Al salir del metro en Tres Olivos, en el distrito madrileño de Fuencarral, se puede ver la torre de una iglesia. No llama particularmente la atención desde lejos más que por ser una construcción relativamente nueva (no llegará a los cinco años) pero tiene algo que la distingue de otras parroquias de la capital: desde hace casi dos semanas, la parroquia Beata Ana María Mogas acoge el primer economato solidario de Madrid -y tercero de este tipo que se abre en España-, financiado por el banco de inversión francés Natixis en colaboración con Cáritas.
“Natixis como banco se plantea un proyecto solidario en el que participen la entidad y los empleados”, explica el párroco Jorge González a Vozpópuli. La entidad pasó el proyecto a Cáritas, que sugirió abrir un economato solidario y se puso en contacto con Beata Ana María Mogas. El lunes 2 de diciembre, después de meses de planificación, el economato solidario de Tres Olivos abrió sus puertas.
De momento, da servicio a 60 familias a través de cuatro parroquias de la zona de Fuencarral, aunque González cuenta que “la intención es llegar en dos meses a cien familias”. En estas dos semanas de funcionamiento, 35 de esas 60 familias ya han hecho sus compras en este particular establecimiento.
"Aquí tenemos prácticamente de todo"
El aspecto de este espacio no difiere de cualquier pequeño supermercado de barrio: un torniquete de entrada, cestas con ruedas, dos pasillos con los productos ordenados por tipos, un espacio para congelados y otro para refrigerados, un mueble con pañales y alimentos para bebés y una caja en la salida. Y ahora, en plena campaña de Navidad, también turrón, polvorones y otros dulces navideños. “Como el Carrefour, aquí tenemos prácticamente de todo”, bromea el párroco.
La diferencia está principalmente en el precio: 20 céntimos por un litro de leche o un bote de gel de baño, 30 céntimos por una docena de huevos, 40 céntimos por un pack de yogures… Hasta una quinta parte del precio que tienen estos productos en cualquier comercio.
"La intención es llegar en dos meses a cien familias"
Los días de venta (el ‘horario de apertura’ es los lunes de 18.00 a 20.00 horas y los jueves de 11.00 a 13.00 horas) suele haber al menos seis voluntarios trabajando: dos para atender la caja y controlar a la gente que entra, otras dos vigilando y ayudando a los ‘clientes’ y dos más reponiendo y colocando los productos que llegan al almacén. “Por una parte controlan los abusos y, por otra parte, en la medida de lo posible, asesoran un poquito a las familias en el tema de la compra, porque hay familias que no saben hacer la compra”.
Para acceder, las familias pasan primero una evaluación en Cáritas en cualquiera de las cuatro parroquias adscritas a este proyecto. Una vez han pasado el corte, se les da un carnet y se les asignan dos días mensuales de compra, además de un límite mensual de 10 euros por persona, es decir, una familia de cinco miembros podrá gastar hasta 50 euros al mes. Los carnets tienen una validez de tres meses, tiempo en el que se repite la evaluación para comprobar que la familia aún cumple las condiciones para acceder al economato.
Implicación de los empleados de Natixis
Una buena parte de los productos proceden de las distintas campañas de la ‘operación kilo’, pero otros, como los congelados y refrigerados, hay que comprarlos. “Vamos directamente a una empresa que sirve a mayoristas y lo compramos ahí”, explica el párroco. En cuanto a los productos que se pueden encontrar en este economato, están “un poco a la expectativa de lo que la gente vaya demandando”.
Para hacer estas compras, y la financiación que ha necesitado el proyecto, los fondos proceden de Natixis, especialmente de sus empleados. “Una buena parte de lo que da el banco sale de la nómina de sus empleados, directamente todos los meses”, cuenta González.
Esta implicación de los trabajadores de la entidad es muy valorada en el proyecto, “es más, hay algún empleado del banco que viene a ayudar y el director general (Carlos Perelló) se viene por aquí alguna tarde a ver cómo estamos”.
Cubrir la demanda de productos básicos
“Desde hace cinco o seis años, estamos descubriendo una enorme demanda de alimentos básicos”, señala Jorge González, que lo traduce a cifras: “Durante los tres últimos años hemos estado repartiendo entre 15.000 y 20.000 kilos de comida al año”, procedentes de donaciones y ‘operaciones kilo’. Tras la apertura del economato, “la idea es repartir tanto, o aproximado, pero con este sistema”.
"Una buena parte de lo que da el banco sale de la nómina de sus empleados"
¿Cuál es la diferencia del economato? “Para mí, el economato tiene una palabra clave que es la palabra dignidad. Y lo voy a explicar de una manera muy sencilla: no es igual venir a por limosna que venir a hacer la compra, esa es la diferencia”, señala González. “No es igual venir a que te den limosna que decir ‘yo vengo al economato, hago mi compra, pago lo que sea’. Evidentemente, pago poquito, porque me ayudan, pero yo me administro y pago mi compra”.
Esa dignidad a la que alude el párroco de Beata Ana María Mogas se puede apreciar simplemente echando un vistazo al local: muebles nuevos, cestas nuevas y un aspecto, aunque austero, cuidado y limpio. “Cuando estábamos preparando esto, mucha gente me decía que por qué no comprábamos muebles de segunda mano”, comenta, y añade que rechazó esta idea precisamente por ese trato de dignidad que quieren dar a las familias que acudan a hacer sus compras. “Tienen que ser cosas nuevas, que estén bien hechas y estén bien montadas”.
Otra ventaja: “yo creo que lo que se nos regala no lo valoramos y el tener que buscar dos, tres, cuatro… los euros que sea para hacer la compra, también ayuda a moverse un poquito, a no tirarse a la bartola y ser consciente de que tengo que hacer algo por mi cuenta”.
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