Las ambulancias del Samur no tuvieron acceso al Madrid Arena durante los momentos más críticos tras la avalancha –pese a tener la central a apenas 400 metros- y algunas de las llamadas de socorro al teléfono de emergencias no fueron tomadas en serio. Estas son las principales conclusiones que se extraen de las grabaciones que ha publicado este jueves el diario ‘El Mundo’ y que recogen las llamadas de auxilio de los amigos de varias de las víctimas en la noche de Halloween.
La desesperación de los supervivientes de la tragedia, conscientes del alcance de las lesiones en sus amigas, contrasta con la frialdad e incluso sorna con la que son tratados por los operarios de la centralita, que en varias ocasiones llegan a sugerir que sus interlocutores han bebido más de la cuenta.
Desde la centralita insisten en que los heridos deben ser llevados “hasta la puerta del Ángel en el paseo de Extremadura”, sin tener en cuenta el caos que reinaba en el recinto en ese momento, con las principales salidas colapsadas por el exceso de aforo.
Un teleoperador sin 'don de palabra'
El operario del Samur que atendió dichas llamadas ha declarado que estaba ahí “prácticamente forzoso, ocupando un puesto que no debería”. En declaraciones a EsRadio, Francisco se ha defendido diciendo que es técnico conductor de ambulancia y que no se expresa bien porque carece del “don de la palabra”.
"Todas las llamadas que entraban del Madrid Arena eran comas etílicos", se justifica Francisco, que afirma que las ambulancias no podían acercarse más al recinto porque “eran zarandeadas y recibidas a botellazos”.
Transcripción de las grabaciones
Esta transcripción reproduce la conversación con una de las amigas de Belén Langdon, víctima mortal del Madrid Arena:
Amiga: “Por favor, hay una chica que se ha desmayado y ha perdido el conocimiento en el Madrid Arena”.
Samur: “Muy bien, pues tendréis que sacarla como podáis porque ahí no podemos entrar".
A: “¿No podéis entrar en la Casa de Campo? Se está muriendo, por favor, vengan ya".
S: “Tranquilizaos, sacarla al paseo de Extremadura con la puerta del Ángel y allí hay ambulancias".
A: (Gritando) "Está bien, la sacamos al paseo de Extremadura, pero por favor, por favor, vengan ya. ¡Viene el Samur al paseo de Extremadura!"
S: “Oye, ¿Me escuchas? ¿Has bebido?".
A: "¡Por favor, Dios mío, por favor! Se ha desmayado porque la han aplastado!".
S: (Con sorna) “Ah, claro, claro. Bueno pues nada, hacer lo que os he dicho que están ahí”.
Otra de las llamadas que recoge el periódico la realizó un amigo de Rocío Oña, la joven de 18 años que falleció poco después en el Hospital Clínico:
Amigo: “Estamos saliendo del sector A, nivel 1. Vamos con la chica en brazos a la superficie del Madrid Arena, estamos saliendo por el Pabellón de Cristal hacia el aparcamiento
Samur: “Sí, ahí hay muchos aparcamientos, ¿eh?”.
A: “A ver…un momento, por favor… ¡Está cerrada la puerta!”.
S: (Condescendiente) “¿Pero por dónde la estáis sacando, a ver?”.
A: “Estamos en la parte subterránea del Madrid Arena, con la seguridad”.
S: “A ver, tenéis que sacarla dirección a la Avenida de Portugal con la Puerta del Ángel, ahí están las ambulancias”.
A: “Pero vayan ustedes a la puerta del Madrid Arena, por favor”.
S: “No podemos entrar de la gente que hay, no se puede entrar”.
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