Su casa, en Moncloa, es un lugar ocupado por libros y bicicletas. Estanterías en las que se dejan ver ejemplares duplicados de un mismo título y en las que, casi como un pisapapeles, es posible ver la estatuilla del Premio Planeta que conquistó en el año 2006 por su novela La fortuna de Matilde Turpin.
Maestro en la excentricidad, dicen, pero más aún en el uso de una narrativa psicológica, Álvaro Pombo (Santander, 1939) ha decidido volcar su eterna reflexión sobre lo individual y lo colectivo, esta vez sobre el ruedo político. Tal y como hiciera en la campaña política de 2008, el escritor santanderino vuelve a ser cabeza de lista por Madrid para el senado por el partido político UPyD. Y sobre eso, entre otros temas, se diluye esta conversación de sábado por la tarde.
Habla Pombo en estas líneas sobre el papel ciudadano y político del escritor. Pero también sobre la vigencia y el sentido del quehacer político del intelectual en un momento donde el mundo de explica en 140 caracteres, todo ello, envuelto en su acre y brillante lenguaje, tan ágil en el papel como en el habla. Esta será “la madre de las campañas”, ha dicho el escritor al grito de camaradas hace poco menos de diez días. Sin embargo, para Pombo queda mucho, mucho más por decir acerca de los días que están por venir.
-El intelectual comprometido con la política parece una imagen ya superada de la modernidad. La sociedad ya no ve en el intelectual una guía. ¿Cuál puede ser el papel ciudadano del intelectual?
-En España hay una tradición del intelectual y la política. La generación de Ortega y Gasset hizo política. Ortega, Marañón, la generación del 27… La generación del 98 también estuvo metida en política, luego estuvo la época franquista, en la cual no hizo política más que Franco. Sartre consideraba que uno tenía que comprometerse y que el problema ético más importante era ‘¿me uniré o no me uniré al partido comunista?’. Althusser, por ejemplo, llegó a decir ‘un comunista nunca está solo’ y parece que ésa era una alternativa: o la soledad o participar en un movimiento político comunitario. Un comunista nunca está solo… ¡Un pepero nunca está solo también podríamos decir!
-Un debate en el que se tocan muchos palos a la vez.
-A ver, estamos muy comprometidos con la política todos, todo el tiempo, porque somos ciudadanos, porque vivimos en ciudades y el hombre es un animal político. El compromiso político, con la polis, con nuestros coetáneos, es connatural a menos que te metas en una torre de marfil.
-La pregunta sería si el intelectual debe estar comprometido con la política de partidos.
-Esa es una pregunta distinta, porque se puede estar comprometido políticamente y permanecer al margen. ¿Tiene uno que estar comprometido con la política de partidos? ¿Con uno de los cinco partidos? Desde luego que no. Uno tiene que votar o abstenerse, porque con la abstención también vota. ¿Debe de ser uno como intelectual miembro de un partido? Puede ser que se haga la crítica mejor desde fuera.
-Quizás hace 60 o 70 años, cuando todo estaba por reconstruirse, cuando no había ocurrido la primavera de Praga, cuando el caso Padilla no existía, cuando Vargas Llosa todavía podía ser de izquierdas…
-En ese entonces los escritores se comprometían políticamente. Vargas Llosa se comprometió, pero se desencantó y cambió. Gabriel García Márquez se comprometió con la revolución cubana. Por ejemplo, Borges, que es interesante. A Borges se le ha considerado siempre como de derechas, cuando en realidad no lo era, aunque dijo, cuando lo de los militares, que ahora habían venido unos caballeros que estaban en el poder, pero vamos, era una putada de Borges. Bioy no estuvo nunca estuvo comprometido con nada. Hoy, por ejemplo, los escritores pueden estar comprometidos, por ejemplo, con el análisis en prensa de la violencia, pero no con un partido político…
-El escritor o la figura del intelectual que sabía de todo mutó en el especialista, en el opinador…
-La figura del escritor se ha desacralizado, desmitologizado. Eso es bueno para el escritor. Hace 20 años, en los años 90, te llamaban de los periódicos para preguntarte acerca de casi todo: el uso de la píldora, los anticonceptivos, la homosexualidad, la guerra de palestinos e israelíes. Ninguno estábamos preparados para contestar a todo. La gente hoy sabe más cosas. La ciudadanía, como usted dice, sabe más cosas. No hace tanta falta una opinión autorial. Los medios, la red, las redes sociales, todo eso, ha quitado sustancia a los autores. El autor es uno más entre miles de opinantes. No es que no existan escritores de la talla de Octavio Paz, es que nadie ve la necesidad de que estén todo el tiempo en la palestra opinando sobre cosas…
-Sin embargo, hay una cierta orfandad. Usted lo dijo la semana pasada. Estamos en la madre de las campañas, hay una exaltación de la participación, de las redes sociales, de que todo el mundo está indignado, pero en el fondo, parece un simulacro de participación.
