Hay vida después de Pablo Escobar. No todos lo tenían claro cuando Netflix anunció que 'Narcos' tendría tercera temporada. ¿Qué se podía contar tras narrar el ascenso y caída del narcotraficante más famoso del mundo? ¿Cómo de emocionante resultaría la próxima historia? Y, sobre todo, ¿a alguien le importaría conocer qué pasó después de la desaparición de 'El Patrón'?
Interés o no mediante, la compañía de 'streaming' lo ha vuelto a hacer. En Vozpópuli hemos tenido la oportunidad de visionar los cinco primeros capítulos de la tanda que se estrena hoy en la plataforma a las 9 de la mañana y podemos transmitir la feliz noticia: la tercera temporada del drama criminal mantiene el nivel de las dos anteriores. Una tarea que no resultaba nada sencilla después de que el brasileño Wagner Moura enamorara a miles de espectadores al encarnar a Escobar y contagiara su falso acento colombiano a medio mundo, además de generar toda una polvareda sobre la memoria y el terror que llegó hasta el propio hijo del 'capo'.
La doctrina de la 'plata y plomo' ya no rige Colombia en este nuevo 'Narcos'. Estamos a principios de los 90. Ernesto Sámper está a punto de tomar posesión en el país latinoamericano. Bill Clinton gobierna en Estados Unidos. Cuatro hombres que se hacen llamar 'Los caballeros de Cali' son los reyes del mercado: controlan el 80% de tráfico de cocaína de todo el mundo. Y lo hacen con unos métodos muy distintos a los de su predecesor: prefieren la discreción frente a la publicidad; la mano enguantada de los sobornos frente a los asesinatos públicos. Neutralizado su mayor rival, es la hora de volver los ojos hacia esa amenaza policial que, durante una corta tregua, se convirtió en su aliada. Los enemigos de sus enemigos ya no son sus amigos.
La doctrina de la 'plata y plomo' ya no rige Colombia en este nuevo 'Narcos'. 'Los caballeros de Cali' controlan el 80% de tráfico de cocaína de todo el mundo... y lo hacen con unos métodos muy distintos
Nuestros ojos son los de Javier Peña, un viejo conocido para el espectador que regresa a las oficinas de la DEA en Bogotá para servirnos de enlace respecto a las anteriores entregas. Peña ha sido aclamado como un héroe en su hogar tras la caída de Escobar, y la Agencia para la Administración del Control de Drogas lo quiere de vuelta para seguir los movimientos del cártel. Pero una vez en territorio colombiano comprobará que las intenciones de las instituciones son muy distintas a las que preveía: se está cocinando un jugoso trato entre los cuatro 'caballeros' y el Gobierno colombiano para evitar un nuevo baño de sangre. Gilberto Rodríguez, el patriarca, está a punto de comunicárselo a sus subordinados.
Ahí reside la esencia de esta temporada. La acción ya no se centra únicamente en una figura carismática que pretende acaparar tanto el poder económico como político como una suerte de Mesías. Hay dilemas morales. ¿Capitulamos ante los 'narcos' para que no mueran más inocentes? ¿Nos llenamos los bolsillos y nos rendimos después?
La interpretación de Pascal, muy correcta, se resiente una pizca al carecer del contrapeso del agente Murphy (Boyd Holbrook) de la primera y segunda entrega. Pero Peña no es, en todo caso, el centro de la historia, más bien su hilo conductor: el relato ha evolucionado hacia una tónica mucho más coral. Todo el mundo acapara minutos de atención: desde los cuatro capos hasta la viuda de un 'traidor'. No hay un solo antihéroe, sólo personajes con múltiples aristas. Porque si algo ha conseguido este 'Narcos' es enseñarnos que en la sombra también se esconden decenas de personajes carismáticos, aunque hasta ahora no conociéramos su historia.
Desde el primer capítulo destaca especialmente el relato del que a primera vista se podría considerar un actor menor: Jorge Salcedo, un hombre de familia con sueños empresariales que acaba convirtiéndose en el jefe de seguridad del cártel. La capacidad de identificarnos con su fascinante historia -que el periodista William Rempel ya relató en 'En la boca del lobo'- convierte a la figura de Jorge en una de las veletas morales del relato junto al propio Pascal, pero de una manera más realista, quizá por no plegarse al misticismo del clásico héroe americano que sigue encarnando el agente de la DEA.
