No es muy habitual que alguien te llame a las 23.35, pero tratándose de mi amiga enfurecida ha tenido que aceptar cualquier cosa como posible. Hablaba atropellada, como siempre, pero en esta ocasión había algo chispeante en su voz, como si estuviera disfrutando de un placer prohibido.
-¿Lo estás viendo? ¿Estás viendo el mejor reality show que se ha inventado jamás? Dime que sí, dime que estás ante el televisor, sentado en tu cómodo sofá, sin poder despegarte de lo que ves, alegre ante tanta diversión, feliz, completamente enganchado como estamos yo y media España a esta delicia que es La última tentación.
-Siento decepcionarte. Es verdad que estoy en el sofá, sí, pero feliz porque me acabo de terminar el libro No digas nada, de Patrick Radden Keefe, que quizás sea lo mejor que se ha escrito sobre memoria y terrorismo. Ahora que tanto se habla del relato, este libro me parece obligatorio. Cuenta la historia del conflicto de Irlanda del Norte con pelos y señales. Es brutal. Una maravilla. Tendría que ser una lectura en los colegios porque...
-Ya está el cultureta. Bien, muy bien lo del librito irlandés, pero ahora mismo dejas el onanismo literario y enchufas Telecinco para ver esto, porque esto sí que es maravilloso. Y no te hagas el tonto, sabes de lo que hablo.
-Conozco la idea de La última tentación, que es algo así como meter en una coctelera a los concursantes más controvertidos de las sucesivas ediciones de La isla de las tentaciones, o sea el tentadero llevado al paroxismo. La locura total. El delirio máximo. Tu sueño. Pero no el mío, querida.
-El sueño de media España, te repito. ¿Tú sabes lo que va a ser juntar otra vez a Isaac y Lucía con Jesús y Marina? ¿Y lo de Christofer y Fani? Nada puede igualar esto, querido. Nada.
-Bueno, de gustos hay mucho escrito, pero algunos no tenéis remedio. No entiendo como tú y esa media España a la que dices representar puede interesarse siquiera un minuto, aunque sea como mera diversión y por echarte unas risas, como sueles decir, por las ideas y venidas sentimentales de esta recua de personajes que sólo busca el dinero fácil y la fama. Es que no lo puedo entender.
-Mira, querido, aparca tus prejuicios y céntrate en el análisis televisivo. El programa está hecho a las mil maravillas. Producción y postproducción sobresalientes. Realización inmejorable. Guión de infarto. Con polémica asegurada a cada minuto. ¿Qué más se puede pedir?
-Es difícil aparcar los prejuicios ante semejante programa. Te diré que una cosa es que esté bien hecho, porque en los realities no hay quien lo haga mejor que Telecinco, y otra cosa es que sea un buen producto. Pero ese es un debate muy largo. Me niego, te pongas como te pongas, por principios o por prejuicios o por lo que sea, a ver La última tentación. Me niego a ver a los tentadores y estas cosas.
-Ves, ya ni sabes de lo que hablas. Estás cegado. Este año ya no hay tentadores para poner a prueba a las parejas. Se trata de ponerlas a prueba con exnovias y exnovias.
-O sea, de revolver la mierda. De buscar el conflicto a cualquier precio. De enfrentar a estos seres entre sí para ver cómo se insultan o si incluso llegan a las manos. Es que es ridículo todo esto. No hay justificación. No hay excusas. No entiendo qué hacemos hablando a estas horas de este programa que, repito, me niego a soportar.
-Tarde o temprano, tendrás que escribir sobre ello, porque va a causar sensación, de hecho ya la está causando.
-Bueno, tal vez, pero por ahora prefiero contar, y gracias a ti, que es mejor no ver semejante estupidez. Adiós.
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