Siempre ha sido descrito con aires chulescos, fruto quizá de haber sido el líder y la voz de uno de los grupos más gamberros y descarados del panorama español, Los Ronaldos. Con ellos cantaba a un padre para despedirse y pedirle dinero. Fue un rockero precoz que también echaba en cara que nadie quería a un individuo porque era un 'Idiota'. Han pasado muchos años desde Los Ronaldos, y a él tampoco le apetece demasiado hablar de su pasado.
Coque Malla ha hablado con altavoz como uno de los miembros del cartel del 20 aniversario del festival Sonorama y como músico que trata siempre de sacar todo lo que lleva dentro. Bueno, todo menos algunas cosas que tiene que guardarse para sí. Tiene un tema predilecto, el que cada vez que llega durante sus shows grita: "¡Bien!". Aquel en el que canta que todo lo que no quiere contar está en 'La carta'.
Tiene las dotes artísticas en las venas, ya que es hijo de actores con muchas tablas -Gerardo Malla y Amparo Valle-. Con la última tiene una versión que pone la piel de gallina a quien la escucha. El madrileño de característico sombrero no solo se conforma con los acordes, ha hecho más de una decena de películas. Para Malla la música española está en un momento especialmente bueno y en sus letras suele hablar de sí mismo, aunque hay una que le costó especialmente, aquella que habla de la situación de la sociedad.
Coque Malla estará en el 20 aniversario del Sonorama, que lo celebrará solo con músicos nacionales. ¿La música española está en un buen momento?
Yo creo que la música española sí está en un buen momento. No tengo la sensación de que realmente haya pasado por un malísimo momento nunca. Yo creo que es un país muy pequeño y con una cantidad de talento y de gente inquieta que quiere hacer cosas increíbles. Eso a veces hace que seamos muchos para poco territorio y para poco público. Pero desde el punto de vista creativo, España es un país que hierve y siempre ha hervido. Yo creo que ahora es un momento especialmente bueno.
Comenzó con Los Ronaldos, allá por 1987 y en el que se recuerda especialmente el tema 'No puedo vivir sin ti'. Con letras descaradas cantaban 'Adiós papá' o 'Idiota'. ¿A quiénes os dirigíais entonces?
Hace mucho ya de eso, ya no me acuerdo (ríe). Cantábamos. Cantábamos lo que sentíamos, no teníamos consciencia de dirigirnos hacía ningún sitio, ningún público… Uno cuando hace canciones no piensa en ‘voy a cantarle a este sector de la sociedad’. Uno canta lo que siente y de repente hay un sector de la sociedad que se siente más identificado. Pero tú no lo eliges a priori.
No tiene exactamente lo mismo dentro un chaval de 20 años que uno de 40 (...) Pero nunca he dejado de sacar todo lo que tengo dentro"
Da la sensación de que las letras actuales son más sentidas o con más trasfondo que cuando existía el grupo. ¿Coque Malla tuvo que escribir solo para sacar todo lo que tenía dentro?
No lo creo. Creo que cuando escribía con Los Ronaldos también sacaba todo lo que tenía dentro. Lo que ocurre es que tenía otras cosas dentro. No tiene exactamente lo mismo dentro un chaval de 20 años que uno de 40. Sobre todo no tiene la misma perspectiva de esas cosas que tiene dentro. Pero de todas formas esas cosas varían muy poco. Yo creo que tenemos cuatro cosas dentro sobre las que basamos toda nuestra obra. Los que nos dedicamos a hacer canciones, a hacer películas o a hacer novelas.
Lo que va cambiando con el paso del tiempo es cómo asumes esas cosas, el punto de vista sobre ellas. Pero nunca he dejado de escribir de lo que tengo dentro, ni cuando estaba en Los Ronaldos ni ahora. Nunca he dejado de sacar todo lo que tengo dentro. Bueno, todo todo, tampoco… Alguna cosa te la guardas para ti.
¿Y alguien os dijo que teníais que ser esos chicos malos?
No, nadie nos dijo eso. Pero estamos hablando mucho de Los Ronaldos, ¿no?
Es una de las razones por las que se te describe con un carácter rebelde, ¿hay algo que haga llorar a Coque Malla?
Yo lloro muy poco. No lloro nunca. Aquí no hay guapo que me haga llorar (ríe).
Y la gira de este 2017 se llama 'Santo Tour'. ¿Coque Malla tiene algo de santo?
¿Qué es un santo? No, no soy un santo, desde luego que no. No puedo hacer milagros.
Enrique Bunbury canta 'Al final'; M Clan 'Para no ver el final'; entre tus letras se lee: "Tuve que decir adiós...". ¿Le preocupa que pueda llegar el final?
No, no me preocupa. Es un recurso muy poético y muy bonito y el final es una idea poética. Yo creo que ni Enrique [Bunbury] ni Carlos Tarque ni yo estamos pensando realmente en que se acabe el mundo. Es una idea simbólica y poética que da mucho juego. Sobre esa idea se pueden crear letras muy hermosas. Yo creo que ni a Enrique ni a Carlos ni a mí nos preocupa mucho. No sé, ¿eh? Pero les conozco un poco y no creo que estén preocupados.
