Corría el mes de marzo de 2015 cuando servidor tildaba aquí de "bodrio sin audiencia ni talento" el programa La alfombra roja palace. Por si no lo recuerdan, aquello era la última creación de José Luis Moreno para Televisión Española. Ahora, cuando el ventrílocuo más famoso de España ha sido detenido por su presunta participación en una trama criminal, se habla mucho de ese escándalo y de sus derivados, que no son pocos. Pero se habla menos de lo debido de otro escándalo: la calidad de sus programas.
La alfombra roja palace se canceló poco después de su estreno por "no satisfacer las expectativas de audiencia previstas". Lógica cancelación teniendo en cuenta su burdo contenido. Menos lógico, claro, fue que se contratase semejante programa, que imitaba dos décadas después al exitoso -entonces había poca competencia- Noche de fiesta, también producido por Moreno y emitido por TVE. La broma le costó a todos los ciudadanos un millón de euros, según publicó también Vozpópuli en su día.
Bastante más, unos 3 millones, pagó RTVE en 2017 por contratar Reinas, virgen y mártir, otra serie de la factoría Moreno que versaba sobre la vida de María Estuardo. Cuando se anunciaba esta ficción, se decía que era una coproducción con la BBC (aquí puede comprobarse), pero parece que ni existía tan coproducción. Y en todo caso, después de haber visto medio capítulo, puedo asegurarles que Reinas no está entre las mejores quinientas series de los últimos años.
Algunas de estas contrataciones se produjeron, por hablar de todo un poco, cuando el presidente de RTVE era José Antonio Sánchez, al que ahora la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, vuelve a colocar al frente de Telemadrid... El caso es que a raíz de la Operación Titela por la que Moreno fue arrestado hace unos días estamos conociendo unos cuantos datos jugosos -y presuntos, eso sí- sobre cómo el productor podría haber utilizado supuestamente a contactos en TVE y fuera de ella para lograr contratos públicos. Ahí está la madre del cordero que aquí nos interesa.
El gran escándalo de las televisiones públicas no está tanto en quién se sitúa al frente -que también, ojo, porque lo de Sánchez en Telemadrid o lo de Mateo en RTVE es de traca-, sino en quién, cómo y por qué contrata con ellas
Porque como algunos llevamos denunciando miles de años el gran escándalo de las televisiones públicas no está tanto en quién se sitúa al frente -que también, ojo, porque lo de Sánchez en Telemadrid o lo de Rosa María Mateo en RTVE es de traca-, sino en quién, cómo y por qué contrata con ellas. Ahí está un negocio tan millonario como opaco que lleva demasiado tiempo silenciado. Claro está, por supuesto, que esas contrataciones sospechosas de tener que ver más con la amistad que con la oportunidad se traducen en una peor calidad de los productos televisivos.
Estas prácticas que lindan con los comportamientos mafiosos están detrás de numerosos programas y series -y no sólo de los producidos por Moreno- que nunca jamás deberían haber existido y, menos aún, haberse emitido en televisiones que costeamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Quizás, ya puestos a imaginar, si este modus operandi no estuviera tan extendido nos podríamos haber ahorrado cosas como La alfombra roja palace, como Reinas, como el propio Noche de fiesta o incluso como programas y series que ni podemos imaginar. Ojalá pudieran erradicarse estas costumbres. Pero es más sencillo que en el futuro alguien pague una serie que se emita en una cadena pública y diga que la Cuba comunista es una democracia plena.
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