Televisión

Llegó la hora de cambiar las retransmisiones del fútbol (no pueden ser más aburridas)

En televisión hay pocas cosas tan emocionantes como un buen partido de fútbol. Sin ir más lejos, esta misma semana Televisión Española ha emitido con éxito de público las dos

En televisión hay pocas cosas tan emocionantes como un buen partido de fútbol. Sin ir más lejos, esta misma semana Televisión Española ha emitido con éxito de público las dos semifinales de la Liga de las Naciones. En ambos casos fueron duelos vibrantes que, de no ser porque estamos ante un título menor, se quedarían para siempre en las memorias de los aficionados. Sin embargo, ni en el Italia-España ni en el Bélgica-Francia hubo nada reseñable desde el punto de vista meramente televisivo.

En el segundo de esos duelos lo más parecido a una innovación en la retransmisión fue un plano desde atrás del portero belga, Courtois, cuando se disponía a recibir el lanzamiento del penalti que transformó Mbappé. El resto de imágenes, de tiros de cámara y de planos fue el mismo. Sí, ese mismo planteamiento inamovible que lleva funcionando toda la vida (al menos la vida de los que somos jóvenes).

Llegó la hora de cambiar las retransmisiones. Porque las de ese modelo no pueden ser más aburridas. Y nótese que no estoy hablando, pese a lo que algunos quisieran, de sustituir a los veteranos comentaristas como Carlos Martínez o Juan Carlos Rivero. Aquí no se trata, como ocurre en las redes, de linchar a veteranos profesionales por las filias y fobias del personal tuitero, sino de analizar cómo se emiten los partidos de fútbol y, sobre todo, imaginar cómo podrían emitirse.

No hace falta ser un lumbreras para concluir que las retransmisiones actuales son romas, repetitivas, más antiguas que el mismo juego que nos cuentan y, por ello y como ya hemos dicho, tediosas

No hace falta ser un lumbreras para concluir que las retransmisiones actuales son romas, repetitivas, más antiguas que el mismo juego que nos cuentan y, por ello y como ya hemos dicho, tediosas hasta el paroxismo. Ni tampoco hace falta ser Houdini para adivinar que podrían ser mucho más innovadoras, divertidas e incluso deslumbrantes si los realizadores de la cosa decidieran dar el paso de cambiarlas. Un poco de atrevimiento, por favor.

Teniendo en cuenta las enormes posibilidades que ofrece la tecnología hoy en día -ahí está el propio VAR como ejemplo-, es solo cuestión de voluntad. Imaginen conmigo, por ejemplo, que por fin se utilizasen más las cámaras aéreas con drones que empezaron a usarse hace tiempo pero pronto cayeron en desuso. Imaginen que mientras asistimos al partido pudiéramos ver a la vez, mediante la vieja técnica del recuadro, qué pasa en los banquillos.

Ya puestos, parece bastante sencillo vislumbrar cómo sería una realización con cuatro enfoques diferentes emitidos a la vez de modo que cada espectador, desde su casa, pudiera elegir qué plano mirar. ¿Acaso no ocurre ya lo mismo con la posibilidad de escuchar diferentes emisoras radiofónicas? ¿Por qué, por otra parte, los espectadores no pueden escuchar más y mejor lo que se dice desde los banquillos? Sería tan sencillo como colocar micrófonos y cámaras fijas o móviles cerca de los entrenadores y los suplentes. Y así con un largo etcétera de opciones inexploradas.

¿No resultaría mucho más atractivo ver un partido de fútbol si se pusieran en marcha estas u otras muchas posibilidades de innovar? ¿Tan extraño es pensar que desde detrás de las cámaras se pueden hacer las cosas de otra manera?

No se trata de desnaturalizar o espectacularizar demasiado este deporte. Es obvio que en el fútbol los protagonistas deben ser los futbolistas. Pero en un juego con semejante dimensión y, sobre todo, con tantos millones de espectadores potenciales, la forma de retransmitir los encuentros se antoja más que relevante. Y, en puridad, los encuentros se emiten en televisión hoy igual que hace diez años. Eso debe y puede cambiarse. Esperemos que sea cuanto antes, por el bien de los espectadores y del propio fútbol.

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