Una pared libre de estanterías o muebles es fundamental para montar un cine en casa. ¿Cómo, que no hablamos de un televisor? Lo de un televisor grande, de muchas pulgadas, está estupendo, pero, que sepamos, los de 105 pulgadas destinados al gran público acaban de presentarse por parte de LG y Samsung y su precio comenzará por un 7 (o más) seguido de tres dígitos.
Para un cine doméstico, te recomendamos un proyector, y en este apartado tienes modelos resultones desde unos 600 euros, capaces de generar pantallas por encima de las 120 pulgadas, gracias a las cuales advertirás con detalle las arrugas de Cruise o las estrías de Johansson. Pero si tienes un bolsillo más holgado, a medida que subes de precio encontrarás modelos especiales para reproducir aunque haya mucha luz en el ambiente, muy silenciosos, con una resolución (detallismo) impresionante, 3D, WiFi, con potentes altavoces incorporados… Cosas propias del dinero.
Por cierto, la lámpara ya no es motivo para despreciar la compra de un proyector. Sí ocurría hasta no hace mucho que esas bombillas duraban poco y costaban mucho. Pues ya no es así. Consulta las especificaciones y verás de qué manera ha evolucionado este tipo de producto.
Regresamos a lo de la pared libre y pongamos unos supuestos. Por ejemplo, no tienes una pared amplia sin mobiliario: siempre puedes adquirir una pantalla enrollable, que instalas en el techo y las hay, incluso, motorizadas. Tu pared es de color verde botella: sin problema, porque los proyectores modernos permiten adaptarse al color de fondo. Tienes pared o pantalla pero la distancia hasta el proyector es muy reducida: hay proyectores que desde una distancia menor a 1 metro, generan más de 100 pulgadas de superficie. Sí tendrás que vigilar que la distancia entre la imagen proyectada y el espectador sea suficiente, de cara a que no perjudique a la calidad y comodidad de visualización y, concretamente, pueda lesionar a medio plazo los ojos.
Por cierto, ¿cómo veo una película a través del proyector? Todos cuentan con múltiples entradas, como USB y HDMI, por lo que puedes tener el filme en un pendrive o conectarlo mediante el DVD, Blu-ray, reproductor multimedia, etc.
‘Solucionado’ el aspecto de visión, vayamos al de audición. Puedes encontrar en el mercado multitud de equipos home cinema o home theatre diseñados para este fin. En principio, son ideales para conectarse a un televisor, pero nada técnico te impide aliarlos al proyector. Ten en cuenta, eso sí, que estos equipos cuentan con varios módulos, entre bases y altavoces, por lo que ocupan su espacio. Ahora bien, tu salón puede retumbar una auténtica pasada. Si tienes problemas de espacio, puedes optar por una barra de sonido, conectar el proyector a tu cadena musical o incluso a un altavoz musical portátil de esos que tanto se han puesto de moda. Para una sala, más que suficiente y te puede asombrar el sonido.
Cabe señalar que existen empresas especializadas en el montaje de un cine en casa a partir del espacio disponible. Y ahí entra la posibilidad de instalar butacas especiales, sonido envolvente, automatización de las luces, etc. Si tienes el dinero y los metros cuadrados por castigo, bucea un rato por Internet y alucinarás con las virguerías que se pueden hacer.
También conviene recordar que un sistema de cine en casa no sólo sirve para ver películas; también es una delicia ver los documentales y las retransmisiones deportivas, es decir, la televisión. De igual modo, jugar a la consola mediante un proyector y un equipo de sonido en condiciones supone un salto exponencial en lo que se refiere a la experiencia audiovisual.
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