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¿Por qué cierra Altadis su última fábrica de cigarrillos en España?

En noviembre dejó de funcionar la planta de Agoncillo (La Rioja), que daba trabajo a más de 450 personas, y ahora ya sólo queda la factoría de Santander, en la que se elaboran puros y puritos mecanizados

  • Cartones de tabaco en un almacén.

El 30 de noviembre de 2016 será una fecha tristemente recordada por los vecinos de Agoncillo, una localidad riojana situada a 14 kilómetros de Logroño en la que viven unas 1.200 personas. Ese día dejó de funcionar la fábrica de cigarrillos que Altadis tiene en el polígono industrial El Sequero, donde se elaboraban marcas de tabaco rubio y negro que en un buen porcentaje se destinaban a la exportación.

La de Agoncillo era la última planta que Altadis tenía en funcionamiento en España. Ahora sólo queda una factoría situada a las afueras de Santander, que da trabajo a unas 250 personas, y donde se elaboran puros y puritos mecanizados como Farias, Dux o Vega Fina.

La compleja situación que atraviesa el mercado de tabaco y la caída de las ventas de cigarrillos (más del 45 por ciento en los cinco últimos años) han obligado a Altadis a abandonar la producción en la fábrica riojana.

Fuentes de Altadis consultadas por Vozpópuli han señalado que la “excesiva” presión regulatoria que recae sobre el tabaco y el notable incremento del comercio ilícito, cuyo índice se estima actualmente en más de un 10 por ciento de las ventas legales, han tenido que ver con la decisión de clausurar la planta de Agoncillo.

De los 466 trabajadores que formaban parte de la plantilla del centro de La Rioja, 204 de ellos se prejubilarán, 152 tienen opción de trasladarse a la fábrica de puros y puritos mecanizados de Santander, 32 a la factoría de Imperial Tobacco en Alemania, 106 a las dos de Polonia y 25 a las áreas de Ventas y Oficinas Centrales en Madrid. Los trabajadores que no deseen trasladarse o no entren en los cupos de las plazas ofertadas, podrán acogerse a una baja incentivada.

La empresa y los sindicatos negociaron las condiciones del cierre de la fábrica, pero la noticia cayó como un jarro de agua fría entre los habitantes del municipio.

El alcalde, Eduardo Fontecha, ha explicado a este periódico que la planta de El Sequero, que llevaba en funcionamiento desde 1978, era un referente para todo el pueblo y generaba importantes recursos tanto para las arcas municipales como para la actividad de la zona.

“La fábrica de la antigua Tabacalera era uno de los principales pulmones económicos. Los vecinos la tenían como suya y la noticia del cierre ha sido un duro varapalo para nosotros”, asegura el regidor.

Fontecha cree que la planta podría haber seguido funcionando, aunque hubiera tenido que hacer frente a un duro plan de ajuste de personal. “El Ayuntamiento hizo una declaración institucional de apoyo a los trabajadores y estuvo en todo momento a su lado, pero al final poco más se ha podido hacer”, concluye.

Desde Altadis insisten en que el cierre era inevitable porque la caída de las cifras de negocio en los últimos años han sido espectaculares. Hace treinta años había trece fábricas de cigarrillos en España y ahora sólo queda la de Santander, que es de puritos. En ese tiempo se han destruido más de 6.000 puestos de trabajo.

“El tabaco”, explica un portavoz de la compañía, “es un producto que está hiperregulado, parece que no hay descanso cuando se trata de acosar al tabaco y a los fumadores. Y parece que no se tiene en cuenta que el tabaco genera 60.000 puestos de trabajo en España y es la quinta fuente de ingresos del Estado, aportando más de 9.000 millones de euros a las arcas públicas”.

Por otro lado, durante la última década los gobiernos del PSOE y PP han aumentado progresivamente la fiscalidad de los cigarrillos y han hecho de las cajetillas de tabaco el producto más gravado en España, lo que ha disparado su precio.

Aparte de un IVA del 21 por ciento, el tabaco está sujeto a un impuesto específico y otro que consiste en un porcentaje sobre el precio de venta al público. Todo ello hace que casi el 80 por ciento del precio de las cajetillas corresponda a impuestos.

Las leyes contra el consumo de tabaco y la cada vez mayor concienciación sanitaria son otros de los factores que inciden en la actividad de un sector castigado también por el incremento galopante del contrabando.

A la proliferación de fábricas clandestinas dedicadas a la producción de cigarrillos se suma un nuevo fenómeno: la venta de hojas de tabaco picado a través de Internet.

Según datos proporcionados por Altadis, con estas actividades ilícitas, que superan el 12 por ciento de las ventas legales, el Estado deja de recaudar unos 900 millones de euros al año.

“Somos muy activos en la lucha contra el contrabando y colaboramos intensamente con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Reconocemos la labor de la policía en los últimos años, pero el contrabando sigue siendo una grave lacra social”, destaca la compañía tabaquera.

 

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