Sigma es una de las marcas con más tradición y prestigio en el mundo de la fotografía, a la altura de Canon, Nikon o Fujifilm, que cuentan su experiencia por muchas décadas. Aunque es muy conocida en este ámbito de la imagen por sus objetivos compatibles con las monturas de otras marcas (y también interesantes flashes), desde siempre ha contado con una línea de cámaras -con muy reducido catálogo de modelos pero todas ellas con un cierto halo de objeto de deseo codiciado por usuarios avanzados y profesionales de todo el mundo-. Domar todo su potencial ha supuesto para muchos todo un desafío. Las cámaras Sigma han sido siempre… diferentes, y su última propuesta multiplica este carácter.
Sigma apostó hace años por integrar en sus cámaras principales un sensor distinto a los conocidos CCD o CMOS, que es el que han venido equipando el 99% de las cámaras fotográficas digitales desde el nacimiento de este sistema. Lo fabrica la empresa Foveon y se denomina… Foveon. Se trata del único captor del mundo que utiliza una tecnología de separación vertical del color, de tal forma que se divide en tres capas de colores (rojo, verde y azul, RGB, los colores primarios) y asigna a cada una, una resolución. Se rumorea que Canon está investigando en un sensor con parecida estructura.
Distintas opiniones sobre el sensor
El Foveon X3 Quattro, que es la última versión de este sensor único y es el corazón de esta impactante cámara, genera en total 39 megapíxeles, divididos en 20 para la capa de rojos y 4,9 para los de verdes y azules respectivamente.
La mayoría de entendidos reconocen que las cámaras Sigma con sensores Foveon siempre han brillado por su espectacular calidad en niveles de ISO bajos. Y muchos (no todos, aquí entra el factor de subjetividad) las señalan con el dedo acusador por su decepcionante comportamiento en sensibilidades ISO elevadas, donde les traicionaba la presencia de un tan evidente como molesto ruido.
Aseguran fuentes de Sigma que este nuevo captor mejora un 30% tanto la resolución como el nivel de detalle, la gradación de color y prácticamente logra disminuir al mínimo el ruido a sensibilidades ISO elevadas. De hecho, los ingenieros que han diseñado la dp2 Quattro no se cortan un pelo al afirmar que la calidad de esta criatura fotográfica es superior a la de las máquinas que integran un sensor de formato completo. Palabras mayores.
¿Es la dp2 Quattro una cámara para profesionales?
Cualquiera de nosotros podemos conducir el monoplaza de Alonso, pero muy pocos sabrán aprovechar su potencial. Pues aplica aquí el símil. Valga el detalle de que para extraer las magníficas posibilidades de esta cámara, la firma “sugiere” que se dispare en modo RAW (fotografía en bruto, sin ningún procesado). Además, sólo el software Sigma Photo Pro es capaz de “entenderse” con estas tomas.
Y en cuanto a su fisonomía externa, a las imágenes de la cámara nos remitimos. No es pequeña (161,4 x 67 x 81,6 milímetros) y tampoco especialmente ligera (395 gramos). A pesar de su impactante empuñadura, su distribución de pesos obliga a disparar con dos manos.
Otros detalles que reafirman tanto su poder como su condición de bicho raro residen, por ejemplo, en su rapidez (hasta 7 fotogramas por segundo en modo RAW), en el enfoque manual en el propio objetivo, en sus lentes de focal fija (nada de zoom), que es incapaz de grabar vídeo y, como guinda, en su precio: 1.000 euros.
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