José Saramago no hubiera imaginado una parábola tan abrasadoramente reveladora, tan brutalmente real, tan críticamente acertada como la crisis del ébola que ahora zarandea a España. El estado de salud de Teresa y la posible epidemia de esta mortífera enfermedad tienen en vilo a todo un país que, preso de su cainismo y su enorme colección de sabihondos, solo discute entre culpar a los políticos o a la enferma o ambos. El propio espejo de la realidad se deforma, incapaz de aguantar este esperpento. Como es lógico, en los últimos días en la televisión no se habla de otra cosa. Y con tantas horas dedicadas al asunto y con la necesidad de informar sobre el último detalle antes que el competidor, es fácil encontrar algunos desmanes tremebundos.
Vaya por delante que la televisión está jugando un papel muy positivo para informar minuto a minuto a los ciudadanos. Y muchos de ellos olvidan que quienes sacian sus legítimas ansias de saber, en la pantalla, el papel o la web, son periodistas. Obviedad que no es baladí recordar en los peores momentos que vive este viejo oficio. Pero este no es momento de hacer aquello que criticaba el señor Lobo en Pulp Fiction. Entre otras cosas porque, amén de grandes aciertos como el programa La otra red que dirige el compañero Javier Ruiz o de la exclusiva que logró Cintora al entrevistar a la auxiliar enferma, se han producido clamorosos errores que ensucian el ejercicio del periodismo en un momento tan importante.
Sí, otra vez debemos hablar de la mujer que esta misma semana denunciaba en 'Lecturas' que hay una campaña contra ella y que también estos días sufrió la irrupción en directo de un animalista con pocos modales
Algunos han caído en el alarmismo, otros han acosado a los afectados, demasiados han frivolizado con este asunto y no pocos han puesto en los platós como tertulianos a personajes que saben tanto del ébola como sabe un servidor o como debe saber Belén Esteban. Pero entre todos los errores, algunos disculpables por las prisas y los miedos, uno se erige como el principal. Y miren que no quisiéramos tener que cebarnos con esta mujer incomprendida. Mariló Montero ha vuelto a hacerlo. Sí, otra vez debemos hablar de la mujer que esta misma semana denunciaba en Lecturas que hay una campaña contra ella y que también estos días sufrió la irrupción en directo de un animalista con pocos modales.
Y es que a la presentadora de La mañana de La 1 se le ocurrió aleccionar a la audiencia sobre cómo ponerse y quitarse unos guantes contaminados con ébola. El vídeo es demoledor. Mariló no es precisamente Rita Haywortth en Gilda. Aquí, mientras, toca insistir en que Mariló se ha generado un personaje y, por ende, un caché que engorda día a día con polémicas desmesuradas en las redes sociales. Ocurre, no obstante, que en este caso resulta necesario denunciar lo que a cualquier espectador inteligente le parecerá una forma de frivolizar con un asunto demasiado serio. También decidieron frivolizar al respecto en la cadena pública de Castilla-La Mancha, al iniciar un programa de debate con una secuencia que, aunque no se lo crean, no es un montaje. Vean ustedes ambas piezas y juzguen.
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Así se quitan los trajes de protección
https://youtube.com/watch?v=D2UOqdXYcjs
En Gran Hermano, entretanto, la cosa va a peor, como cabía esperar. Era ya conocido que quienes acuden a este reality deciden perder su vergüenza y su intimidad en aras del fugaz estrellato televisivo. Los concursantes son simples aspirantes a tertulianos de Sálvame. Es legítimo dejarse llevar y entregarse al entretenimiento, por burdo o prescindible que sea. Pero algunos ya han decidido perder todo asomo de dignidad con tal de ganar minutos de protagonismo, quizás pensando que el paso por este programa acabará por resolverles la vida, como la medicina se la ha resuelto a ese insigne consejero de la Comunidad de Madrid.
¿Una vacante? Metemos a la novia
El caso es que en Telecinco, que se las saben todas, han provocado un terremoto sentimental desgarrador. Un tal Omar andaba liado con una tal Paula. Y cuando quedó una vacante en la casa, ¿qué hizo el programa? Meter en la casa de Guadalix a una tal Lucía, que es la novia del tal Omar. Y así, entre tal y tal, la cadena de Mediaset cosecha grandes audiencias, los tales mencionados alcanzan el éxito que persiguen y triunfa la indignidad. Nihil novum sub sole.
Tampoco es nuevo bajo el sol que en Telecinco reine todo lo relacionado con Isabel Pantoja. Mientras se cuentan los segundos para que la tonadillera entre en prisión, resulta que Sálvame Deluxe invita a Alberto Isla, el antiguo maromo de Chabelita, hija de la cantante. Más carnaza es imposible. Quienes se preocupan de la vida de estos seres están de enhorabuena. Otros solo podemos deprimirnos al mirar la televisión, como nos deprime la crisis del ébola o nos deprimían las añoradas parábolas de Samarago.
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