Sociedad

¿Dopaje en el trabajo? La era de los nootrópicos

El uso de las denominadas 'drogas inteligentes' se ha extendido en los últimos años entre trabajadores de profesiones altamente competitivas. Se trata de unos neuroestimulantes sobre los que, aunque al parecer no generan dependencia, aún no hay estudios que arrojen datos sobre las consecuencias de su uso continuado a medio o largo plazo.

El dopaje ha dejado de estar vinculado exclusivamente al deporte. Desde hace algunos años, la utilización de estimulantes para potenciar el rendimiento del organismo ya no tienen como único objetivo la mejora de marcas deportivas gracias a la aparición de los nootrópicos o 'drogas inteligentes'. Unas sustancias que buscan mejorar el funcionamiento cognitivo de manera, en principio, segura.

La alta competitividad que se vive en el ambiente laboral, donde para sobrevivir se depende únicamente de la capacidad de rendimiento de cada uno, ha hecho que muchos profesionales busquen en estas sustancias el milagro para incrementar su concentración, memoria, creatividad, productividad y así, por qué no, lograr un ascenso en el trabajo. Pese a que no hay cifras oficiales, en países como Estados Unidos su uso ha ido en aumento en los últimos años, de hecho se ha convertido en la pastilla de moda en Sillicon Valley. Prueba de ello es el gran número de entradas que estas sustancias han generado en foros y blogs.

Al igual que muchos profesionales estadounidenses, Celia (nombre ficticio) toma nootrópicos en épocas de mucho estrés en el trabajo. "Es una ayuda al desgaste natural que se provoca en épocas de mucha presión: duermes menos, fuerzas más y necesitas un extra”, indica a Vozpópuli esta consultora que lleva consumiendo nootrópicos cerca de nueve años de manera intermitente.

Estas sustancias pueden mejorar el rendimiento a medio plazo sin, en principio, generar dependencia

Así lo explica Juan Carlos Ruiz, autor de Drogas inteligentes. Plantas nutrientes y fármacos para potenciar el intelecto: "son sustancias que pueden mejorar el rendimiento intelectual, la percepción, la atención y la concentración". De hecho, el investigador que sintetizó el primera nootrópico (el piracetam), Cornelius Giurgea, estableció que estas sustancias deben, entre otras cosas, mejorar las capacidades y estar libre de cualquier otro efecto psicológico o fisiológico, es decir, no presentar ningún tipo de dependencia.

Uso de fuertes medicamentos

Aunque a primera vista pueda parecer inocuo, la generalización de los nootrópicos puede presentar un problema, ya que un buen número de los profesionales que buscan estos beneficios optan por consumir sustancias psicoactivas, que no son nootrópicos en el sentido estricto, como tratamientos para enfermedades como el Alzhéimer, la narcolepsia o el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Compuestos mucho más fuertes de los que se desconoce los efectos que pueden tener en personas sanas y que, tal y como apunta la neuropsicóloga clínica de la Universidad de Cambridge, Barbara Sahakian, podrían "afectar a la arquitectura del sueño". 

El uso de pastillas para el Alzheimer, narcolepsia o TDAH sí presenta un problema

De hecho, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) alerta del "uso creciente de lo que denominan Nuevas Sustancias Psicoactivas (NSP), que no siempre están fiscalizadas como drogas ilícitas, pero cuyo su consumo puede plantear un problema de salud pública comparable a la que presentan las sustancias catalogadas como tales en las convenciones internacionales".

La sustancia psicoactiva más conocida es el modafinilo, una molécula aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) en 1998 y creada para combatir la somnolencia y aumentar el alerta en los casos de narcolepsia. Con un uso adecuado de modafinilo, es decir, tomándolo por la mañana para funcionar bien durante el día y dormir por la noche, no tiene efectos adversos importantes. Pero las personas sanas que tienden a consumir estas sustacias las toman cercana a la tarde o a la noche para combatir el cansancio, lo que puede provocar irritabilidad, palpitaciones y menor concentración.

Diferencias en la dependencia que generan

La diferencia entre estas pastillas y los nootrópicos son, según Ruiz, el tiempo que tardan en hacer acción, "cuando uno toma metilfenidato -medicamento psicoestimulante aprobado para el tratamiento del TDAH- se nota una mejora en la atención y en la concentración de forma inmediata. En cambio, el efecto de los nootrópicos es gradual, los cambios se notan a medio-largo plazo, no de forma instantánea". Además, mientras que un nootrópico como el deanol o el piracetam en principio no debe de generar dependencia, el metilfenidato sí que genera adicción debido a los aumentos acelerados de dopamina que provoca en el cerebro.

Los nootrópicos carecen de estudios que demuestren tanto sus beneficios como consecuencias a largo plazo

Por temor a esa dependencia, Celia nunca ha consumido medicación para enfermedades como el Alzheimer o la narcolepsia a pesar de que sí conoce que hay gente que la toma. "El compuesto de esas pastillas es muy fuerte y solo las venden bajo prescripción, las que yo tomo en sí no generan adicción aunque sí que pueden llegar a a producir un cierto miedo a que no se vuelva a tener el mismo rendimiento", explica.

Sobre este aspecto Ruiz puntualiza que si se han estado utilizando nootrópicos "durante un tiempo, se ha mejorado en el rendimiento y luego se dejan de tomar, evidentemente, de forma progresiva se va a volver al estado inicial del que partimos pero no hay ningún deseo de consumirlas ni ninguna dependencia física", incide.

No hay constancia de sus consecuencias

Sin embargo, no hay ningún estudio concluyente que demuestre los efectos y contraindicaciones que los nootrópicos pueden provocar a medio o largo plazo, hecho que, según Ruiz, se debe a que son sustancias que hace muchas décadas que se crearon. "No hay ningún laboratorio ni compañía farmacéutica a la que le interese realizar estudios serios, de doble ciego para demostrar su eficacia simplemente porque no pueden patentar esa molécula y no se van a beneficiar económicamente", explica.

"Son una ayuda al desgaste natural en épocas de mucha presión"

La falta de estudios sobre sus efectos no suponen ningún inconveniente para Celia, que tuvo su primer contacto con los nootrópicos cuando tenía 16 años por consejo de su madre y por experiencia propia cree que no pueden generar un problema "a no ser que te tomes tres cafés, la pastilla y un Red Bull en un día" sentencia.

En el otro lado, están los suplementos que venden en farmacia con mucha publicidad y que no son más que vitaminas y magnesio e por lo que Ruiz considera que su efecto es "indudablemente de efecto placebo. Le ponen nombres muy rimbombantes como intelectum o cerebrun y la mayoría de las veces son simplemente vitamina B12, otra vitamina B e igual un poco de ginseng, ginkgo biloba o guaraná, no suelen tener ningún valor, simplemente es pura propaganda" puntualiza Ruiz. Y tan fácil como se consiguen estos sumplementos se pueden obtener la mayoría de los nootrópicos: muchos se venden bajo nombres comerciales en farmacias sin necesidad de estar prescritos por un médico y todos se pueden encontrar a través de internet donde siempre y cuando se compren dentro de la Unión Europea se pueden adquirir muy fácilmente.

Sobre si su uso supone una trampa o no, quien consume nootrópicos defiende que son sustancias naturales que simplemente potencian unas capacidades que ya están ahí y que se pueden ver mermadas por diversos factores que afectan en la vida laboral por lo que para Ruiz lo importante es utilizarlas de forma "consciente, informada, sabiendo la dosis adecuada para cada uno u conociendo los posibles efectos secundarios".

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