-Y sólo hablan quienes tienen el poder … ¿es lo que me quiere decir?
-A ver, vamos al 15-M, ¿eso le parece participación?
-Depende, en países con grandes necesidades, por ejemplo en Irán, con aquellas algaradas, daba la impresión que había mucha participación de los ciudadanos a través del twitter y nosinformaban de lo que pasaba en Irán ciudadanos anónimos usando 140 caracteres. Lo de España, lo del 15-M me ha parecido muy barato, muy poca cosa.
-¿En qué aspecto?
- Además de cosas muy insensatas, los del 15-M no dijeron cosas que no hubiese dicho UPyD ya, como por ejemplo cambiar la Ley electoral, y UPyD es un movimiento dentro del sistema.
-Este residuo del 15-M tenía un discurso anti-político y hay experiencias que demuestran que el discurso anti-político genera experiencias traumáticas. Verbigracia, Berlusconi. En el caso de España, habría que reivindicar la política más que nunca.
-Yo lo hago. Reivindico la actividad política con todas las cautelas que se quiera. Y ese es uno de los motivos por los cuales hoy apoyo a un partido como UPyD, porque es un cambio de paradigma. Si salen las cosas bien, UPyD va a reivindicar una política de criticar a los dos grandes partidos, porque se puede criticar a los dos grandes partidos. Incluso uno puede querer que gane el PP o que pierda el PSOE, sin embargo, uno quiere objeciones y hay cosas que contestar y rebatir. Eso puede canalizarse a través de los partidos.
-¿Qué hace Pombo en UPyD?
- A mí me parece que UPyD es un partido nacional de centro, centro-izquierda si se quiere, muy de centro, que hace esa función, que reivindica la política. Por eso estoy ahí. Los grandes partidos también son necesarios, a veces. Hay que recordar las palabras de Alfonso Guerra, si se mueven no salen en la foto, y creo que les pasa un poco eso. Ahora el partido socialista, por ejemplo, está en un estado de descomposición, han tenido una gran derrota electoral en las autonómicas, Zapatero ha tenido que dejarlo. Estamos en una situación fea en España.
-En términos políticos, ¿qué debe de hacer el próximo gobierno con la cultura? ¿Qué habría que hacer con el ministerio de cultura?
- Vamos a ver, estamos en un momento de control de gasto y hay mucho gasto suntuario en el mundo de la cultura. La cultura se compone de las diferentes obras que van haciendo el conjunto de los pintores, creadores o no sé quiénes. La necesidad que tenemos de que nos financien no me parece tan importante, me parece más importante el empleo. Me parece más importante la política que la cultura, que me aburre bastante. Sí, la cultura necesita un cierto apoyo, pero con prudencia. No tengo gran fe en la excesiva cantidad de subvenciones, parece que es un ideal de los políticos de la izquierda… parece que la izquierda es muy culta y cree en eso… en las subvenciones.
-¿Cómo se entiende que la socialdemocracia acuda hoy al descalabro del que se suponía su gran logro, el Estado del Bienestar?
