Esta semana, Apple anunciaba que sus nuevos MacOS, iOS y iPad contarían con los últimos avances en inteligencia artificial. Por un lado, Chat GPT quedará integrado dentro de la asistente Siri, por lo que se le podrán hacer consultas que se resolverán con el avanzado modelo de GPT-4o. Por otro, se anuncia la llegada de Apple Intelligence, el nuevo sistema de asistencia que podrá accederse desde MacOS, iOS y iPad.
Este es solo un paso más en lo que ya es una realidad: la aplicación en el día a día de la inteligencia artificial. Llegado a este punto, que Chat GPT se incorporase a nuestros móviles no era más que cuestión de tiempo y, ahora, tanto Android como iOs -los dos sistemas operativos de móviles que dominan el mercado- comienzan a incluir inteligencia artificial para mejorar las experiencias de usuario, aunque se trata de una alianza -la de iOS y OpenAI- que no está libre de polémica.
El magnate sudafricano Elon Musk ha sido el primero en oponerse a esta unión entre Apple y ChatGPT, empresa de la que es cofundador. El CEO de Tesla considera “absurdo” que la compañía de la manzana mordida no desarrolle su propia IA y que, aún sí, “de alguna manera, sí que sea capaz de garantizar que OpenAI -dueña de ChatGPT- proteja la seguridad y privacidad de los usuarios”, ha ironizado en una publicación de su propia red social, X -antigua Twitter- Según el empresario, “Apple no tiene ni idea de lo que realmente ocurre cuando le entregan los datos a OpenAI", algo que resulta ser una sospecha habitual cuando se habla de esta marca tecnológica. “Es una violación de la seguridad inaceptable", asegura Musk.
El experto en informática Luis Jesús Ríos Pita asegura que los datos a los que accede OpenAI a través de ChatGPT "son utilizados para entrenar y mejorar la precisión y capacidad de respuesta del modelo", aunque, como señala Musk, una vez que los usuarios de Apple hacen uso de esta tecnología es difícil saber qué tratamiento específico se le va a dar. En concreto, OpenAI recopila mensajes, direcciones de correo electrónico, números de teléfono, datos de geolocalización y actividad de red y afirma que toma "medidas para reducir la cantidad de información personal en sus conjuntos de datos", aclara Ríos, profesor de ESIC University.
Curiosamente, esta polémica se genera alrededor de una marca, Apple, que siempre ha destacado entre sus principales competidores -Google y Microsoft- por el tratamiento que daba a los datos: la empresa que fundó Steve Jobs se caracteriza por "su enfoque en la privacidad, recogiendo menos datos" y permitiendo el anonimato de sus usuarios.
La inteligencia artificial y por qué preocupa su modo de recopilar datos
La IA (Inteligencia Artificial) es la capacidad que se les ha otorgado a las máquinas informáticas de imitarnos a los humanos, tanto en la forma de razonar y expresarse como en la de razonar. Solo necesitan que se les proporcione cierto tipo de información para poder trabajar con ella, y es que esta rama de la computación lo que pretende es que los ordenadores tengan un proceso cognitivo propio.
Para llegar a este aprendizaje necesitan recopilar datos, un proceso que las empresas tecnológicas como Apple y OpenAI realizan de formas que "pueden sorprender a los usuarios", como asegura Luis Jesús Ríos Pita, profesor de ESIC University. Por un lado, pueden utilizar los servicios de mensajería -como WhatsApp- para conocer cuáles son los términos más utilizados. Por otro, analizan las fotos que hacemos con las cámaras de nuestros móviles y qué tipo de fotos compartimos. A raíz de esta información, pueden conocer más sobre nosotros de forma particular o volcarlo a una gran base de datos en la que podrían ser mezclados con datos de otros usuarios y así hacer extrapolaciones que quizás le sean de utilidad a otra persona posteriormente. "Además, pueden mejorar los reconocimientos de fotos o monitorear nuestros patrones de movimiento", asegura el experto. "Estos datos se usan para mejorar la experiencia del usuario, pero también plantean preocupaciones sobre privacidad y seguridad", aclara Ríos.
Se trata de un acuerdo que tiene "tanto beneficios como riesgos, ya que sí es cierto que puede mejorar la experiencia del usuario al ofrecer funciones avanzadas de IA, pero también podría potencialmente ser un riesgo si no se maneja adecuadamente", apunta José Luis Ríos Pita, por lo que es crucial que existan políticas de privacidad que mitiguen estos riesgos y que el usuario pueda gestionar en su móvil los permisos que otorga a cada una de las aplicaciones.
Leyes que controlen a las inteligencias artificiales
En España y la Unión Europea se fomenta el uso de la inteligencia artificial siempre y cuando su impacto pueda ser controlado y no se excedan las libertades individuales. El uso de nuestros datos para entrenar a la IA de OpenAI solo podría usarse, según esto, en caso de que demos permiso de forma explícita. Empresas como The New York Times ya han denunciado a la empresa por utilizar sus artículos o bases de datos para estos fines, por lo que los gobiernos de la UE ya comienzan a plantear regulaciones al respecto. La Unión Europea, por su parte, ya se ha propuesto regular el vacío legal existente para crear un marco en el que puedan actuar estas nuevas tecnologías.
La ley de IA tiene como objetivo proporcionar a los desarrolladores, implementadores y usuarios de IA requisitos y obligaciones claros con respecto a los usos específicos de la IA. Al mismo tiempo, el Reglamento pretende reducir las cargas administrativas y financieras para las empresas, en particular las pequeñas y medianas empresas (PYME).
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