Este 1 de enero volvió a celebrarse en Madrid un evento musical masivo en recinto cerrado, el primero de relevancia 14 meses después de que 5 chicas murieran aplastadas en varias avalanchas ocurridas en el Madrid Arena, un espacio del que era responsable el consistorio de Ana Botella y donde se violaron todas las leyes, normas y códigos éticos posibles.
En las semanas anteriores a la fiesta, se disparó el bulo de que Miguel Ángel Flores, principal imputado en el caso, estaba detrás del evento, un extremo negado por activa y por pasiva por la organización, ligada a la fiesta Stardust. Muchos aún recordaban cómo perdieron su dinero en 2012, tras comprar con antelación una entrada de un evento organizado por Flores que finalmente no se celebró.
Por eso, el esfuerzo de comunicación ha sido ímprobo: “Sabemos que todo el mundo va a volver la mirada hacia nosotros e incluso que hay rumores interesados, pero no nos da miedo: una ciudad como Madrid no puede quedarse parada. Tenemos que seguir organizando eventos y trayendo a los mejores artistas electrónicos del mundo, porque España está en ese circuito y la gente lo demanda”, aseguraba a este diario la organizadora Blondie Events varios días antes del día D. El lugar elegido fue el pabellón multiusos de Moralzarzal, espléndido recinto construido en 2005 que parecía creado ‘ad hoc’ para la ocasión y en el que cupieron sin demasiadas apreturas varios miles de personas, con un cumplimiento estricto de la normativa de seguridad.
"Una ciudad como Madrid no puede quedarse parada: tenemos que seguir trayendo a los mejores artistas electrónicos del mundo, porque España está en ese circuito y la gente lo demanda"
El ayuntamiento de este pequeño pueblo de la sierra de Madrid –con el que este periódico no ha conseguido contactar tras varios días de intentarlo sin descanso- necesita ingresos con los que justificar una obra faraónica de tal calibre, con lo que sus vecinos han tenido que apechugar con los conocidos inconvenientes de ser ‘invadidos’ por varios miles de personas, muchas de las cuales practicaron el botellón en sus normalmente tranquilas calles. La organización hablaba de 9.000 en un pueblo de 12.000 habitantes. Puede parecer mucho, y sin duda lo es, pero parece mejor organizar un evento así fuera de una gran ciudad, aunque es probable que los vecinos de Moralzarzal no piensen lo mismo.
Evento musical único
El nombre escogido para este evento fue Madrid Winter Festival y el primer día del año quiso hacer honor a este nombre: brumoso, lluvioso y frío. El cartel, demasiado atractivo como para que un amante de la música electrónica pudiera dejarlo pasar. Una superestrella y tres excelentes comparsas.
La superestrella fue Paul Kalkbrenner. Productor musical venido de Berlín que alcanzó el cénit de la contracultura electrónica con la película ‘Berlin Calling’ (2008) nunca doblada al español –por suerte- que narra el viaje a la locura de un DJ alemán obsesionado con la música. Un film que le lanzó al estrellato entre los 'technoheads' y convirtió en referencia su electrónica pausada e introspectiva.
“Crecí en Berlín, una ciudad que tiene gran influencia en mis creaciones. Cuando el verano se acaba, Berlín se torna lluviosa, y con niebla. Las luces de las farolas reflejadas en esta niebla, toda esta melancolía inspira la mayor parte de mi música”, contaba Kalkbrenner a la BBC hace unos años. Ahora, con un disco posterior al que refleja las aventuras de ‘Berlin Calling’, el alemán dejó satisfechos a los que, como el que escribe, ardían en deseos por paladear su música en directo por primera vez.
El techno introspectivo del berlinés Kalkbrenner supuso el gran momento de la noche: himnos sentimentales para desear a todos un magnífico año 2014
Los excelentes comparsas, todos venidos del frío: los belgas 2 Many DJs, el americano Gaiser -de Detroit, Michigan- y el canadiense Richie Hawtin. Clásicos del rock con una mano de ‘chapa y pintura’ los primeros, techno de elegancia los otros dos. Una bonita oportunidad para disfrutar con la música mientras se compartía con los demás los mejores deseos para este año que acaba de empezar. De todo lo demás, deben ocuparse empresas en las que prime la profesionalidad y el respeto a sus clientes, y apoyadas por unas administraciones que sepan lo que están haciendo.
En este evento, todos echaron el resto. Horas antes del fin de fiesta oficial, cuando emprendíamos el camino a casa, el dispositivo de Guardia Civil colocado a la salida impresionaba: frente a los escasos cuatro policías locales que lidiaron con miles de personas en la infausta fiesta de Halloween, varias decenas de todoterrenos de la Benemérita auguraban una salida controlada y en orden. Otra forma de hacer las cosas es posible: las fiestas multitudinarias se celebran en toda Europa y Estados Unidos, pero para organizarlas es necesario un plus de responsabilidad, observar la ley y cuidar de la integridad física de los asistentes por encima de todo.
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