No es de recibo que te llamen cuando es de noche, por fin los niños duermen y recobras tu libertad. Entre capítulo y capítulo de la última temporada de Homeland, que estoy revisitando por sus nexos con la actualidad, suena el teléfono y decido contestar porque queda poco para las vacaciones. Mi amiga enfurecida vuelve por sus fueros.
- Estoy indignada.
-Qué raro.
-Esta vez no lo comprendo. Acabo de enterarme. Y no doy crédito. El culebrón turco Tierra amarga, que es más previsible que la opinión de un tertuliano, lleva días superando en audiencia a Sálvame.
-Así es, querida. Es un vuelco histórico. No recuerdo cuándo fue la última vez que el programa de Telecinco no ganó por las tardes. Pero ahora Antena 3 ha conseguido lo que parecía imposible. Y lo ha hecho con este culebrón turco, el enésimo, que está por delante en share y que parece que cada día suma más adeptos a su causa.
-Tú mismo me decías hace poco que Tierra amarga es simplemente otro melodrama folletinesco más antiguo que la propia televisión.
-Es que lo es. Y también te decía que se me escapa por qué estos productos están triunfando tanto. Cuando hace un año empezó el éxito imparable de Mujer ya escribí que quizás el motivo eran sus personajes femeninos tan potentes y que desde luego los turcos saben muy bien lo que hacen con este género, ya que lo están exportando a todo el mundo. Luego pensé que simplemente el público quiere evadirse de la actualidad. Pero lo de Mujer ya es historia. Estamos ante una tendencia. Ahora, en una franja tan difícil como la de la tarde, también arrasan con esta telenovela que para mí es peor que cualquier serie española. Sinceramente creo sólo hay una explicación: el triunfo de la tradición.
-¿Una tradición turca cuando dices que su irrupción es un fenómeno nuevo?
-No, la tradición en la forma de narrar. Mujer, Mi hija, Love is in the air o esta Tierra amarga responden a unos patrones narrativos de toda la vida. La historia de desgarro familiar, con malos malísimos y buenos buenísimo de la película. La cosa se enreda por la fatalidad del destino. Y luego, tras innumerables giros en la trama y con cada final de capítulo en alto para enganchar, se acaba arreglando con un final feliz. Sencillo y al pie, como se diría en el fútbol.
-Eso será. O quizás es que el público se ha cansado de thrillers y de crímenes y quiere algo más romántico. Pero en este caso está por delante de Sálvame. Te repito que no me lo creo.
-Precisamente creo que sólo un culebrón turco podía amargar la vida a Sálvame. Aunque, en este caso, también tendrá que ver que el programa estará cometiendo errores.
-Sí, imagino que lo dices por todo lo que soltó Antonio Canales el otro día. Los puso de vuelta y media. Que tienen que renovarse. Que aburren y agotan por estirar los temas. Que no escuchan a la audiencia.
-Parte de razón tenía, aunque también hablaba con rencor, porque lo acababan de despedir en directo. En todo caso, querida, cuando he visto tu llamada pensaba que querías hablar de otra cosa.
-¿Qué es más importante que esto?
-La vuelta de Yurena a la televisión. Sí, esa que antes era Ámbar y antes Tamara.
-Jajaja. Qué recuerdos. Esto me hace pensar en aquello que me comentaste de que ibas a escribir una especie de galería de personajes televisivos. Uno por uno. Todos esos que nos han marcado. Los más cutres, por supuesto.
-Bueno, eso es sólo una idea. Tendrán que aprobarla los jefes del cotarro. Pero ahora, querida, me voy de vacaciones. Hablaremos en septiembre.
-Vale, disfruta de la playa.
-Adiós.
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