenible”, dice.
Los embalses están “correctamente diseñados y construidos para poder retener y guardar el agua necesitan un adecuado mantenimiento”, indica Francisco Javier Flores Montoya. No obstante, es importante tener en cuenta “la diferente capacidad técnica de los distintos explotadores y que la falta de medios de la Administración Hidráulica no es homogénea a la seguridad proporcionada”.
Flores Montoya, quien ha participado en la construcción de varias presas y ha sido funcionario en la Confederación Hidrográfica del Tajo, afea que “falta mucho por hacer y mejorar como la eficiencia de los sistemas y optimizar mejor los usos del agua”. Ejemplifica con el caso de Cataluña, donde “se acentuó la sequía por haber implantado unos caudales ecológicos muy superiores a lo que habrían llevado los cauces en régimen natural”.
Otra comunidad en la que no se está pudiendo hacer un uso óptimo del agua es en Madrid. “Está soltando agua en zonas donde falta capacidad de embalse que no se ha construido como por ejemplo los ríos Alberche, Jarama y Sorbe”, cuenta Francisco Javier. En contraposición expone a la Cabecera del Tajo, que “tiene capacidad suficiente y no produce avenidas agua abajo”.
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