Hay una máxima que rige siempre en televisión: cuando algo funciona es mejor no cambiarlo y estirarlo todo lo que se pueda. Desde hace años nos hemos acostumbrado a que los programas de éxito tengan sus diferentes versiones protagonizadas por famosos, niños o abuelos. Podría parecer que estas sempiternas ediciones de los concursos exitosos van a cansar al público, deseoso de ver contenidos novedosos. Nada más lejos de la realidad.
Cuando todavía no habíamos tenido tiempo de digerir el anunciado final de la versión Celebrity que ganó Raquel Meroño, la factoría Masterchef ya nos anunciaba que la próxima semana empieza la edición Júnior pero, al mismo tiempo, sabemos hace días que también está lista la versión de Abuelos en la cocina. Uno se pregunta qué sería de la audiencia de Televisión Española sin este programa y sus derivados.
Es asimismo obligatorio reparar aunque sea fugazmente en que el concurso de los fogones es lo único que ha funcionado en la cadena pública durante la etapa de Rosa María Mateo como administradora plenipotenciaria. Y, ya puestos, te viene a la cabeza qué carajo va a ocurrir con la esperadísima y largamente postergada renovación del consejo de administración de RTVE. Pero esa es harina de otro costal.
Este mismo jueves también se estrena la segunda edición de lo que se ha dado en llamar 'La voz sénior', que consiste, para quien no viera la primera, en calcar el programa original pero con concursantes de más de 60 tacos
La cosa es que, aparte de las mil y una versiones de Masterchef, este mismo jueves también se estrena la segunda edición de lo que se ha dado en llamar La voz sénior, que consiste, para quien no viera la primera, en calcar el programa original -que, por cierto, terminó el pasado viernes con la sorprendente victoria de Kelly en detrimento de Johanna- pero con concursantes de más de sesenta tacos. También cambian los entrenadores, salvo Antonio Orozco, claro, que es fijo en la alineación pase lo que pase.
A priori parece bastante lógico pensar que esta costumbre de estirar tanto los formatos con versiones segmentadas por edad o por fama conllevaría el riesgo de agotar a los espectadores, que se hartarían del concurso de turno por ver lo mismo una y otra vez. Sin embargo, los datos de audiencia sentencian exactamente lo contrario. Las ediciones parceladas funcionan cada vez mejor. Es inexplicable, pero es así.
Hemos padecido cosas como 'Gran Hermano Vip', sí, pero todavía a nadie se le ha ocurrido montar 'El hormiguero kids' o 'Al rojo vivo para abuelos'
Por ahora este fenómeno ocurre solo con los concursos. Quiero decir que hemos padecido cosas como Gran Hermano Vip, sí, pero todavía a nadie se le ha ocurrido montar El hormiguero kids o Al rojo vivo para abuelos. Tiempo al tiempo, porque ya sabemos que en la tele todo es posible por inconcebible que nos parezca.
Malos tiempos para la originalidad en los concursos. Esto es un negocio donde el share manda. Y, bien mirado, duele pensar qué otros formatos podrían parir los cráneos privilegiados que andan sueltos en algunos despachos. Larga vida, por tanto, a estas versiones de niños, abuelos, famosos o lo que haga falta.
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