Una joven madrileña de 18 años pasa sus vacaciones en A Pobra do Caramiñal (Galicia) con su familia. Son las fiestas del pueblo y ha salido con unas amigas. Se retira antes de las 2 de la madrugada del lunes 22 de agosto y se esfuma sin dejar rastro aparente. Desde ese momento, el nombre de Diana Quer salta al panorama informativo.
Han pasado ya casi tres meses de eso y los investigadores la han buscado en casas y fábricas del municipio y los alrededores sin éxito. El rastro digital que dejó el teléfono móvil de la joven es, de momento, la pieza clave de este caso. Precisamente, esas señales sitúan al terminal en otro punto de Galicia: Taragoña, a 20 kilómetros de su casa de veraneo. En torno a las 4 de la madrugada, su teléfono fue desconectado.
El móvil, un iPhone 6 de color blanco, fue localizado por un mariscador cerca del puerto de Taragoña el pasado 27 de octubre, nueve semanas después de la desaparición. En un primer momento, se pensó que había sido destruido. Aunque todo apunta a que lo lanzaron al agua desde el muelle. La Guardia Civil ya ha iniciado la recuperación del dispositivo con el objetivo de extraer toda la información posible.
Giro radical
Aunque el teléfono sea una línea de investigación fundamental, no es la única. El testimonio de dos pescadores que trabajaron en la madrugada de aquel lunes cerca del muelle de Taragoña ha sido imprescindible para darle un impulso a la investigación. Declararon haber visto a una joven, guapa y con una melena característica (como la de Diana) aquella madrugada. Apareció acompañada de tres hombres y se quedó con un cuarto, que la Guardia Civil trata de identificar.
Esa compañía despertó el recelo de los pescadores. Les llamó la atención la diferencia de edad y "el mal aspecto" de ese desconocido, que ya se ha convertido en el principal sospechoso. La intervención de estos dos testigos aporta algo de luz en la penumbra que existía en el caso. Al parecer, presenciaron una discusión verbal entre el hombre y la joven que en ningún caso, tal y como manifestaron, se convirtió en algo violento. Antes de esa pelea, la desaparecida parecía estar manteniendo una conversación normal. Precisamente, esa información ha permitido a los investigadores descartar la idea de que el móvil fuera lanzado desde el puente de Taragoña de forma repentina. Sino que tuvo que arrojarse al agua desde el muelle después de esa pelea.
Dos coches y 200 personas
Al menos dos vehículos intervinieron esa madrugada en el transporte de la chica. Llegó al muelle en un utilitario blanco acompañada de otras tres personas. Y se cambió a un coche más grande, tipo autocaravana. En ese mismo coche estuvo esperándola durante más de una hora, según los testigos, el hombre de mal aspecto.
Lo que pasó después de esa pelea es todavía una incógnita. Los investigadores siguen atando cabos para reconstruir los movimientos que pudo hacer la chica. Aunque el caso parece haber tomado un rumbo más claro todavía quedan muchas preguntas por resolver. ¿Salió de forma voluntaria de A Pobra do Caramiñal? ¿Conocía de antemano a esos hombres? ¿Qué pasó en esa discusión? ¿Dónde la llevaron después? Para responder a todas esas preguntas, la Guardia Civil ya ha tomado declaración a más de 200 personas que pudieron tener relación con Diana.