-La socialdemocracia y el Estado del bienestar han sido grandes logros pero también grandes sistemas corruptos. Han vivido del cuento, mucho. Por ejemplo, en Inglaterra. Yo conocí la Inglaterra laborista. El gasto en cultura era increíble. En Londres, con conferencias maravillosas, donde la cultura era gratis, pero eson en verdad cuesta. Esas cosas no se pueden sostener a la larga y en la política hay que decidir prioridades y es más importante que las familias tengan una renta per cápita determinada. Por ejemplo el paro, es más importante… El Estado del bienestar cubre necesidades muy básicas y de ahí se cubre todo lo demás.
-¿En qué momento la socialdemocracia fracasó en su gran proyecto?
-Aquí , en España, desde luego, que Zapatero fracasó. No lo logró. Zapatero y su grupo político. No lo supieron hacer.
-¿Ha sido un fracaso ideológico, económico…?
-Político. Hemos tenido siete años con una crisis, sí, pero también con torpezas políticas del partido gobernante.
-En su obra narrativa, las mujeres son los personajes con más sustancia. Rosa Díez… ¿le da la razón?
-Completamente. Rosa Díez me da la razón, que las mujeres son más listas que los hombres, o más vivas, o más luchadoras, o más divertidas. Es que la verdad, Rosa Díez, comparada con la mayor parte de los que vemos en la televisión, ¡por favor!, es más divertida, es más agresiva, es más lista, es más mala inclusive. Esperanza misma, Esperanza Aguirre. ¡Es mas divertido ver a Esperanza Aguirre que ver a Gallardón! Sí, es un cambio de paradigma pero no como lo hizo el PSOE, que lo hizo muy mal. No en ese plan de cuatro niñas y cuatro niños. Doce niñas y doce niños, porque entonces terminamos teniendo cuatro niñas idiotas, porque las niñas son tan tontas como los niños… Lo de las cuotas es que es una engañiza para las propias mujeres. Es una especie de machismo buenista. Algo como ‘Nosotros, los hombres, vamos a daros, chatas, chicas, la oportunidad’. ¡Una leche! Ángela Merkel… a ella no le han dicho es tu oportunidad ahora.
-En ese aspecto, la política de hoy entonces va un poco de la mano con cosas que ha contado en sus novelas…
-Sí, he contado un poco esto en mis novelas y Rosa Díez me da la razón en esto. Hay otras: María Dolores de Cospedal es una mujer muy echada pa’lante. Pero hay muchas. Hay bastantes mujeres que animan el cotarro político mejor que los hombres. A mí las que menos me gustan, sin ánimo de ofender, son las de cuota de los socialistas. Es que lo de cuota salió de pena. Pero es cierto que ha habido una época de ‘tú cállate, que calladita estás más mona’, pero si es que hasta Neruda… ‘me gusta cuando callas porque estás como ausente’. Pues no.
-¿Cuánto ha cambiado la España del 77, cuando usted regresó de Londres, a la de ahora?
-Con Franco teníamos muy poca conciencia política. Éramos muy inexpertos. Teníamos mucha desorientación. Se dice estábamos muy vivos políticamente y que ahora hay un poco de aplanamiento. Había la idea de que había que construir una democracia. Una parte de ese país ha envejecido pero ha aparecido otra generación. En UPyD hay mucha gente joven. También creo que ha habido una especie de ralentización. Por otra parte, la euforia económica es muy mala. Cuando había dinero todo parecía que iba bien, cuando estábamos haciéndonos aquellas casa feas parecía que todo iba bien y de pronto ya no pisos, ya no hay hipotecas, ya no hay trabajo. Se vino abajo todo.
-¿Entonces?
-Cada vez que hay elecciones uno espera cambios. Yo digo que esta es la madre de todas las campañas y lo digo yo personalmente porque he intervenido en política personalmente. Lo hice en la anterior, desde la primera en que apareció Rosa Díez, cuando me presentaron como senador, como ahora. Pero da igual, hubiese podido presentarme también a estas elecciones como pegacarteles. Era una cuestión de visibilidad y sigue siendo así. Ahora estoy de senador, de cabeza de lista para el senado, por Madrid, y bueno no es que me importe mucho, saldrá aprobado hoy o mañana, no es que me importe mucho. Preferiría no salir yo, lo que sí quiero es que salga UPyD. Porque lo que quieren hacer es un contrapeso a los dos partidos y eso es sano, es muy sano.