“Todo el mundo guarda algún secreto. Desde los más lujuriosos deseos, hasta algún secretillo, incluso la más estúpida tontería, todos encontramos, en nuestro fuero interno, algún cobijo para lo inconfesable”. Así arranca 'Rouco biografía no autorizada', el ensayo del director de Religión Digital, José Manuel Vidal, sobre la vida del cardenal español Antonio María Rouco Varela.
Lo cuenta todo. Desde una mera anécdota hasta los secretos más ocultos del que fuera durante 12 años el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Secretos tan bien guardados como el de confesión, que en caso de haber sido revelados a otro sacerdote y este los desvelara incurrirían en una excomunión automática. Y más teniendo el cuenta el poder que ha tenido Rouco Varela dentro y fuera de la Iglesia española, ya que el que fuera el hombre de confianza de Juan Pablo II y Benedicto XVI ha impuesto tesis políticas, ha sembrado el miedo entre la comunidad cristiana y ha arremetido sin piedad contra los laicos.
El poder, su gran tentación
La obra, que narra la historia de los últimos 65 años de la Iglesia católica en España, un periodo “con más sombras que luces”, es el retrato de un hombre que “no tiene el carisma y sin embargo, ha marcado toda una época en la Iglesia y, por extensión, en la sociedad española”.
Su alargada sombra por conseguir el poder convirtió a la Iglesia “en un actor político”. Acusado de querer influir en las decisiones de los gobiernos, logró desde el púlpito que la reforma educativa del PP reintrodujese una alternativa obligatoria a la clase de religión y también lanzó dardos contra Educación para la Ciudadanía, a la que tachó de “adoctrinamiento moral”. “La oposición a Zapatero no la hizo el PP, sino Rouco convocando manifestaciones y misas multitudinarias en la plaza de Colón”, explica Vidal.
“Es llamativo el poder que ha conseguido con tan pocas cualidades físicas y psíquicas. Ha tenido mucho interés por destacar, aunque nunca tuvo cualidades para ello”, explica el autor. Su examigo Xosé Chao Rego le define como “un hombre muy depresivo y muy estreñido, de salud precaria, lo cual afecta a la escasa seguridad que tiene de sí mismo, a pesar de aparentar todo lo contrario”. Además, según el libro el cardenal tiene “carácter ciclotímico” y ha sido tratado por depresiones.
Protección total de su intimidad y el disgusto de su sobrina
La biografía no autorizada asegura que el arzobispo emérito de Madrid es muy celoso de su intimidad, tanto es así que vetó hasta en dos ocasiones la publicación de un libro sobre su vida, escrito por el mismo autor que ahora firma el ensayo. ¿Por qué oculta su vida? Puede que sea porque no quiere que se sepa que siempre lleva un peine en el bolsillo o porque en su familia, como en todas y como en su presidencia al frente de la CEE, haya sombras. Pero, ¿cuáles son? Según Vidal, no tiene ningún gran secreto que ocultar, pero sí trata de tapar aquello que no le gusta.
'Tucho', tal y como es conocido en su Villalba natal perdió a sus padres siendo muy joven y puede que sea por eso por lo que “siempre mostró cierto desapego familiar”. En la actualidad mantiene mucha relación con su hermana Visitación y, según el libro, en casa de ella hay más fotos del cardenal que de sus propios hijos: Inés, enferma de ELA como su abuela materna; Maria José, monja y médico en Malawi que se muestra públicamente a favor del uso del preservativo -lo que no gusta al tío- ;y Alfonso, obispo de Lugo. Pese a las diferencias con la sobrina religiosa, los hermanos Carrasco son sus preferidos.
Si los gallegos son el ojito derecho, los canarios, el izquierdo: uno estuvo preso y la otra no tuvo reparo en posar semidesuda en Interviú para denunciar “la doble moral” de su insigne familiar. “A través de mi tío he descubierto la hipocresía de la Iglesia, que predica una cosa y hace la contraria”, aseguró. Este hecho, “disgustó” entonces al cardenal, pero ya han resuelto sus diferencias.
Otro detalle que ha tratado de que no viera la luz ha sido la historia de sus antepasados curas. Cuando decidió ingresar en el seminario, su madre le preguntó si de verdad tenía vocación, ya que no quería avergonzarse porque su hijo saliera como sus tíos sacerdotes, que eran más aficionados a la bebida que a la Eucaristía.
Traicionó a su mejor amigo y supo reprimir su instinto sexual
“Nunca supo conservar a los amigos, quizá porque los utilizaba mientras le servían”, asegura el autor, que añade que “dejó muchos cadáveres en la cuneta e hirió profundamente a mucha gente. Muchas veces sin saberlo, y otras, creyendo cumplir su misión”. Incluido a su mejor amigo: Chao Rego, a quien hoy debe mucho de lo que ha llegado a ser, ya que este le consiguió las becas para estudiar en Alemania y en Salamanca.
Sin embargo, estos favores parece ser que los ha olvidado, y a su regreso de Munich, -donde “presumía de ser el más avanzado en el clero español”, tuvo contacto con los socialistas de Suresnes y aseguraba que Felipe González “podía ser buen presidente”-, las tornas cambiaron. Chao Rego era progresista y la ideología de Rouco dio un giro de 180 grados y pasó a ser conservador, por lo que decidió obviar a Chao para siempre, incluso durante su obispado en Santiago de Compostela, donde vivían a escasos 50 metros.
Aunque las relaciones entre ambos son inexistentes, Chao Rego le conoce muy bien. “Optó por reprimir su afectividad y lanzarse a hacer carrera para buscar el poder (…) Antonio sublima el instinto sexual, quizá porque no le atrajesen las chicas”, asegura Chao en el libro. “Cuando se domina el apetito sexual, se dispara el irascible, el poder”, matiza Vidal.
Una marcha que no va a ser llorada
La era Rouco ha llegado a su fin. Aunque el papa aceptara el pasado verano su renuncia como arzobispo de Madrid, y ya tenga sucesor, él parece que no la ha asimilado. Se resiste a abandonar el poder: el cardenal 'okupa' titulan los medios, puesto que se ha negado a abandonar el palacio arzobispal. “Le han llamado la atención desde el Vaticano. El papa no quiere que los obispos se instalen en sus palacios, quiere que dejen sus coches y sus chóferes”, explica Vidal, y en el libro añade que a Rouco “siempre le encantó el dinero y gastarlo a espuertas, así como la comodidad”. “Tras la llamada de atención, está viendo la posibilidad de mudarse a un piso en la calle Mayor de Madrid”, apunta el autor.
Los tiempos han cambiado y 25 años distan dos imágenes: las de las iglesias llenas y la de las vacías. El pasado 6 de agosto, 25 años después de que “la estrella” de Rouco “comenzara a brillar”, cerca de 3.000 jóvenes se congregaron para una misa en el monte Do Gozo para conmemorar sus bodas de plata. Nada que ver con los 1,5 millones de jóvenes que asistieron a la JMJ madrileña, cuando el gallego alcanzó su meta más alta: estaba en la rosa papable y su nombre como futuro papa sonaba en todas las quinielas. Sin embargo, ahí quedó todo y nunca logró sentarse en la cátedra de San Pedro.
Rouco se marcha “derrotado desde dentro por el propio papa”. El aire fresco y renovador que llega desde Roma y los signos cada vez más evidentes del cambio de rumbo del Vaticano, no gustan al cardenal español, que ya “no tiene cabida” en la dinámica eclesial.