La lectura de la novela Seis cuatro, del japonés Hideo Yokoyama, te sumerge en la cultura nipona. El libro te cuenta, por ejemplo, cómo en aquel país existe un debate sobre los límites de la información que la Policía suministra a los medios de comunicación. Esa cosa lejana y antigua de la protección de la intimidad. Resulta bastante curioso leer algo así cuando por estos lares es tan habitual presenciar la forma descarnada en que se destrozan la privacidad, los límites y lo que haga falta de quien sea con tal de ganar audiencia. Pensaba en ese contraste cuando sonó el teléfono. Sólo podía ser ella.
-Querido, ya he visto que has vuelto.
-Aquí estoy, sí, pero he perdido la forma televisivamente hablando. Quiero decir que han sido semanas con la televisión apagada la mayor parte del tiempo. Y ahora toca ponerse al día. Ando viendo lo que puedo y leyendo a los colegas de otros medios, para ver qué se cuece. Porque en el universo televisivo las cosas ocurren demasiado rápido.
-La verdad es que en pocas semanas han ocurrido unas cuantas cosas relevantes.
-Eso es. Se han llevado el rosco de Pasapalabra, Netflix ha estrenado el documental sobre El caso Wanninkhof-Carabantes pero sin el concurso de Dolores Vázquez, han anunciado que se acaba Ahora caigo, Masterchef se encamina hacia su final, nos hemos enterado de que Rocío Carrasco ficha por Sálvame, se han cargado el programa de Cintora en TVE y, para colmo, se nos ha muerto Raffaella Carrà. Demasiado para analizar.
-Yo te llamaba para hablar de Camacho como comentarista de la Eurocopa.
-Bueno, si lo quieres llamar así...
No estaría de más escuchar de su boca algún argumento futbolístico, alguna clave táctica y alguna explicación técnica que vayan más allá de lo que puede aportar cualquier aficionado amorrado a la cerveza y la tapa en la barra del bar
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que lo de "comentarista" quizás sea demasiado generoso, porque todo un ex seleccionador nacional y exfutbolista como él tal vez podría aportar algo más que gritos, exabruptos y lugares comunes. No estaría de más escuchar de su boca algún argumento futbolístico, alguna clave táctica y alguna explicación técnica que vayan más allá de lo que puede aportar cualquier aficionado amorrado a la cerveza y la tapa en la barra del bar.
-A mí me resulta divertidísimo escucharlo.
-Eso sí, divertido es un rato, pero claro, uno espera cierta profesionalidad en los comentarios televisivos.
-Será que eres muy exigente.
Vivimos momentos televisivos donde a menudo sólo se busca el trending topic, pero sin riesgo ni talento ni elegancia. Lo burdo como meta. La inteligencia desaparecida
-Eso será, pero, en honor a la verdad, también te digo que lo de Camacho parece sólo una anécdota dentro del panorama complicado que se nos está quedando en televisión. Bueno, mejor dicho, tal vez sus comentarios sean también el síntoma de esa tele donde todo vale, sobre todo el ruido, en detrimento de cosas como el mérito, la preparación y la calidad. Momentos televisivos donde a menudo sólo se busca el trending topic, pero sin riesgo ni talento ni elegancia. Lo burdo como meta. La inteligencia desaparecida.
-Cómo te pasas.
-Diría que me quedo corto. En cualquier caso, hay cosas que me preocupan más que lo de Camacho que, como digo, apenas es un síntoma. Aún no entiendo, por ejemplo, por qué en Antena 3 han decidido cargarse un programa de éxito como Ahora caigo, que llevaba casi diez años en antena. Y, para colmo, en su lugar va a emitirse otro de esos culebrones turcos que nos asedian.
-Vuelves tan susceptible como de costumbre. Si todo el mundo los ve, por algo será.
-Son melodramas folletinescos más antiguos que la propia televisión. No entiendo esa pujanza de semejantes productos. Vi el estreno de Tierra amarga, que es el que va a emitirse en lugar del programa de Arturo Valls, como también en su día vi varios episodios de Mujer cuando empezaba a ponerse de moda; una moda que, por cierto, ya lleva un año. De eso llamado Love is in the air mejor ni hablamos porque no aguanté ni diez minutos. Y otro tanto con Mi hija. Pero oye, siguen triunfando. Algo que se me escapa tendrán estas cosas para que las vea media España.
-Quizás sólo es que sirven para evadirse de esta realidad de vacunas, mascarillas, restricciones y políticos mediocres.
-No es mala explicación, quizás un poco populista. En todo caso, otra opción para evadirse es leer un libro, que siempre se ha llevado bastante aunque fuera solamente en verano.
-No sé si eres más borde o más antiguo o más raro.
-Seré de todo un poco. Ahora estoy pensando en irme a Japón.
-Buen viaje, pero allí no tendrán a nadie como Camacho. Adiós.