Tecnología

PlayStation 4 noquea a Xbox One en la carrera hacia la campaña navideña

Una diferencia de precio de cien euros y una política menos restrictiva con el consumidor han servido el primer golpe de la nueva ‘guerra de consolas’ a la PlayStation 4 de Sony frente a Xbox One de Microsoft. Aunque la pregunta es si ambas consolas (más la Wii U de Nintendo) podrán sobrevivir al envite imparable de móviles y tabletas.

Tras meses de presentaciones confusas, a las nuevas consolas les tocaba dar la cara en la feria de videojuegos E3 de Los Angeles, la más importante del mundo. Sony había sido tan tímida en febrero con su futura PlayStation que ni siquiera había enseñado su máquina, centrándolo todo en sus tremendas características internas, unos cuantos juegos continuistas y dejando un montón de incógnitas detrás sobre su futura apuesta por la nube en la que se podrá jugar el catálogo de casi dos décadas de PlayStation. Xbox One, por su parte, dejó una conferencia tan corporativa que lo único que vio la prensa a finales de mayo fue un discurso de los intereses de Microsoft (conquistar el salón y reinventar la tele mediante su dispositivo Kinect), no el de los usuarios.

El lunes vimos como Xbox One golpeaba primero, despejando a golpe de exclusivas el principal miedo del usuario: que la consola fuese a prestar más atención a sus posibilidades multimedia que a los juegos. Un puñado de títulos propios (Ryse, que nos pone en primera fila de una invasión romana; Forza Motorsport 5 y su apuesta por la conducción realista; el apocalipsis de Los Muertos Vivientes revivido en Dead Rising 3...) y el primer Metal Gear Solid que llega a Xbox bastaron para demostrar que One es, sobre todo, una máquina de jugar.

El problema es que la máquina es muy restrictiva con los derechos de los usuarios a la hora de regalar o vender juegos de segunda mano (algo que sólo se podrá hacer “en las tiendas que se asocien con Microsoft”). Tanto, que Xbox One exige conectarse cada 24 horas a Internet si queremos jugar, aunque el título no tenga contenido online. Los juegos siguen vendiéndose en disco físico, sí, pero su gestión está pensada como la de las apps de los móviles o los ebooks de nuestros Kindles; son licencias antes que propiedad física. ¿El segundo problema? Cuesta 499 euros de salida, un precio un tanto bestia que se justifica en parte por la inclusión obligada de la segunda versión de Kinect: un detector de gestos y voz de alta definición que sirve tanto para identificarnos biométricamente como para erradicar el mando a distancia.

¿El futuro de la tele?

La ventaja de Microsoft es que, si consigue llegar a España como se la espera en Estados Unidos, podría servir para redefinir la tele: mejores servicios, oferta de Internet y prémium centralizada en un sólo aparato, y contenido exclusivo audiovisual para la caja de Microsoft. El problema es que en Estados Unidos compensa por la diversidad de oferta y el precio que ofrecen frente al cable estándar, mientras que en España todavía estamos esperando a ver si Netflix puede aterrizar algún día. Y que todo esto no tiene por qué interesar a los jugadores, claro.

PlayStation 4 lo hizo todo más fácil: no tiene un catálogo de salida tan potente (aunque desarrollos como The Order: 1886, una especie de fantasía victoriana, nos llamaron la atención), pero sí cuenta con la más potente de las nuevas consolas, algo que no le sirvió de mucho a PlayStation 3 a la hora de defender su hegemonía pasada, y con PlayStation Plus. El Plus de Sony es una suscripción online más barata que la de Xbox (50 euros al año frente a 60) que además garantiza 45 juegos gratuitos al año para descargar, en muchos casos títulos recientes de primera línea. Microsoft ha debutado la idea este mes, pero Sony le lleva dos años de ventaja. Y el bonus adicional de que su suscripción cubre tres consolas, pese a que la portátil PS Vita esté medio muerta ante el empuje de los móviles.

Aunque claro: PlayStation 4 todavía permite jugar sin conectarse, regalar los juegos y acudir tranquilamente a la segunda mano. Y, en lo audiovisual, no esconde sus capacidades multimedia tras el muro de pago de la suscripción. PlayStation Plus es sólo para jugar online y recibir juegos gratis y descuentos. La consola saldrá por 399 euros y tiene su propio truco frente a Kinect: podremos jugar en cualquier pantalla a PlayStation 4. está preparada para hacer streaming a cualquiera de nuestras teles o dispositivos y jugar tranquilamente en la tablet (o con la propia PS Vita) mientras el resto de la familia ve la televisión. Una idea parecida a la de Nintendo Wii U.

Cien euros de diferencia, un catálogo muy similar (las exclusivas, salvo las de producción propia, están casi muertas: esta vez habrá Metal Gear y Final Fantasy para las dos consolas) y dos intenciones: ser lo de siempre pero más potente en el caso de PlayStation 4; o la oferta de una nueva forma de entender el entretenimiento a cambio de ciertos derechos de Xbox One. Y, por supuesto, la garantía de ambas de que tanto a Xbox 360 como a PlayStation 3 aún les quedan un par de añitos de juegos por delante. ¿Valdrá para recuperar toda la cuota de mercado que han perdido frente a los móviles, los juegos sociales y los gratuitos?

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