El presidente de la Generalitat aprovechó la visita de Mariano Rajoy a Cataluña para dedicarle una jugada sorpresa: el anuncio de la celebración de un acto institucional que funcionará a modo de ultimátum antes de convocar oficialmente el plebiscito separatista. "Nos ha querido dedicar esta bofetada en plena visita del presidente del Gobierno", señala una fuente de la Moncloa.
Moncloa se espera varios golpes de efecto por parte de Generalitat para transmitir la idea de que el Gobierno central no se mueve y se niega al diálogo. Rajoy ha mostrado siempre dispuesto a negociar y conversar sobre todo lo que haga falta, "siempre y cuando no se aborde el monotema del plebiscito", insistía este mismo viernes el portavoz del Ejecutivo, Íñigo Méndez de Vigo.
El presidente del Gobierno ha pasado unas horas en Barcelona, con motivo de la inauguración del Salón del Automóvil, ha compartido mesa con Puigdemont, se han fotografiado dándose la mano, no han sonreído mucho y han compartido ceremonia inaugural del acontecimiento junto a cientos de representantes de la industria del motor. El presidente del Gobierno advirtió en su discurso contra "las tentaciones de desconexión" en un mundo globalizado.
Ha sido en este momento de forzosa distensión cuando la Generalitat ha deslizado el anuncio de la celebración de este acto en Madrid, en el que tomarán parte los tres 'primeros espadas' de la Generalitat, el presidente Puigdemont, el vicepresidente, Oriol Junqueras, y el conseller de Exteriores, Raul Romeva. El acto se celebrará el próximo día 22, en la Caja de Música, una dependencia municipal, que la alcaldesa Manuela Carmena ha prestado gustosamente a estos efectos.
"Cama, tranquilidad, hablemos, no planteemos las cosas en términos de última oferta", señaló este viernes el ministro portavoz Méndez de Vigo. "Somos un Gobierno dialogante pero respetaremos el ordenamiento jurídico", añadió. Puigdemont ha insistido en los últimos días en varias ocasiones en su empeño por celebrar un nuevo encuentro con Rajoy. Moncloa lo rechaza. Ya se celebró una entrevistas secreta en enero en la que el presidente de la Generalitat no se apeó de sus reivindicaciones secesionistas.
Una fórmula flexible
Puigdemont había anunciado este jueves, en vísperas de la visita de Rajoy, que se disponía a presentar "una fórmula flexible", un intercambio de criterios con el Gobierno central con el referéndum como eje. Moncloa nada tiene que hablar sobre la celebración de un plebisicto que, insiste Rajoy, es ilegal e imposible. Las presiones de Puigdemont se observan como gestos evidentes e desesperación por parte de los independentistas.
El recurso al chantaje económico es nuevo. El secretario de Hacienda de la Generalitat hablaba esta semana de que "tenemos 50.000 millones de deuda con el FLA. Si el Estado quiere recuperar algo de ese dinero, además de lo que le corresponda a Cataluña por el billón de deuda española, tendrán que sentarse a hablar".
La Generalitat está desesperada, piensan en Moncloa, de ahí estos anuncios continuos en forma de "última oportunidad" antes de dar el paso a la convocatoria de la consulta. "No vamos a dejarnos llevar por esta estrategia desesperada", dicen en el Gobierno central. "Cada paso que den, tendrán enfrente al Gobierno y a la acción de la Justicia".