Sociedad

Los presos yihadistas en España: riesgo de radicalización y dificultad para sociabilizar

El sindicato mayoritario de funcionarios de prisión, ACAIP, pilota un estudio junto a especialistas universitarios para conocer mejor la tipología de los presos yihadistas en las cárceles españolas. Los primeros análisis de los trabajadores de las cárceles muestran grupos muy cerrados y con poca relación con el entorno, problemas con el personal femenino y riesgo de radicalización. 

Cinco detenciones más se sumaron esta semana a un goteo constante que ya dura años. Raro es el mes que no se desbarata algún plan criminal por parte de los yihadistas. La tendencia siempre es la misma: prisión provisional a espera de juicio. El sistema penitenciario español es una nueva casilla en el tablero y, lógicamente, tiene que adaptarse a ello. España se dio de bruces con el terrorismo fundamentalista el 11 de marzo de 2004. Diez bombas explotaron en trenes madrileños cercenando la vida de 193. Fue el mayor atentado sufrido por un país desgraciadamente acostumbrado al terrorismo.

El fenómeno no era exactamente nuevo. Ya antes habían sido los atentados a las torres gemelas, pero nunca antes se vio tan cerca la amenaza. Las fuerzas de seguridad redoblaron esfuerzos para desarticular lo que pronto se confirmó como una gran amenaza. Desde entonces las detenciones se suceden, tanto que, en abril de este año, y por primera vez en la historia del país, había más presos preventivos yihadistas en las cárceles que etarras.

Un nuevo estudio comparativo busca conocer mejor la tipología de los presos yihadistas y compararlos con los etarras

Los funcionarios de prisiones se han tenido que adaptar a los nuevos presos. Sus costumbres, sus modos de hacer, la manera en la que se desenvuelven en la cárcel… Para mejorar aún más esa adecuación al nuevo medio ACAIP, el sindicato mayoritario de funcionarios de prisión, ha empezado a desarrollar un análisis sobre el yihadismo en las cárceles y una comparativa con los usos de los terroristas etarras en prisión, pues este el fenómeno más conocido por quienes han trabajado en instituciones penitenciarias en las últimas décadas. Para ello, además, esta semana han suscrito un acuerdo con la asociación Dignidad y Justicia, que les permitirá explotar sus archivos sobre violencia etarra. Las reuniones para llevar a cabo este estudio empezaron con una reunión el pasado mes de junio y cuenta en sus análisis con el apoyo de destacados miembros de la comunidad universitaria.

El estudio está en desarrollo, pero la experiencia de los funcionarios ya da pinceladas de lo que puede resultar. El contacto diario con los presos muestra tendencias significativas y algunas cuestiones que podrían suponer problemas importantes dentro de prisión y para la sociedad.

La principal preocupación es la radicalización, un fenómeno que se percibe entre algunos presos. “Para nosotros es muy importante establecer criterios para una alerta temprana. Hay un porcentaje importante de radicalización, sobre todo dentro de la población más joven, que están siendo evaluados los indicadores más oportunos.”, cuenta un portavoz del sindicato ACAIP. El análisis de la realidad carcelaria de estos presos permitirá discernir mejor cuál es el papel de la administración penitenciaria y de justicia, evaluar mejor los comportamientos de las personas y valorar si este tipo de presos requiere el tratamiento personalizado que contempla la ley penal española. También se han encontrado casos de delincuentes comunes radicalizados, pero es por el momento una realidad muy menor.

Los primeros análisis comparativos con los presos etarras señalan algunas conductas similares, propias de grupos muy cerrados como son las bandas terroristas. Como en el caso de los encarcelados de ETA, el colectivo se relaciona lo menos posible con los funcionarios de prisiones y suelen elegir un portavoz que ejerce de enlace para expresar las reclamaciones del colectivo. No se relacionan, no interactúan con el entorno, tampoco normalmente con otros presidiarios.

Hay, lógicamente, algunas especificidades propias del grupo, muy marcado por la religiosidad. Por ejemplo, se han detectado conflictos por la presencia de personal femenino en la prisión, especialmente por médicos y enfermeras, con las que se niegan a tratar los yihadistas. Los sesgos en las relaciones son muchos y muy variados, no solo con las mujeres sino también entre los propios presos, pues incluso dentro de la fe hay matices y grados que separan a unos y otros por su religiosidad. En España la mayor parte de los presos yihadistas son del norte de Marruecos, con sus rasgos propios. Como todos los presos, los islámicos radicales tienen derecho a asistencia religiosa, que está regulada por ley. A las cárceles españolas solo pueden acudir imanes certificados por las instituciones públicas.

Una referencia europea

El sindicato ACAIP busca con su estudio un mayor conocimiento de la situación y de las posibles formas de encaminar a los presos al objetivo final de la cárcel en España, la reinserción, nunca una mayor vigilancia, que no está entre las funciones de la agrupación sindical. Consideran que el sistema español se puede convertir en una referencia europea en la materia. Ningún país del entorno ha sufrido tanto con el terrorismo como este, lo que, por desgracia, hace que los funcionarios tengan un conocimiento sobre el tema mayor que sus colegas de otros países. Además, la situación geográfica, lindando con el norte de África, hace que la incidencia de radicales islámicos sea más frecuente. Actualmente en los presidios españoles hay unos 150 reos yihadistas. Los funcionarios han recibido formación específica para estos casos, con cursos llevados a cabo por el sindicato ACAIP. Además España ha participado en simposios europeos dirigidos por Turquía, que tiene, en buena lógica, una gran experiencia en estas cuestiones.

Se han registrado problemas con el personal femenino de las prisiones y preocupa la radicalización de los presidiarios

Este nuevo fenómeno terrorista no se adapta en muchos casos a las medidas tomadas con los etarras. Una de las características más destacadas con los presos de ETA es la dispersión, una medida tomada porque se demostró que la concentración en determinados centros de estos delincuentes suponía un problema grave de seguridad tanto dentro como fuera de presidio. Recordadas son las marchas a la cárcel de Herrera de la Mancha que suponían un conflicto importante para la protección de los presidios. El menor número de presos salafistas y el relativo aislamiento de estos con el exterior, pues normalmente no tienen gente de su entorno cerca que pueda visitarles, hacen de esta cuestión un problema menor.

El terrorismo islámico sigue siendo una realidad por conocer. Las fuerzas de seguridad se afanan en tener más y mejor información para poder atacar la problemática, y los trabajadores de prisión también necesitan un mayor entendimiento de lo que ocurre para poder tratar a los reos con mayor efectividad. El intento de los nuevos estudios no es poner la lupa sobre los presos sino intentar conocer mejor sus usos y costumbres, ver cuáles de las estrategias comunes que se siguen en prisión funcionan con ellos y cuáles no tienen repercusión en su conducta. Conocer mejor como medio de aumentar la eficacia de las políticas que se desarrollan en la cárcel.

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