Pese al cambio de rumbo, 'Narcos' sigue manteniendo muchas de sus señas de identidad. Es una serie pedagógica que nos ilustra sobre la historia del narcotráfico en Colombia y que, de paso, nos coloca frente a sus repercusiones a escala mundial. Mantiene el defecto de pasar gran parte de esta historia por el colador de los Estados Unidos, un traspiés perdonable en una entrega en la que la realidad latinoamericana está más presente y en la que, además, resulta veraz. La política queda, no obstante, en un plano más secundario hasta la mitad de la temporada... y eso que los 'narco casettes' de Sámper proporcionan material de sobra.
Si algo ha conseguido este 'Narcos' es enseñarnos que en la sombra también se esconden decenas de personajes carismáticos, aunque hasta ahora no conociéramos su historia
La creación de Chris Brancato, Carlo Bernard y Doug Miro también continúa haciendo gozar al espectador con una brillantez técnica que no pasa desapercibida. Los buenos planos, los juegos de luces y los homenajes a los gángsters de la gran pantalla abundan. Mención especial merece la tensa escena protagonizada por Pêpê Rapazote en una peluquería dominicana del barrio neoyorquino de Queens, con un desenlace de infarto. Ver una hora de 'Narcos' es un gozo para cualquier amante del género.
Sabor español en un reparto muy masculino
La amplitud del reparto ponía en bandeja que Netflix apostara por el talento español. En esta tercera entrega, el equipo de casting de la serie se ha decantado por Javier Cámara y Miguel Ángel Silvestre para dar vida a Guillermo Pallomari, contable del cártel, y a Franklin Jurado, responsable del lavado de dinero de la organización en diversos paraísos fiscales. Y el resultado es desigual: mientras que Cámara resulta poco convincente en algunas escenas por su dudoso acento y su extraña vis cómica, Silvestre sale airoso del encargo en su interpretación de un refinado criminal de corbata.
En un reparto con exceso de testosterona, la escasez de roles femeninos y su estrechez se hace notar. Al igual que en el 'Narcos' inicial, donde apenas sobresalían figuras como la de Tata y otras mujeres del entorno de Escobar, volvemos a encontrarnos con féminas reducidas a papeles estereotípicos -salvo la periodista, el resto de mujeres se limitan a ser madres, viudas, esposas, parejas-, algo que quizá sea consecuencia inevitable de la realidad social de la época y del reducido impacto que la mujer tenía en los círculos del 'narco'.
La mayoría de estas actrices, no obstante, ofrecen unas interpretaciones más que correctas dentro de lo limitado de sus arcos: desde la María Salazar de Andrea Londro, que se 'vende' por su hijo pequeño y por su supervivencia, hasta la desesperada Christina de Kerry Bishé.
En un reparto con exceso de testosterona, la escasez de roles femeninos y su estrechez se hace notar. Volvemos a encontrarnos con féminas reducidas a papeles estereotípicos
A los ya habituales Pascal y Eric Lange (Bill Stechner) se unen Alberto Ammann (Pacho Herrera) y Damián Alcázar (Gilberto Rodríguez Orejula), dos personajes que ya hicieron acto de presencia en la segunda temporada y que, en esta ocasión, sobresalen en sus respectivos registros -de elegante hombre hecho a sí mismo a respetado capo con ínfulas de grandeza-. También regresa Navegante (Juan Sebastián Calero), ese violento pero cómico guardaespaldas que traicionó a 'El Patrón' para pasarse al lado ganador.
Y los 'nuevos' no decepcionan. El luso Pêpê Rapazote intimida como Chepe Santacruz. Matías Varela, sueco de raíces gallegas, brilla como el atribulado Jorge Salcedo. El venezolano Francisco Denis cumple como un Miguel Rodríguez Orejuela que trata de controlar su ira ante el giro imprevisto de los acontecimientos. El guatemalteco Arturo Castro llega a aterrorizarnos con su retrato del impulsivo hijo de Gilberto. Sorprende descubrir que la mayoría no son colombianos. No sería extraño, sin embargo, que volvieran a contagiar del acento latino a media audiencia a partir de hoy.