En plena crisis económica y con el sistema de salud manifiestamente debilitado, los servicios que prestan las clínicas y hospitales universitarios en algunas áreas sanitarias como parte de su programa docente, representan una alternativa a tener en cuenta a la hora de buscar tratamientos al margen del sistema público y los centros privados. El ahorro económico es una de las principales razones que llevan a los usuarios a ponerse en manos de estudiantes en prácticas, pero no la única. La búsqueda de atención especializada, en algunos casos, y la deficiente cobertura que de determinadas especialidades hace la Seguridad Social, también motivan que miles de pacientes recurran cada año a estos futuros profesionales.
El objetivo de estos centros dependientes de universidades de toda España es docente, pero al mismo tiempo realizan un servicio público del que cualquier ciudadano puede hacer uso. Sin ningún género de dudas, una de las áreas más demandadas es la odontología, cuyos centros basan gran parte de su éxito en sus precios, fijados para cubrir los gastos del material utilizado y los propios de mantenimiento. Mientras los tratamientos en las clínicas dentales privadas suelen suponer un importante desembolso, las tarifas que ofrecen las universitarias suelen reducir el presupuesto hasta la mitad. El aspecto económico prima en muchas ocasiones sobre la experiencia profesional y se convierte así en reclamo que inclina la balanza a favor de este tipo de clínicas. Por poner un ejemplo, los 150-220 euros (dependiendo de la pieza) que cobra un odontólogo privado por una endodoncia o los 500 euros que cuesta aproximadamente una prótesis, se convierten en 70-120 euros en el primer caso y 250 euros en el segundo cuando se acude al ámbito universitario.
Las tarifas que ofrecen las clínicas universitarias suelen reducir el presupuesto hasta la mitad
Aunque se tienda a pensar que la crisis ha hecho aumentar la afluencia de pacientes a estos centros, desde la cínica odontológica de la Universidad Complutense aseguran que el número de pacientes a los que atienden se mantiene estable, pero siempre reciben nuevos usuarios, entre 1.500 y 2.000 cada año. Pese a que uno de los problemas que destacan aquellos que conocen estos servicios es el de la lista de espera, el vicedecano del centro madrileño explica que en la clínica odontológica es prácticamente inexistente para nuevos pacientes. “Somos bastante dinámicos y para algunos tratamientos no hay lista de espera. La atención a los clientes es más lenta que en una clínica privada pero es bastante fluida”, comenta. Por el contrario, la clínica de la Universidad de Zaragoza, por ejemplo, tuvo tanto tirón desde el momento de su inauguración en 2010 que el tiempo medio de espera para una consulta es de un año. El día en que la clínica abrió sus puertas se cubrieron las citas de todo el mes.
Otro de los inconvenientes es el tiempo que puede llegar a prolongarse un tratamiento debido a los periodos en los que las clínicas permanecen cerradas, coincidiendo con los periodos no lectivos. Sin embargo, según apunta unos de los responsables del centro de la Complutense, su clínica de postgrado da servicio del 15 de septiembre al 15 de julio, es decir, todo el año salvo la época estival.
Mientras la clínica de la Complutense es relativamente dinámica, la de la Universidad de Zaragoza acumula una lista de espera de un año debido a su demanda
Y es que en la Universidad Complutense existen dos clínicas diferenciadas, entre las cuales cubren prácticamente todos los tratamientos odontológicos, siempre bajo la supervisión de personal docente. En la primera de ellas, la de postgrado, un número reducido de odontólogos licenciados -entre 10 y 15- que cursan su especialización dan una atención más personalizada de forma que la misma persona siempre atiende al mismo paciente. Por otro lado se encuentra la clínica de grado, donde trabajan aproximadamente 100 estudiantes de los dos últimos años por regla general. En esta otra, los alumnos realizan los tratamientos en pareja pero también se procura que sean los mismos estudiantes que han atendido a un paciente los que continúen su seguimiento.
El sistema público de salud cubre todos los tratamientos odontológicos salvo las prótesis, implantología, ortodoncia y estética. Pero los largos periodos de espera provocan que los pacientes se decanten en la mayoría de las ocasiones por las clínicas dentales privadas. Sin embargo, cuando se trata de procesos costosos que implican cirugía, como es el caso de la exodoncia de los cordales incluidos (extracción de las muelas del juicio), que ronda los 600 euros, la Seguridad Social sí es una opción valorada. Algo parecido ocurre en el área de Psicología. La saturación de pacientes que precisan atención psicológica hace que los que tengan prioridad sean los casos más graves y las citas se den cada mucho tiempo, por lo que los tratamientos tienden a prolongarse mucho en el tiempo, con la pérdida de efectividad que eso conlleva. Debido a la falta de financiación necesaria, la Clínica Universitaria de Psicología de la Complutense ya no aplica tarifas reducidas a personal, estudiantes y sus familiares, pero ofrece servicios de diagnóstico, evaluación y terapia a precios equiparables a gabinetes privados.
Veterinaria, mismos precios, atención especializada
Por su parte, los hospitales clínicos veterinarios no suelen presentar tarifas reducidas respecto al mercado, sino que es su oferta de tratamientos específicos la que logra atraer a gran parte de su clientela. Por el Hospital Clínico Veterinario Complutense (HCVC), creado en 1998, pasaron cerca de 4.500 animales (desde perros o gatos hasta caballos, pasando por animales exóticos) y se llevaron a cabo en torno a 18.000 actuaciones clínicas durante el año 2012. Todo ello gracias a un equipo integrado por 65 profesores, 31 veterinarios residentes, 226 alumnos internos y 45 miembros de Personal de Administración y Servicios. La directora del HCVC explicó a Vozpópuli que “lo que oferta este centro es una atención especializada, difícil de encontrar en la mayoría de las clínicas privadas, por lo que la mayoría de los pacientes son remitidos por otros veterinarios para completar diagnósticos y tratamientos concretos”.
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