Sociedad

Bomberos españoles y voluntarios ponen dinero a ‘escote’ para ir a salvar vidas a la isla de Lesbos

Decenas de españoles trabajan desde hace meses en la isla griega donde los refugiados se juegan la vida tras comprar a las mafias barcas para las que se vende el billete a mil euros.

  • Imagen de unos refugiados en la isla de Lesbos.

Fran es un 'hombre rana' andaluz que trabajaba de bombero en un parque de esa comunidad. Lleva ya muchos días de voluntario en Lesbos (Grecia) con su ONG, Proemad Aid. Ha participado en muchos rescates y el cuerpo solidario le pide más. "Quieren que sólo acudamos cuando nos llaman y no cuando veamos peligro", afirma otro de los compañeros destacados en Lesbos. El origen de esta ONG tiene que ver con estas aguas asesinas. Se fundó cuando varios bomberos vieron la imagen del cuerpo sin vida de Aylan, el niño muerto hace meses en un naufragio cuya foto dio la vuelta al mundo. Para colmo, la policía detuvo hace unos días en Lesbos a algunos de sus componentes por no respetar sus reglas del juego. Más de dos millones de refugiados esperan en Turquía poder pasar a la UE, vía Lesbos (Grecia), para llegar a la tierra prometida: Alemania y, en segundo lugar, Inglaterra.

"Es huir o morir y han decidido escapar del infierno. Pero lo que no saben es que este mar es otro infierno que se convierte en una tumba para muchos"

Fran y sus compañeros están en una playa cerca del aeropuerto de Mitiline, en una zona donde han llegado varias lanchas para ayudar en caso de dificultades. Tienen una motora que han traído desde Sevilla, cedida por un ayuntamiento cercano y están dispuestos a salir al mar cuando reciban información de que hay alguien cerca en peligro. Comparten acantilado con un grupo de vascos, también bomberos, y con los componentes de una ambulancia de DYA. "Yo tengo tres hijas y no las metería en esas motoras de plástico si no estuvieran en peligro de muerte. Es huir o morir y han decidido escapar del infierno. Pero lo que no saben es que este mar es otro infierno que se convierte en una tumba para muchos", afirma el bombero Fran.

Ha participado en varios desembarcos y en muchos sucesos en su trabajo. Pero no podrá olvidar su estancia en Lesbos, pues ha sacado a tierra a niñas de la edad de una de sus hijas "y eso te marca". Su ONG ha colaborado en poner a salvo del mar a cientos de personas. Los refugiados compran en grupos de 80 a 100 personas una lancha motora de plástico que se lanza al mar sobrecargada. Pagan por plaza 400 euros si el día es malo y de mil a mil quinientos si es una jornada de sol y calma, como el sábado, cuando murieron ahogadas cuarenta personas, la mayor parte mujeres y niños.

Patrón a la fuerza

Los vendedores dan un curso de 5 minutos al 'capitán' del bote al que señalan dónde puede desembarcar, porque hay grupos de oenegés para ayudarles a llegar hasta la playa, un momento crítico. En algunos casos, el vendedor parte el timón para que el barco vaya directamente a esa playa. Pero si el oleaje mueve la balsa, se produce la catástrofe y la barca va sin rumbo o en dirección a altamar. Si logran atravesar los 6 kilómetros desde Turquía hasta Lesbos, llega el momento más difícil: desembarcar. Si hay oleaje, se produce la tragedia y la barca, con 60 a 80 personas a bordo, se puede estrellar contra un acantilado. Si se acercan a la orilla reciben ayuda de las ONG como Proemad Aid o Proactiva, socorristas de Badalona, que llevan semanas con su barca.

Se acaba el mes más mortífero. Al menos 236 personas han perdido la vida en el mar cuando intentaban llegar a Europa, o lo que es lo mismo, 8 personas al día

Son uno de los pocos grupos que tienen autorización, al igual que los bomberos de Sevilla, para sacar su lancha y colaborar. Pero deben respetar la estúpida ley de que solo se ayuda si hay catástrofe. Tienen dos barcas semirígidas y otro equipo en otra de las islas griegas. Este domingo recordaban en su Facebook sobre Lesbos: "Se acaba el mes más mortífero jamás registrado en esta tragedia humanitaria. Al menos 236 personas han perdido la vida en el mar cuando intentaban llegar a Europa, o lo que es lo mismo, 8 personas al día. Mejor no hacer la multiplicación por los 365 del año. Culpables de nada, pero víctimas de la negligencia de los que ven cifras donde hay personas. Demasiadas infancias robadas".

Llegaron a Lesbos sin ayudas públicas, con 15.000 euros de sus propios bolsillos. Desde entonces, han conseguido ayudar a unas veinte embarcaciones al día en las que llegan un promedio de 50 personas. Si no consiguen más dinero para continuar salvando vidas, se volverán a casa. Muy cerca del Castillo de la capital, Mitilene, hay otro grupo de salvamento de bomberos de Castilla-La Mancha que también han colaborado en algunos rescates. Todos están en comunicación por grupos de Whatsapp, pero falta una coordinación real. 

El sábado en las ONG estaban muy contentos porque vieron que una patrullera griega recogía en el estrecho lanchas con cientos de refugiados y las llevaban a un puerto. Se temían lo mejor: se habían quedado sin trabajo porque las autoridades habían decidido recoger a los más de mil refugiados que atraviesan el estrecho de Lesbos cada día para continuar camino al 'paraíso europeo'. No era así. Simplemente era la resaca de los cuarenta muertos de la madrugada anterior, de la que aún no tenían noticia las ONG. Una vez más, el agua se había tragado a los refugiados por la incompetencia griega, turca y europea, que son incapaces de frenar o encauzar la huida del infierno de las guerras de Asia y Oriente Medio.

"La miseria humana es grande, pero en estos lugares críticos también encuentras lo mejor, la solidaridad del hombre y, entre ellos, muchos españoles"

Además de los bomberos, e incluso de un práctico de puerto, en Lesbos abundan los españoles voluntarios y profesionales en varias ONG conocidas o en organizaciones cooperativas en las que te apuntas en una lista y te encomiendan una tarea. "La miseria humana es grande, pero en estos lugares críticos también encuentras lo mejor, la solidaridad del hombre y, entre ellos, muchos españoles", afirma un veterano cooperante nacional. Hay voluntarios, especialmente los bomberos, que están utilizando sus vacaciones, ponen dinero y hacen turnos de semana en el trabajo y semana en Lesbos para ayudar a sacar a gente del mar.

Una vez recogen del mar a los huidos, grupos organizados en oenegés o las cooperativas de voluntarios, secan a los refugiados. Llegan empapados y con los zapatos para tirar. Les dan nuevo calzado y ropa. Después, unos autobuses de Acnur (Naciones Unidas) les llevan a un campamento situado cerca de la capital. El Gobierno no quiere fotos y prohíbe la entrada de cualquier 'extraño' al campo de Moria, una antigua cárcel en la que están cientos de personas que van a tomar al día siguiente el ferry para llegar a Atenas. Después de inscribirse tras largas colas, ya están dispuestos para continuar su calvario hasta llegar al paraíso alemán, si antes no les cierran alguna frontera… Los que demuestran ser refugiados, pondrán continuar su viaje. Los llamados refugiados económicos, personas que abandonan su país por decisión propia y no por la guerra, tienen una batalla más larga para permanecer en Europa.

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