El Gran Wyoming ha sido el último invitado de Palo y Astilla, un programa de La Sexta presentado por Mamem Mendizábal. José Miguel Monzón Navarro, nombre real del humorista y presentador de 'El intermedio', de 65 años, ha revelado asuntos desconocidos de su vida en el espacio de Atresmedia.
Uno de los temas que más ha llamado la atención ha sido quizá el referido a su infancia y las carencias que tuvo cuando era pequeño. Su madre sufrió una depresión que la mantuvo alejada de sus hijos, y eso ha acabado pasando factura al presentador con el tiempo: "Esa carencia la he notado de mayor, con mis hijos o con mis parejas, porque afectivamente soy un poco distante. (...) Tuvo una depresión derivada de una maternidad tras otra, cuatro hijos en poco más de cinco años. Las enfermedades no se trataban como ahora, se utilizaban terapias que anulaban al individuo".
La depresión de su madre la mantuvo ingresada en el hospital durante un largo periodo de tiempo, que Wyoming no ha querido especificar. "Para mí era normal ir al sanatorio. Era pequeño y no entendía bien qué pasaba. Además, lo llevaron con cierto secretismo por temor a que la incapacitaran y le quitaran la farmacia", ha dicho. Su progenitora estuvo muy medicada hasta que le dieron sesiones de electroshock, un tratamiento que acabó por incapacitarla.
La depresión de su madre marcó su vida
La depresión de su madre y todo lo que acarreó después fue lo más traumático de la vida de Wyoming y de sus hermanos, algo que también contó en su último libro, tal y como te dijimos en Vozpópuli.
“La primera imagen que recuerdo de ella es entrando en casa con unos tebeos en la mano. Nos dio uno a cada uno. Venía del 'sanatorio', que era como llamamos siempre en mi casa al hospital donde estaba ingresada. No es fácil que un niño de cuatro o cinco años entienda por qué su madre viene de visita y por la tarde se vuelve a marchar. Te decían que estaba mala, pero tú la veías bien. No se prodigaban en explicaciones, por otro lado imposibles, porque tampoco los adultos entendían ni entienden el proceso de la depresión. (…) La medicación fue aumentando y empezaron con tratamiento de 'electroshock'. Nunca se recuperó. Sufrió un deterioro progresivo que la incapacitó del todo”.
Wyoming tuvo que amoldarse después a estar en la casa de sus abuelos, en la que había más personas y a la que llegó usando como medio de transporte el tractor. Allí tuvo que conformarse a un colchón de lana, en el que se hundía, con el orinal bajo la cama, la lámpara con perilla y la inexistencia de váter, en su lugar, un agujero en un cuartucho que daba al piso en el que estaban las gallinas, que devoraban los excrementos.
Actualmente, y ya con sus padres fallecidos, ha asegurado en el programa de La Sexta que sus progenitores estarían "orgullosos" de él: "Les mandaría un mensaje de agradecimiento porque soy un producto exacto de lo que querían que fuera. Se han sacrificado toda la vida para que yo viviera bien".
Padre de tres hijos
El presentador, padre de tres hijos, y hombre polifacético, -licenciado en Medicina y que ejerció como médico, entre otras cosas-, también ha hablado de sus niños, aunque no suele hacerlo: "Estoy muy contento, me llevo muy bien con ellos, todo va bien".
Un futuro incierto en La Sexta
El 30 de marzo de 2006, junto al florecimiento de La Sexta, El Gran Wyoming estrenó 'El intermedio' en La Sexta. Durante el pasado confinamiento, el programa del humorista cumplió 14 años en antena, aunque lo único que sigue igual que en aquellos comienzos es su presentador, y puede que por poco tiempo.
Tal y como pudo saber Vozpópuli en exclusiva, Wyoming desea dejar el formato, a pesar de haber firmado por un año más presentándolo. Según fuentes cercanas a la productora del programa, El Gran Wyoming está cansado de estar al frente de este proyecto que analiza la actualidad política e informativa de lunes a jueves con ese habitual sello de acidez y humor irónico.
Sin embargo, La Sexta no quiere, por ahora, que Wyoming 'se jubile' y además no sabría a quién dejar la responsabilidad de presentar este formato, a pesar de que Sandra Sabatés o Dani Mateo podrían hacerlo perfectamente.