Llueve sobre mojado, el hombre siempre tropieza dos veces con la misma piedra... Vale cualquier aforismo para explicar la reincidencia en un error que desde que se inventó Internet se viene repitiendo.
Las discográficas no se imaginaban como estarían ahora. Eran lo más de lo más. Tenían dinero, fuerza, nombre, marca. Estaban en las radiofórmulas, en la televisión. Empujaban nuevos talentos. Músculo en estado puro.
Y se empezó a hablar de Internet. Que viene el lobo, Caperucita. Ja, con la posición casi de monopolio que tengo -decía entonces el sector-. Tonterías, las justas. Será Internet quien tendrá que adaptarse a mí, y no al revés.
Y llegó Napster y MySpace, y llegó Spotify. Todo se puso patas arribas. No hacen falta estadísticas. Piense en la última vez que compró un disco o encendió la televisión para sintonizar un canal de videos musicales. Piense, por otro lado, en la última vez que buscó una canción en Youtube o en Google. Pues eso. Palmario. Bofetón.
La realidad es que cada vez con más frecuencia hay más negocios en Internet -ojo, también físicos- que aceptan el pago en bitcoins. No digo que no tenga una volatilidad inédita, que la tiene, pero si se genera una comunidad que intercambia bienes a cambio de bitcoins, y esta volatilidad, como se está viendo, no les importa, los bancos tienen un problema
Pasó lo mismo con el sector de la prensa, paradójico que por su naturaleza no supiese leer el futuro. ¿Internet? ¿Quién demonios va a querer leer el periódico en Internet? ¿Y en el móvil? Por favor, no me hagan reír. ¡Paf! Otro tortazo de realidad con la mano abierta.
Hoy en día todos los periódicos tienen edición en Internet -y otros muchos son nativos-. Me cuesta recordar la creación, en los últimos tiempos, de una publicación en papel. El usuario prefiere tabletas y móviles para leer las noticias. Los contenidos se desarrollan pensando en esas pantallas.
El 'etcétera' de industrias que se ha merendado Internet -en muchos casos no enteras, pero sí una gran porción de ellas- es tan largo como memoria tengan.
Ahora el sector que está en la mirilla es el de la banca. Santander, BBVA, La Caixa, Bankia, Sabadell... Les suenan, ¿verdad? Dicen que la banca siempre gana, pero igual esta vez no.
Internet tiene la culpa de que se hable hoy en día de bitcoins. De moneda virtual. De blockchain. Uno ya pasa de la cuarentena y cuando mis coetáneos hablan sobre criptomoneda, el comentario siempre es el mismo.
El problema está en que, cada vez con más frecuencia, hay más negocios en Internet -ojo, también físicos- que aceptan el pago en bitcoins. No digo que no tenga una volatilidad inédita, que la tiene, pero si se genera una comunidad que intercambia bienes a cambio de bitcoins, y esta volatilidad, como se está viendo, no les importa, los bancos tienen un problema
"Nadie respalda eso. Eso es una estafa piramidal". Y cuando hablo con quienes ya están dentro del ecosistema virtual me dicen lo mismo. "La bolsa también es una suerte de estafa piramidal".
La clave está en que bitcoin, por poner un ejemplo de moneda virtual de las muchas que hay, no tiene respaldo de organismo oficial alguno. El euro y el dólar tienen bancos centrales que les respaldan. Organismos reguladores y supervisores que respaldan la moneda.
¿Es esto un problema? Para quienes están fuera del entorno de la moneda, sí. Para los que están dentro, no. Han aceptado la moneda. Está respaldada por ellos. Son quienes le dan valor, precisamente por el hecho de aceptarla. Y cada vez hay más personas que apuestan por la criptomoneda.
La realidad es que cada vez con más frecuencia hay más negocios en Internet -ojo, también físicos- que aceptan el pago en bitcoins. No digo que no tenga una volatilidad inédita, que la tiene, pero si se genera una comunidad que intercambia bienes a cambio de bitcoins, y esta volatilidad, como se está viendo, no les importa, los bancos tienen un problema.
Desde la banca se flirtea con blockchain. Se comenta, se dice, se habla sobre moneda virtual. Pero parece más marketing que realidad. El lobo asoma las orejas, pero no lo suficiente para la banca
La moneda virtual ataca de raíz donde más duele a los bancos: en el dinero tradicional. Si este no se mueve, no fluctúa. Si no se usa, no tiene valor. Las nuevas generaciones están creciendo con moneda virtual. Y en Internet se puede comprar de todo con ella. Para muchos, el euro ya no es tan necesario.
Desde la banca se flirtea con blockchain. Se comenta, se dice, se habla sobre moneda virtual. Pero parece más marketing que realidad. El lobo asoma las orejas, pero no lo suficiente para la banca.
El tortazo no ha llegado, pero la sombra de la mano alzada ya sombrea el sector.
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