Los videojuegos son una de las formas de entretenimiento más populares, especialmente entre los más jóvenes. La franja de edad que más juega a videojuegos está entre los once y los catorce años, seguida por los tramos de los seis a los once años y de los quince a los veinticuatro años. Dedican una media aproximada de 27 minutos diarios entre semana, prolongando este tiempo casi tres veces más los fines de semana.
Dado que los videojuegos ocupan una parte importante de su vida, regalar uno puede ser motivo de alegría y felicidad. Eso sí, siempre y cuando acertemos con la elección.
Decálogo para elegir el videojuego adecuado
Los videojuegos, al igual que los libros o los perfumes, son muy personales. Por ello, debemos tener en cuenta los gustos del menor, sin dejar de asegurarnos de que es adecuado para su edad. He aquí diez recomendaciones para elegir adecuadamente un videojuego manteniendo este equilibrio:
1. Conozca los tipos de videojuegos existentes. Los videojuegos se categorizan en distintos géneros. Entre los más importantes se encuentran los de acción (Call of Duty), aventura (Minecraft), arcade (Sonic), deportes (NBA 2K), estrategia (Age of Empires), simulación (Los Sims), de mesa –en versión digital– y musicales (Just Dance).
2. Pruebe o vea el videojuego antes de comprarlo. En ocasiones, los videojuegos pueden probarse para saber de qué tratan, y si nos gustan o no. Esto es conocido como demostración (o demos). Si no tuviesen demo, una alternativa es verlo a través de redes sociales (YouTube, Twitch, Tiktok), donde podemos encontrar vídeos especializados (profesionales que analizan las características del videojuego) y no especializados (streamers jugando y comentando el videojuego).
3. Revise el sistema PEGI. El sistema PEGI categoriza los videojuegos por edades recomendadas y, además, advierte del tipo de contenido (violencia, lenguaje soez, miedo). Debemos tener en cuenta que es un sistema voluntario que depende de cada compañía, por lo que no siempre estará disponible. Siga el sistema PEGI para elegir un videojuego adaptado al nivel de desarrollo del niño o niña destinatarios del regalo.
4. Compruebe si el videojuego contiene micropagos. Con la llegada del mundo virtual, numerosas compañías han cambiado su forma de obtener beneficios. En muchos videojuegos ya no se encuentra todo el contenido disponible desde el inicio, sino que los jugadores deben pagar para obtener nuevos contenidos. En este apartado diferenciamos entre DLCs o contenido descargable, que permite desbloquear contenidos específicos como niveles que amplían la historia o modos y escenarios especiales; y cajas botín (loot boxes) cuyos contenidos se distribuyen de manera aleatoria. Si el juego contiene micropagos, es preferible optar por los DLCs y no por las cajas botín (puesto que en el primer caso pagamos por artículos concretos, y no dejamos que decida el azar). También se recomienda retirar el método de pago introducido en el dispositivo tras la realización de un gasto, ya que generalmente no se solicita confirmación de compra.
5. Priorice videojuegos que favorezcan la enseñanza. Aunque los videojuegos sirven principalmente para entretenernos, también son un medio para aprender valores (tolerancia, honestidad, empatía, altruismo) y cultura (hechos históricos, lugares, sociedades actuales y pasadas). Un ejemplo de videojuego que permite trabajar aspectos relacionados con la cultura es el Civilization VI. Este videojuego se basa en construir un imperio que avance desde la Edad de Piedra hasta la era de la información, controlando a algunos de los principales líderes del mundo como Abraham Lincoln, Isabel I, o Qin Shi Huang. Asimismo, los videojuegos pueden promover el entrenamiento cognitivo (atención, memoria, pensamiento crítico) y el físico (como Ring Fit Adventure).
6. Considere un videojuego que fomente las relaciones sociales. Diversos videojuegos permiten jugar tanto de manera local –en el mismo espacio– como en línea. Debemos tener en cuenta que, de manera general, los menores prefieren videojuegos que puedan compartir con sus iguales y familiares. Con estos videojuegos se pueden trabajar tanto la cooperación como la competición –frente a esta última, sería adecuada una mayor supervisión–. Ejemplos de videojuegos cooperativos serían Cuphead y Overcooked, y un videojuego competitivo sería Mario kart.
7. Comparta los momentos de juego. Jugar puede tener múltiples beneficios. Entre otras cosas ayuda a fortalecer el vínculo afectivo con el menor, pero también permite supervisar si el contenido es adecuado o no. Además proporciona momentos agradables y divertidos, a la vez que trabaja aspectos educativos, psicológicos, sociales y emocionales. Sin olvidar que jugar con ellos nos permite conocer sus gustos e intereses.
8. Asegúrese del dispositivo que tiene el niño o adolescente. Existen multitud de plataformas (consola, ordenador, móvil o tablet). Si juega en consola, debe tener especial cuidado, puesto que hay diferentes videoconsolas en el mercado (PlayStation, Xbox, Nintendo Switch, entre otras) y un mismo videojuego puede estar para diversas plataformas incompatibles entre sí. También tenga en cuenta que actualmente conviven diferentes generaciones de la misma consola (como Xbox One y Xbox series S/X) cuyos juegos no siempre son compatibles.
9. Revise si la consola admite videojuegos en formato físico. En los últimos años, compañías como PlayStation o Xbox han sacado al mercado dos modelos de consolas: en edición digital –más barata, pero no admite videojuegos en formato físico– o en edición estándar –más cara, pero que contiene lector de discos–.
10. Si el niño o niña no tiene ninguna videoconsola y está pensando en regalarle una, examine el catálogo de juegos. Algunas compañías, como Nintendo, orientan sus juegos a un público más infantil, mientras que otras, como Xbox o PlayStation, se enfocan más en adolescentes y adultos. A pesar de esto, todas las plataformas tienen juegos para todas las edades.
Esperamos que, con estas recomendaciones, encuentre el videojuego perfecto al primer intento. Si no es así, siempre puede descambiarlo e intentarlo de nuevo. Lo importante es no resignarse a aquello de “no entiendo nada del tema”. Y que, además del regalo en sí, nuestro hijo, sobrino, nieto o ahijado perciba que hemos dedicado tiempo y atención a la tarea y que tenemos ganas de conectar.
Francisco J. Sanmartín, Investigador Predoctoral, Departamento de Psicología, Universidad de Córdoba; Juan Antonio Moriana Elvira, Catedrático de Universidad. Departamento de Psicología. Universidad de Córdoba, Universidad de Córdoba y Judith Velasco Rodríguez, Profesora. Departamento de Psicología. Universidad de Córdoba., Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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