Este miércoles por la noche servidor sacó fuerzas de flaqueza para asistir al último capítulo de uno de esos programas de Telecinco que arrasa en audiencia y en las redes sociales. Durante una pausa por publicidad recibí la llamada que era inevitable.
-¿Qué tal querida? ¿A qué se debe hoy este honor y a estas horas?
-Pareces nuevo, a comentar el tremendo final de La isla de las tentaciones.
-Lo tremendo es que eso aún se emita en televisión.
-Ya estamos con las críticas elitistas.
-No es elitismo, te lo he dicho muchas veces. Y, por cierto, esa isla es un tentadero.
-¿Cómo dices?
-Tal vez no sepas, querida amiga, algo que yo acabo de descubrir en el diccionario de la RAE. Resulta que el verbo "tentar" incluye, entre otras, dos acepciones que aquí se entrelazan. Una es "probar a alguien, haciendo examen de su constancia o fortaleza" y la otra es "practicar la tienta a un becerro". La tienta es, según el mismo diccionario, la "prueba que se hace con la garrocha para apreciar la bravura de los becerros". O sea, ambas cosas, el programa y lo que hacen a los becerros, son diferentes formas de tentar, de examinar, de poner a prueba. La diferencia es que en una se tienta la fidelidad y en otra la bravura. Por eso digo que esa isla es un tentadero.
-Has perdido el juicio.
La comparación gana enteros porque en este presunto programa la cosa va de cuernos, como en la tauromaquia
-Puede, pero no me negarás que la comparación gana enteros porque en este presunto programa la cosa va de cuernos, como en la tauromaquia.
-Estás muy chistoso y un poco sabihondo. Piensa lo que quieras. A mí el programa me divierte mucho.
-Claro, a mí otras cosas también me divierten, como el circo o los vídeos absurdos de Youtube, pero no por eso me parece que dichas cosas sean necesariamente buenas.
-Dirás lo que quieras. Pero el final de fiesta está siendo apoteósico.
-Querrás decir infame. O lacrimógeno. O bochornoso. O como quieras llamarlo.
-Seguro que ni lo estás viendo.
-Te equivocas. Quería escribir sobre el tema. Así que he armado de paciencia y me he puesto a verlo. Primero ha aparecido una tal Mayka que estaba enfadada con unos tales Pablo y Óscar. Luego el culebrón de una tal Marta y un tal Lester y una tal Patricia y un tal Dani. Y ya cuando estaba viendo lo de unos tales Inma y Ángel he tenido que apagar la tele. No he visto cosa igual en mi vida.
-Qué exagerado eres.
-¿Exagerado? Un grupo de jóvenes esbeltos sin más mérito que su belleza se reúnen en una isla de la República Dominicana para ver si son fieles o no a sus parejas. Se separa a las parejas. Y a los concursantes les tientan con solteros y solteras que intentan dinamitar las relaciones. Una sucesión de traiciones, mentiras y lágrimas. Todo impostado.
-¿Quieres decir que todo es una farsa?
-Todo es una farsa. Y lo que me pregunto es qué pensarán los familiares y amigos de esta gente cuando les vean en televisión. Y cómo es posible que tanta gente vea algo así. ¿Dónde está el interés de esto?
-¿Y Sandra Barneda como presentadora qué?
-Está claro que debería dedicarse más a escribir, ahora que ha sido finalista del Planeta, en lugar de dedicarse a semejantes formatos.
-Mira, ponte como quieras, pero para infame, lacrimógeno y bochornoso lo que se vive estos días en el Congreso de los Diputados, con el debate de esa moción de censura que no sirve para nada aparte de para aumentar la crispación y, por consiguiente, la desafección hacia la política.
-Quizás en eso tengas razón. Que te sea leve lo del tentadero. Buenas noches.
-Buenas noches.
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