Decía Miguel de Cervantes que “la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”. Hoy, la creencia del célebre escritor sobre los efectos beneficiosos de la música en las personas está avalada por innumerables estudios nacionales e internacionales y su aplicación tiene carácter científico. En España, la musicoterapia fue introducida en el ámbito académico en la década de los 60 y actualmente ya hay más de 2.000 profesionales formados en la materia, siendo cada vez más numerosas las instituciones y centros hospitalarios que colaboran en la investigación y desarrollo de esta disciplina e incorporan estas técnicas a sus equipos y unidades para contribuir al bienestar de pacientes que sufren trastornos o patologías en el plano educativo, clínico o social.
El musicoterapeuta trabaja en todos aquellos ámbitos en los que la música, aplicada como terapia no farmacológica puede mejorar algún aspecto de la vida de una persona, desde aquellas que presentan dificultades de aprendizaje, problemas de adaptación o trastornos cognitivos a las que han de enfrentarse a una enfermedad degenerativa o algo tan agresivo como el cáncer. Hay mucha literatura científica al respecto y los estudios arrojan buenos resultados de la aplicación de la musicoterapia no sólo en las fases de diagnóstico, fase paliativa y tratamiento, sino también en mujeres supervivientes del cáncer de mama.
Aunque cada vez más centros apuestan por esta especialidad, el número de titulados que ejerce aún es escaso y todavía hay una gran distancia respecto a otros países europeos o EEUU
Coincidiendo con el Día Mundial del Cáncer de Mama, este fin de semana se celebra en Barcelona el V Congreso Nacional de Musicoterapia. Allí, profesionales de distintas áreas han puesto de relieve la importancia de la música como instrumento terapéutico, ya que en los últimos años la formación en musicoterapia ha contribuido al reconocimiento de esta especialidad. Los primeros estudios se impartieron en la Universidad Autónoma de Barcelona y a raíz de ahí fueron siendo cada vez más solicitados, primero desde el ámbito educativo a mediados de los 90 y después en la década pasada desde el ámbito sanitario, campo que se ha abierto enormemente a esta terapia gracias en gran medida a la investigación sobre la materia. Así lo explica a Vozpópuli María Jesús del Olmo, directora del programa de musicoterapia del Hospital de la Paz (Madrid) y una de las expertas que luchan por lograr la regulación de la profesión y el reconocimiento del rigor, las competencias y las habilidades que tiene que tener un musicoterapeuta.
En España, los estudios de musicoterapia consisten en un máster de posgrado al cual pueden acceder profesionales con estudios previos en los campos en los que se va a aplicar, tales como la Pedagogía, Psicología, Terapia Ocupacional, Educación Especial, Geriatría, Enfermería y ámbito sanitario en general, aunque la formación musical y el manejo de los elementos musicales son más importantes que los conocimientos sanitarios, remarca María Jesús del Olmo. En estas áreas cada vez son más quienes apuestan por esta especialidad, sin embargo, el número de titulados que ejerce aún es escaso y todavía hay una gran distancia respecto a otros países europeos o Estados Unidos, donde el estudio de esta disciplina es una licenciatura. Del Olmo, también cofundadora de la fundación Musicoterapia y Salud, reconoce que “nosotros aún no estamos preparados socialmente, pero cuando esté más extendida sí podrá hacerse del estudio de esta terapia toda una carrera universitaria”. Pese a la ventaja de otros países, el nivel de aceptación de esta técnica en España es muy elevado. "En 13 años no me he encontrado con ningún paciente o familiar que rehusara recibirla".
Un estudio del Hospital La Paz ha demostrado que la musicoterapia reduce la ansiedad, la percepción del dolor y la depresión de las pacientes tras la sesión de quimioterapia
No obstante, “el cambio ha sido impresionante”, explica a este diario la psicooncóloga y musicoterapeuta Patricia Martí. Ella lleva 20 años dedicada a esto y trabaja como musicoterapeuta en la Fundació Oncolliga, que desde 2005 ha ofrecido este tipo de tratamiento como un recurso más para sus usuarios. Y la Sanidad Pública, ¿confía en la música para tratar a sus enfermos? “Al tratarse de una terapia complementaria -añade Martí-, hay otras que pueden tener más prioridad pero cada vez es más conocida y está más enraizada” gracias en buena medida a la financiación tanto pública como privada. El Hospital Infantil Miguel Servet, los Hospitales Nisa, el Hospital de la Paz, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, el Hospital de l’Esperança, el Instituto Guttmann, Sanitas Residencial, la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica (UHOP) de HM Montepríncipe o el servicio de Pediatría del Complejo Hospitalario de Toledo, cuentan con estos profesionales para beneficiar a sus pacientes.
Así influye la música en los pacientes
El Hospital Universitario La Paz de Madrid ha realizado recientemente un estudio comparativo en sobre el efecto de una intervención con musicoterapia para mujeres con cáncer de mama durante la sesión de quimioterapia. El estudio, llevado a cabo por la musicoterapeuta Mireia Serra Vila, realizó sesiones musicoterapéuticas en varios ciclos de la quimioterapia. Los objetivos principales del uso de la música como instrumento terapéutico fueron, en mayor medida, relajar, distraer y focalizar, socializar y, finalmente, expresar las emociones de las pacientes. La investigación ha demostrado que, a corto plazo, la ansiedad, el nerviosismo, la percepción del dolor y la depresión de las pacientes se redujo tras la sesión de quimioterapia, y mejoró ciertos síntomas asociados al tratamiento, como es la pérdida de apetito.
El trabajo del musicoterapeuta no solo consiste en mejorar el estado de ánimo del paciente favoreciendo la relajación, sino también en lograr su participación activa
Las terapias pueden ser a nivel individual, pero lo más frecuente es que las sesiones sean grupales, de forma que las asociaciones, fundaciones y hospitales que aplican estas terapias puedan optimizar recursos y llegar a más pacientes. Según comenta a este periódico Martí, en el caso del cáncer de mama, con una elevada tasa de supervivencia, “el objetivo fundamental es ayudar a adaptarse tanto a la enfermedad como al tratamiento de una manera no invasiva mediante la relajación, la reflexión y la expresión de las emociones”.
Sin embargo, el trabajo de los musicoterapeutas al respecto no se limita únicamente a ofrecer un tipo de música determinado para favorecer la relajación de los enfermos de cáncer. Tal y como puntualiza la profesional consultada, “es muy importante el carácter activo y la implicación de la persona”.
Es muy recomendable que los enfermos participen en técnicas de carácter activo como tocar un instrumento de fácil manejo, imitar patrones rítmicos, cantar letras significativas o probar con la composición musical. Todas estas prácticas, explica la musicoterapeuta, “fomentan la creatividad, lo que ayuda a los pacientes aprender a buscar alternativas a los problemas, a desbloquearse y descubrir cosas de las que son capaces”. El estado de ánimo se ve modificado y se traduce en una sensación de bienestar, concluye.
El párkinson es otras de las afecciones que la música ayuda a afrontar. Diversos estudios internacionales han demostrado que la música permite reactivar zonas del cerebro "apagadas" por la enfermedad y se han observado mejoras significativas en personas que escuchan música con frecuencia y que repiten sus estructuras mentalmente mientras desarrollan una actividad motora.
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