Cada hora y cada día sucede. Desaparecidos. En función a los motivos que provocan la desaparición se llegan a computar hasta 60 personas desaparecidas por día, la mayoría por motivos no deseados. En España, según los datos del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) solo en 2023 hubo 15.126 casos, la mayoría, menores de edad.
Tras cada desaparición hay un ecosistema de familiares y allegados que empiezan a lidiar con el dolor y la incertidumbre. Para todas esas personas, lo que se debate este fin de semana en Sevilla es esencial. La capital andaluza acoge la primera conferencia internacional sobre personas desaparecidas en España.
Se trata de un evento sin precedentes que organiza la Fundación Europea por las Personas Desaparecidas, QSDglobal, que dirige el periodista Paco Lobatón. "Es un encuentro de acompañamiento, de cruce de experiencias, porque sea cual sea la causa de desaparición, las consecuencias son muy similares en términos de incertidumbre, de vacío, de desazón", detalla Lobatón.
La cita sirve para la presentación de una Guía de Buenas Prácticas para el Tratamiento Informativo de las Desapariciones que, como destaca Lobatón, quien en los 90 a través del programa ‘Quien Sabe Dónde’ comenzó a investigar estos casos, enmarca bajo dos mandamientos esenciales: los medios "no debe añadir dolor a los familiares ni interferir en el trabajo de las fuerzas del orden”.
La cita tiene además el apellido de encuentro internacional, con contiendas actuales como la ucraniana presentes a través del testimonio y trabajo con desapariciones de Anna Surinyach, experta en crisis humanitarias y cofundadora de la Revista 5W. En la apertura, la madre de un desaparecido en Jalisco, México y directora de la ONG ha dicho “he esperado casi 14 años y aún tengo esperanza de llegar a saber dónde está mi hijo”. Esa desazón continua es el eje de esta conferencia, de hecho, el encuentro ha contado con familiares de desapariciones muy mediáticas, arrancando de hecho con un acto de homenaje a Marta del Castillo.
Gestión del dolor ante la pérdida
Paco Lobatón ha definido a la mezcla de dolor e incertidumbre que provocan las desapariciones como una herida abierta “más dañina que un virus y no se ha inventado vacuna que pueda neutralizarla”.
En España, solo un 5% de los casos permanece sin resolver, a pesar de ello, el impacto emocional es profundo y duradero. Las conferencias ofrecen el abordaje de profesionales en psicología que han profundizado en tema que “no se enseña con la suficiente profundidad”, dice Aída de Vicente, Doctora en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid.
De Vicente junto a Concha Puelles han ofrecido sus indagaciones y experiencias en la gestión de ese dolor, del “día después" a una desaparición. Uno de los falsos mitos que han señalado ambas psicólogas es el “falso mito de la necesidad de cierre”.
“En la primera visita el sicólogo me sugirió hacer un funeral porque mi madre llevaba desaparecida cuatro meses, entonces entendí que ese sicólogo no podía ayudarme”: este ha sido uno de los testimonios compartidos por De Vicente para señalar que el mito del cierre es un error muy persistente en la asistencia sicológica.
No se puede cerrar algo así, no se puede decir adiós a un desaparecido porque, sin cuerpo, sin certezas, la esperanza se convierte en un martilleante dolor. “Sugerir el cierre produce daño a alguien que sufre por una desaparición es un error”, detalla la psicóloga que propone una vía alternativa. “Hay que tratar de aprender a vivir con la ambigüedad de la pérdida”, profundiza.
Esto implica que, cuando hay un desaparecido, no tiene sentido pedirle a un familiar que lo deje estar y que se despida, hay que aprender a “tolerar el dolor, ser capaz de sobrellevar la vida con las preguntas sin respuesta”.
Concha Puelles, psicóloga clínica del Cuerpo Nacional de Policía ha compartido una investigación con los familiares y queridos de desaparecidos en la que constata la existencia de mecanismos para sobrellevar la desaparición.
Puelles comparte dos tendencias, dos fases por las que pasa la mente de un familiar que necesita respuestas, las fases de urgencia y permanencia. En urgencia tienden a aferrarse a cualquier información, ·"por superflua o inverosímil que resulte”, creencias que se integran en la mente de quien nesita certezas para acallar el dolor.
Hay otro grupo de “información importante que sí aplicamos como permanente, como por ejemplo una discusión que tuvo el desaparecido y que el familiar cree que pudo tener algo que ver... suelen ser construcciones más personales que aplicadas a la realidad”. Esas convicciones permanecen más tiempo en la mente de los familiares.
También ha detallado que, en función del rol familiar, se opta por conformar un comportamiento u otro, más tendente a la permanencia o a la urgencia. Llama la atención que en la fase de urgencia permanecen por más tiempo las madres de las personas desaparecidas.
Esto sugiere que cada persona gestiona la ausencia de distinta manera en función a su posición o rol familiar, “no tiene nada que ver con que uno quisiera más o menos a la persona que ha desaparecido”, confirma Puelles.
El ciclo de conferencias redunda en la necesidad de crear equipos de profesionales específicos con una formación adecuada. España, en cualquier caso, es un país avanzado en la materia. Cuenta con herramientas específicas que no existen en otros países europeos, como es la existencia del CNDES, que acumula 295.043 casos desde que inició el conteo específico de desapariciones en 2010 y que mantiene a 6.001 personas sin localizar.
La estadística revela que el 5% de estas desapariciones son involuntarias o forzadas, aunque como remarcan los expertos, la voluntariedad es relativa y difícil de evaluar en contexto de vulnerabilidad. Precisamente, la agenda de Sevilla se centra en los grupos de población más vulnerables como son menores, personas con problemas de salud mental (depresiones, esquizofrenias, autismo) o neurodegenerativas como el Alzhéimer.
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