-Es que es a todas horas. Ocurre en cualquier programa de Telecinco, da igual el día, el horario o la temática. Siempre es lo mismo. A todas horas con Isabel Pantoja y con su finca de Cantora. Es un fenómeno imparable. Y pasa porque a la gente le interesa. Porque media España está enganchada a este culebrón, te pongas como te pongas. No puedes hacer como que no existe.
-Querida, hace diez días, cuando me llamaste para hablarme de la primera entrega de Cantora, la herencia envenenada, con Paquirrín como estrella, ya te dije que no puedo con esa familia y sus desventuras. Es que no me interesa. Cero. Menos que nada.
-Eso no importa. Tampoco te gustarán personajes de los que también tienes que escribir. Esto es noticia. Televisivamente es increíble. Mira las audiencias. Mira la polémica generada en las redes. Mira el interés suscitado. No puedes hacer como que no está pasando.
-Ya conté aquí nuestra primera conversación y con eso ya hay bastante. Tus intentos son estériles.
-No eres justo con tus lectores.
Mi amiga enfurecida, quién si no, volvía por su fueros. Como habrán adivinado, me estaba abroncando por no dedicar más espacio de esta sección al tema que todo lo anega en Telecinco: los problemas de la familia de Isabel Pantoja. Quizás ella tenía razón, todo hay que decirlo, pero no estaba dispuesto a ceder. Pero entonces me vino a la mente una forma de hacerle caso sin renunciar a mis principios.
-Bueno, hay una manera de hablar de Cantora y la Pantoja, sí. Acabo de darme cuenta.
-Ya era hora. ¿Vas a hablar de la gala de La casa fuerte donde Isa llamó a su madre en directo para hablar del tema? Menudo momento.
-No tengo ni idea de lo que me hablas. Pero he tenido una idea mejor. Voy a hablar de la frase "no me grabes más".
-¿Cómo? Pero si eso pasó hace mil años.
-Concretamente hace 17 años. Lo he buscado mientras hablábamos.
-¿Pero a qué viene hablar de eso ahora?
-Al contraste que supone. ¿No te acuerdas de que aquello ocurrió precisamente a las puertas de Cantora?
-Sí, recuerdo cómo ocurrió. Ella se enfadó precisamente porque la habían grabado dentro de Cantora y salió para enfrentarse a dos periodistas. Muy nerviosa, como fuera de sí, les decía "no me vas a grabar más". Cuando uno se descuidó, le quitó la cámara. Fue la leche. Lo recuerda todo el mundo. Pero insisto en que no entiendo a qué viene sacarlo ahora.
-¿Pero es que no lo ves? ¿No te das cuenta del simbolismo que encierran aquellas imágenes de 2003? Mejor dicho, del simbolismo que cobran al verlas ahora. Porque ahora esa finca ocupa horas y horas y más horas de la parrilla de Telecinco. Toda la familia habla sobre la herencia y sobre cualquier otro cotilleo. Ella es una estrella de Mediaset que hasta hace de jurado en un talent show. La videoteca demuestra que veinte años atrás todo era muy diferente. Justo en las puertas de Cantora la Pantoja se quejaba de la presencia de periodistas. Hoy todo el clan alimenta el debate televisivo sobre ese lugar. Es mágico.
-Eres un cínico. No tienes remedio.
-Más cínico es lo suyo, ¿no? Años y años quejándose de Telecinco y ahora vive un idilio con esa cadena. Y, sin solución de continuidad, ahora sacan todos estos trapos sucios y toda esta basura que, por supuesto, conviene a ambas partes, unos por la audiencia y la otra por la pasta.
-La gente tiene derecho a redimirse. Pasó por la cárcel. Y reapareció en Supervivientes. Las cosas han cambiado.
-El negocio televisivo es el mismo. Pero han cambiado los protagonistas que se lo llevan crudo.
-Si lo sé, no te pido que escribas de este tema.
-Tú lo has dicho, no se puede ser injusto con los lectores. Gracias por la idea. Hablamos. Adiós.
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