Hágaselo mirar si la falta de cobertura le produce desasosiego, si ha olvidado el móvil en casa y siente un deseo irrefrenable de regresar a por él, si se ha quedado sin batería y la única de sus aspiraciones es encontrar la corriente donde volver a enchufarlo. Hágaselo mirar si también teme que, precisamente en estos casos, vaya a ser incapaz de atender a la llamada o el mensaje de su vida.
La nomofobia, abreviatura del anglicismo no-mobile-phone phobia, es la nueva enfermedad de este siglo. Una patología que los expertos se han lanzado a catalogar como la desesperación que genera la dependencia al dispositivo electrónico. En otras palabras: el pánico que se experimenta cuando el usuario, de pronto, percibe que no puede disponer de su teléfono móvil.
La nomofobia comienza con una sensación de aislamiento de la sociedad.
Todo comienza con una sensación de aislamiento de la realidad. El nomofóbico teme encontrarse incomunicado y esto le produce un inminente cuadro de ansiedad: olvidar o perder el móvil o quedarse sin batería, saldo o cobertura puede ocasionarle taquicardias, dolores de cabeza y estómago, así como pensamientos obsesivos acerca de la posibilidad de perderse una información importante.
El hecho de no recibir ningún input de las personas de su entorno hace que su mente se descontrole. Y el resultado es una irascibilidad que puede derivar en sentimiento de culpa o disminución de la autoestima.
Los alarmantes datos en España
En España, donde según un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE), disponen de móvil 9 de cada 10 personas mayores de 15 años, se han detectado datos demoledores: un 77% de la población de 18 a 24 años y un 68% de la de entre 25 y 34 años padecen nomofobia. Además son los adolescentes (por su mayor dependencia tecnológica) y las mujeres (por su mayor necesidad comunicativa/afectiva) quienes más sufren este trastorno en clara curva de crecimiento.
Para muchas personas, el móvil es el único y primer contacto que tienen desde la cama.
Aunque la adicción al móvil viene siendo analizada desde hace décadas, los últimos estudios arrojan conclusiones alarmantes. La nomofobia da un paso más, puesto que entre sus alertas (estrés, insomnio…) figura el aislamiento total: para muchas personas el teléfono, por encima de su pareja, es el último y el primer contacto que se tiene desde la cama.
Esto no nos resulta extraño si atendemos al hecho de que, por termino medio, consultamos el móvil unas ¡150 veces al día!, o que el 75 % de los usuarios lo mantiene conectado incluso para practicar sexo.
Hágaselo mirar si no puede prescindir del aparato durante una cita romántica, si cruza la carretera sin levantar la vista de la pantalla o si se lo lleva al baño para sus cuestiones íntimas. Puede que, sin saberlo, sufra de nomofobia.
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