Cuando crees que lo has visto todo en televisión, siempre aparece algo que te sorprende. Y, normalmente, la sorpresa es desagradable. Resulta que esta semana los jueces de Topchef, encabezados por Alberto Chicote, decidieron expulsar a Carlos Medina, natural de Valencia, tras preparar éste último una paella excesivamente azafranada que, según quienes la probaron, no se hubiera comido ni un perro hambriento tras vagar seis meses por el desierto. Sin duda, en sus plácidos hogares miles de personas celebraron exultantes esta decisión, no tanto por el sabor del plato como por la actitud de este Carlos. Un tipo que, amén de parecer enfadado por naturaleza, no se tomó con demasiada deportividad su derrota.
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Como pueden ver, a Carlos le costó sobremanera asumir su salida. Nada puede objetarse a que un concursante en este tipo de programas sea competitivo o ambicioso. Además, cada uno lleva los fracasos como buenamente puede o sabe. Pero en el caso de este cocinero enfurecido quizás los deseos de ganar son tan irrefrenables, tan ciclópeos, tan brutales que se apoderan de su proceder. Solo hay que ver, como ejemplo, el trato dispensado por este chef de semblante gélido, mentón endurecido y mirada desafíante a su propia madre. Y es que lo mejor de esta edición de Topchef fue, sin duda, la intervención de los familiares de los concursantes, unos como pinches de cocina y otros como jurado que valoró los canelones.
Precisamente Carlos y su madre protagonizaron, minutos antes de la expulsión, el momento más divertido en un programa de cocina. Ahí tienen a nuestro chef enfurecido, quejándose amargamente de la poca ayuda de su progenitora, no demasiado ducha en el arte de los fogones. Y, al mismo tiempo, ella, mujer también de carácter, apostando por unos canelones surrealistas con pretendido sabor a merluza con hinojo. Desesperado él y nerviosa ella, ambos discutiendo sobre la cantidad de hinojo necesaria para que el plato fuera comestible. Desternillante, no se lo pierdan. Por supuesto, el momentazo hinojo sirvió para reír, pero causó, como no podía ser de otra manera, que el cocinero enfurecido pasase al reto final del programa, en el que sus errores con la paella, esos errores y no otra cosa, supusieron su sentencia definitiva (y no asumida).
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Aunque lo más sorprendente de la semana televisiva ha sido, sin duda, la aparición estelar de Fonsi Loaiza. ¿Y quién es este individuo?, se preguntarán ustedes. Un servidor todavía se lo pregunta. El caso es que Fonsi apareció en La Goleada, de 13TV, como presunto representante del círculo de Deportes de Podemos. Si la entrevista prometía emociones fuertes, lo sucedido superó con creces cualquier expectativa. Se trató de un esperpento que nadie en su sano juicio ha podido comprender a estas alturas. El tal Fonsi estuvo unos cuarenta minutos en el programa de tertulia deportiva que conduce Siro López.
La mitad del tiempo versó sobre los motivos de su presencia en plató. ¿Era o no era miembro de Podemos? Parece ser que era solo un aspirante que, contra sus intenciones, nunca ocupará un cargo en el partido de Pablo Iglesias. "Este programa da vergüenza, me mentís y mentís a la audiencia", aseguraba sin que nadie supiera por qué. Después llegó el momento de las propuestas de Fonsi. Los tertulianos, entre alucinados o descojonados, no intervenían demasiado, quizás para no cebarse con un personaje que, como dijo el presentador, parecía el pequeño Nicolás del deporte, puesto que se había colado en la tele, como antes hizo en otros medios, con cierto grado de impostura y sin mucha vergüenza. A mi buen amigo Jorge Bustos, sentado allí y tan atónito como el resto, le bastaron dos minutos para enviar a Fonsi hacia el olvido. "Me inspiras cierta candidez. Tus propuestas son sinceras, pero no son de este mundo". Y punto final.
Para concluir, un clásico: el anuncio del Gordo de Navidad. Ya el año pasado se habló hasta la saciedad de aquel spot inolvidable en el que cantaban Montserrat Caballé, Raphael, Bustamante, Niña Pastori y Marta Sánchez. Este año la polémica consiste en que Jon D. Domínguez, director de fotografía de la maqueta del anuncio, ha denunciado prácticamente un plagio de su idea en un post que ha revolucionado las redes sociales... Aparte de esta controversia, que esperamos se resuelva como corresponda, se pueden decir muchas cosas del spot de 2014. Pero, básicamente, es una obra de extraordinaria belleza, perfecta factura, que genera emoción -lo más importante de cualquier ficción- y que entronca a la perfección con los valores, sentimientos o lo que ustedes quieran que representa este sorteo de Navidad. Sublime. Sobre todo si se compara con el del año pasado. Vean ustedes mismos y juzguen.