"Yo maté más o menos a 250 personas", dice con frialdad Jhon Jairo Velásquez, alias "Popeye". Después de cumplir una condena de más de 23 años, el ex jefe de sicarios del extinto narcotraficante Pablo Escobar asegura haber conocido la verdadera felicidad, lejos de las drogas, la ambición y la muerte.
Mientras se toma un zumo de naranja recién exprimido en un restaurante de Medellín, "J.J.", como también es conocido, recuerda los años de guerra entre la mafia y el Estado colombiano, cuando su "patrón", Escobar, lideraba el cartel de cocaína más grande del mundo que operó en los años 80 y principios de los 90.
"¡Cuando conocí a Escobar era como haber visto a Dios!, yo era muy joven y aprendí a matar profesionalmente", dice sin remordimiento "Popeye", tras tomarse una fotografía con una mujer que le pide emocionada la instantánea, como si se tratara de una celebridad. Tras abrazarla varias veces para conseguir la mejor toma y dejando ver los tatuajes de sus brazos que dicen "El general de la mafia", Velásquez admite que el miedo a asesinar se va después de la primera víctima.
"Dos tiros en la cabeza y aseguras la muerte. Un asesino profesional como yo siempre dispara con revólver, porque te llevas las vainillas (casquillos)", sostiene "Popeye". A sus 54 años, "el general de la mafia" habla fluidamente de política, corrupción, narcotráfico y violaciones de los derechos humanos, además de contar sus proyectos editoriales, televisivos y cinematográficos.
Legalización de la cocaína como solución al narcotráfico
En su opinión, la solución a la problemática del narcotráfico, negocio que hace tres décadas le generó a él y a su jefe millonarias ganancias, está en la legalización de la cocaína. "Mientras no se legalice la cocaína, aquí no hay nada", manifiesta el "ex bandido", como él mismo se denomina. Además, considera que la paz alcanzada por el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC es una farsa y "una entrega del país a la guerrilla".
"No es que esté en contra de la paz, estoy en contra del acuerdo y del Premio Nobel de la Paz que los noruegos le dieron a Santos", explica eufóricamente al afirmar que "el trabajo que hizo (el ex presidente) Álvaro Uribe (2002-2010) de limpiar Colombia, lo borró Santos el traidor".
"Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) nunca podrían llegar al poder por la vía militar porque las fuerzas militares colombianas son las más poderosas en el mundo", sostiene Velásquez, quien pretende enfrentar en el Congreso a los jefes de la guerrilla que se sometan a la justicia transicional.
Sin embargo, para "Popeye" la adhesión a esta justicia es imposible debido a que ya pagó una condena por delitos diferentes a los políticos o culposos y, por tal razón, está completamente impedido constitucionalmente para ser elegido para cargos públicos. Al hacer un recuento de su vida y sus más recordados homicidios, como el que cometió en contra de su propia pareja sentimental por orden de Escobar, "Popeye" reconoce que nunca fue tan feliz como ahora.
Después de la cárcel, la felicidad
"Yo después de la cárcel encontré la felicidad en las cosas pequeñas de la vida (...). Yo ya abandoné la ambición, salí pobre de la prisión, pero ahora estoy pidiendo perdón a las víctimas y soy la memoria histórica del cartel de Medellín", dice orgullosamente.
Según él, la salida del calabozo en donde pasó más de una década de su condena fue un choque que por poco no pudo superar. "El cerebro es tan poderoso que me tenía programado para los olores de la cárcel, el encierro y la no socialización". "Cuando salí, me sentí mal y comencé a tener la necesidad de encerrarme, pero mi psicóloga me dijo que debía ir en contra de esos deseos del cerebro para volver a caminar por las calles sin miedos", señala Velásquez.
No obstante, como él mismo reconoce, no ha sufrido rechazo ni maltrato de parte de la sociedad colombiana, que por el contrario lo admira, como se refleja en los comentarios en sus redes sociales y en su canal de YouTube. "Yo soy admirado. Estuve en la tumba del 'patrón', que mantengo arreglada con la colaboración de uno de sus sobrinos, y las personas me piden fotos, autógrafos, me abrazan, me saludan", confiesa entre sonrisas "Popeye".
Contra la corrupción colombiana, Nicolás Maduro y Donald Trump
"Esta es una sociedad enferma, vivimos la violencia pero somos aceptados y admirados porque el Gobierno está lleno de corrupción y de ratas", explica al tocar el tema de la multinacional brasileña Odebrecht y los supuestos aportes de ésta a la campaña presidencial de Santos.
"La verdadera mafia es ésa, la de Odebrecht", asegura Velásquez, quien también habla sobre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el supuesto "narco Estado" de Nicolás Maduro en Venezuela, desde donde, según él, salen aviones cargados de droga a cualquier parte del mundo. "Ojalá Trump construya el muro para que los hermanos mexicanos le hagan los túneles en los que son expertos", dice sarcásticamente al afirmar que la idea del mandatario norteamericano es una "humillación" para México.
El gatillero, que aceptó su responsabilidad en varias de las principales acciones violentas de la banda dirigida por Escobar -causantes de al menos 3.000 muertos-, aconseja enfáticamente a los jóvenes alejarse del delito debido a que éste solo tiene tres salidas: "la cárcel, el hospital o el cementerio". "Vivan honradamente como yo, con disciplina y sin ser perseguidos por nadie", aconseja.
Además, destaca los negocios que ahora lo rodean, sus libros Mi vida como sicario de Pablo Escobar y Sobreviviendo a Pablo Escobar, así como la serie Alias J.J. del canal Caracol que será transmitida también por Netflix, y la película Sicario profesional, que está grabando actualmente.
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