Desde tiempos inmemoriales sabemos que el ser humano es capaz de acostumbrarse casi a cualquier cosa. Está en nuestra naturaleza eso de adaptarse a lo que nos rodea para sobrevivir. Pero también conocemos esa facilidad que tenemos para banalizar los males circundantes. Amortiguamos las barbaridades a fuerza de repetición y naturalizamos el horror. Algo así está pasando con las coberturas televisivas en Cataluña, donde ya es costumbre que determinados energúmenos boicoteen a los periodistas que están allí para contar lo que pasa.
Este viernes ocurrió otra vez con motivo de la visita del rey Felipe VI a Barcelona. Varios grupos de CDR se concentraron en la estación de Francia de la Ciudad Condal, donde se celebraba el acto con el monarca y con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Tienen su derecho a protestar, por supuesto. Pero a estos individuos no les basta con gritar tal o cual consigna, porque una de sus actividades predilectas consiste en acosar a la prensa.
Decía que volvió a ocurrir este viernes, pero además por partida doble. La periodista Mayka Navarro, que por cierto es una eminencia en asuntos de crónica negra, intentaba realizar una conexión en directo para el Programa de Ana Rosa en el que colabora. A muchos de los manifestantes les pareció una idea fabulosa acosarla, insultarla y hasta golpearla con las banderas que portaban.
Al grito de "hijos de puta"
Todo, por supuesto, con el habitual grito de guerra de "prensa española, manipuladora", que en esta ocasión estuvo acompañado por los gritos de "hija de puta" que al parecer iban dedicados a la presentadora de Telecinco. Las imágenes son escalofriantes. Odio desatado. Por suerte, la informadora mostró una entereza y una educación bastante más elevadas que sus hostigadores.
Un rato después, en la misma concentración, la periodista de La Sexta Dayana García también intentaba hacer su trabajo conectando en directo con Al Rojo Vivo. Algunos de los sujetos allí presentes volvieron a mostrar su desprecio por esa libertad de expresión que con tanto ahínco reclaman para sí mismos. La misma banda sonora e idénticos insultos, esta vez dedicados a Antonio García Ferreras.
A ojos de estos manifestantes dichos periodistas y dichos medios son lo peor que se puede ser: españoles. Lo que automáticamente los convierte (a ellos y a sus enviados allí) en perversos manipuladores que oprimen al pueblo catalán con sus mentiras y delirios
Ana Rosa o Ferreras, Telecinco o La Sexta, tanto da. Porque a ojos de estos manifestantes dichos periodistas y dichos medios son lo peor que se puede ser: españoles. Lo que automáticamente los convierte (a ellos y a sus enviados allí) en perversos manipuladores que oprimen al pueblo catalán con sus mentiras y delirios. Es obvio que quienes razonan así padecen una preocupante desconexión de la realidad que se tendrían que hacer mirar en el diván cuanto antes.
En todo caso, lo desquiciante del asunto no es que haya vuelto a ocurrir, sino que parezca que a nadie le importe. Estas actitudes ya son costumbre. Forman parte del paisaje en Cataluña. Ningún poder público hace algo para revertir estos linchamientos inaceptables. No hay un aluvión de tuits de representantes políticos (sean de Cataluña o del resto de España) condenando con firmeza lo sucedido. La mayoría de ciudadanos, que no se comporta así ni mucho menos, acepta que haya unos pocos radicales que acosen a la prensa.
Este mal se banaliza y se asume. Se normaliza como si hostigar a la prensa fuera un derecho. Al menos aquí lo seguiremos denunciando.
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