Una variación genética que sirvió a las primeras poblaciones humanas a adaptarse al frío del norte está estrechamente asociada a la prevalencia de los fuertes dolores de cabeza. Los investigadores sospechan que este cambio explica la distribución de la migraña.

Algunos no pueden parar de llorar. Otros no se atreven a salir de casa o a tomar el metro. Los hay que no encienden la televisión por miedo a volver a ver las imágenes o que al contrario, no se despegan de ella. Son las secuelas de los atentados que ensangrentaron la capital francesa. "París muestra hoy una cara de peligro que hasta ahora no había sido tan notoria".