La semana televisiva se ha centrado en los fichajes en algunos de los programas que más se han analizado en esta pieza irresponsable. Fichajes de altura con los que las cadenas de Mediaset pretenden aumentar más y más, hasta el infinito si es posible, su audiencia. La obsesión permanente del negocio televisivo, ya saben. No cabe duda que los datos de share van a ser mejores para Cuatro y Telecinco gracias a sus flamantes incorporaciones. Cabe preguntarse, sin embargo y sin ganas de parecer un aguafiestas, cuál será el precio que pagarán quienes han decidido reforzar estos espacios. Aunque, bien mirado, quienes pagarán el pato serán, seremos, los consumidores del medio.
La única incorporación televisiva que ya se ha concretado es precisamente la más pertinente y quizá la más fugaz. Nos referimos, como ya imaginarán, al debut en la tele de Olga María Henao, expareja de amor y viajes de José Antonio Monago. Éramos muchos quienes teníamos ganas de ver en pantalla a esta mujer. Más que nada porque le han llovido los improperios, las críticas hirientes y los juicios de valor absurdos. O sea, ha padecido un linchamiento propio del país machista en que residimos. En artículos, tertulias y conversaciones de cafetería. Sin piedad ni decoro algunos. Tengo para mí, incluso, que han sido más, muchísimos más, los comentarios pretendidamente jocosos pero realmente ofensivos sobre ella que las reflexiones serenas y sesudas sobre el verdadero meollo de la cuestión: el presunto uso del dinero público para viajes privados por parte del político. "Me han llamado furcia y cosas peores", explicó en Hable con ellas.
Sus respuestas fueron claras y directas. Sus tesis parecen bastante creíbles. No parecía, aunque esto es imposible saberlo, que en sus palabras hubiera afán de venganza. Cuestión distinta, claro está, es si el mejor programa para explicarse era Hable con ellas. Aunque es fácil imaginar que Olga María aparecerá en otros muchos platós de televisión. De ella depende, por supuesto, elegir si se dedica solo a exponer sus argumentos y a defenderse de las acusaciones gratuitas o si, como algunos se barruntan, acabará por convertirse en un personaje televisivo.
Dos de los elegidos son, al parecer, esa musa de la tele llamada Olvido Hormigos, conocida por aquel vídeo erótico tan consumido como criticado, y Coman, el concursante bien dotado del nudista 'Adán y Eva'
Hablando de personajes televisivos, las incorporaciones más espectaculares tienen que ver con el inminente regreso de Gran Hermano vip. Si no querían sopa, tomen dos tazas. Resulta que, según ha adelantado el portal Vertele, ya se está preparando una edición especial del reality. Y lo que tiene de "especial" es que, como en ocasiones precedentes, los concursantes serán individuos ya conocidos por el gran público. Dos de los elegidos son, al parecer, esa musa de la tele llamada Olvido Hormigos, conocida por aquel vídeo erótico tan consumido como criticado, y Coman, el concursante del nudista Adán y Eva que hace unos días paseó su anaconda precisamente en el citado Hable con ellas. O sea, frikis superlativos, que es lo que quiere beberse el personal, quizás para huir de tanta corrupción de lo presuntamente serio.
Para terminar, last but not least, no podíamos obviar otro fichaje inconmensurable. Como ya habrán leído en Vozpópuli, Isabel Mateos, conocida popularmente como La Pechotes, se incorpora al programa de Cuatro Todo va bien. Y esto sí que es para echarse a temblar, sufridos lectores. El único mérito que se le conoce a esta estudiante de Periodismo es que mantiene una amistad, desconocemos en qué grado, con el travieso Francisco Nicolás. Este es el currículum necesario para triunfar en la televisión hoy día. Ni preparación, ni conocimientos, ni nada por el estilo. Ser amiga de un tipo que se ha hecho célebre tras ser detenido por presunta estafa es suficiente para dar el gran salto a la pantalla. Más dura será la caída, ya verán.
Isabel solo busca la fama, no el ejercicio de este oficio tan dañado, casi moribundo, por culpa de seres como ella y de quienes deciden contratarlos
Y ahora es el momento de hacer un poco de autocrítica. En su momento se denunció en esta página el maltrato sufrido por Isabel con ese burdo mote, según ella inventado por periodistas. La susodicha mostró su indignación por el hecho de que se hubiera utilizado el tamaño de sus pechos para etiquetarla. Quien esto escribe creyó, iluso pese a todo, que Isabel tenía razones de sobra para estar encolerizada por el trato recibido. Pero, viendo que ha elegido el camino corto al utilizar su presencia en los medios para intentar catapultarse a un hipotético estrellato, un servidor estaba equivocado. Isabel solo busca la fama, no el ejercicio de este oficio tan dañado, casi moribundo, por culpa de seres como ella y de quienes deciden contratarlos.
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