¿Qué es un santo? No, no soy un santo, desde luego que no. No puedo hacer milagros"
Hace un año se publicó su último trabajo: 'El último hombre en la Tierra' (2016). Viendo el panorama actual, ¿quién sobrevivirá a esta situación política?
Pues no lo sé la verdad, nunca me lo había planteado. Yo creo que mucha gente, ¿no? Porque mucha gente ha elegido esta política. La gente vota cada cuatro años y elige libremente y la situación política que tenemos es la que ha elegido una mayoría grandísima. Tampoco estamos en una situación que esté impuesta o que esté acabando con nosotros por cuestiones externas. Es algo que hemos elegido nosotros y si lo hemos elegido nosotros creo que sobreviviremos perfectamente.
Tiene un tema que dice: "Santo, santo, haz milagros" (2016). ¿Coque Malla cree en los milagros?
Quizá en el sentido de vista poético no pueda creer. Depende de qué esté hablando uno cuando habla de milagros. Creo en las cosas increíbles que ocurren. La vida da giros hermosos a veces, terroríficos otras… Pero en los milagros así religiosos… no, no… soy bastante ateo, la verdad.
Ese mismo tema es un grito a todo aquello en lo que, si existiera un dios, se habría ocupado. Se declara "bastante ateo". ¿Dónde está Dios?
Pregúntaselo a él. Tengo el teléfono de su agente, si lo quieres.
En 'Todo el mundo arde' (2016) canta "Todos hablan de un cambio inmediato, nadie pensaba en el cambio interior". ¿Actualmente nos preocupamos por enriquecernos interiormente o nos quedamos en el exterior?
Creo que hacemos lo que podemos.
¿Y cree que actualmente existen rockeros como los de antes?
No, existen rockeros como los de ahora. Si son mejores o peores que los de antes, bueno, es un debate complejo y largo. Sí que hay rockeros, eso es evidente. Hay gente haciendo rock and roll, pero son rockeros de ahora.
Es la pregunta que nos hacemos todos: ¿quiénes somos? Me parece absolutamente imposible contestártela"
Tus letras son reflexiones sobre ti mismo y lo que sientes, pero, ¿crees que actualmente las letras reciben el valor que merecen?
Yo creo que sí, que todo el que escribe letras lo valora mientras lo hace. Otra cosa es lo que cada uno considere que es una buena letra. No creo que el que se ponga a escribir letras diga 'esto no tiene ningún valor, voy a escribir cualquier cosa'. Que tenga más o menos talento para escribir una letra es otra cosa, pero todo el que escribe valora su trabajo.
El 28 de marzo compartiste un post en tu perfil de Instagram en el que se leía: "En el aire flotará lo que soy (...) Quién sabe lo que seré a partir de ahora". ¿Quién es Coque Malla a día de hoy?
Uf… Es una pregunta demasiado grande. Creo que es la pregunta. Es la pregunta que nos hacemos todos: ¿quiénes somos? Me parece absolutamente imposible contestártela en un minuto, en una entrevista.
¿Y hay diferencias entre aquel chico que empezó y el de ahora?
Supongo que muchas y ninguna. En algunos aspectos muchas diferencias. Ha pasado mucho tiempo, muchas experiencias y una muy buena parte de mi espíritu, de lo que yo soy como músico, sigo siendo exactamente lo mismo. Soy una persona que necesita hacer canciones, que necesita tocarlas con compañeros, con músicos… Una persona que necesita grabarlas, enseñárselas al público y luego interpretarlas en directo.
Eso es el 80% de mi vida y sigue siendo igual desde que tenía 15 años hasta ahora que tengo 47. No ha cambiado un ápice. Es muy esquemático, pero insisto, es el 80% de mi vida y hay una parte muy grande en la que soy exactamente lo mismo.
Defines 'Termonuclear' (2010) como nueve canciones complejas. ¿Sobre qué tema te ha costado más escribir?
Seguramente una de las canciones que más me ha costado escribir es 'Cambio interior'. Es una canción que no habla de mí, que es algo que suelo hacer, escribir de mí mismo. Mirar dentro y sacarlo fuera en forma de canción. En 'Cambio interior' no, en este tema hacía un análisis de distintos sectores de la sociedad, aunque suene una frase muy pedante y rimbombante, pero bueno, no se me ocurre otra forma de explicarlo… Eso tiene una métrica, unas matemáticas que están implícitas cuando uno escribe una canción. Poner todo eso a funcionar como un reloj, cuesta mucho y esa me costó.
"Me encantaba no pensar qué decir o qué hacer" ('El último hombre en la Tierra', 2016). ¿La fama permite que eso sea posible?
Qué compleja pregunta. No, yo creo que no. La fama ni permite ni deja hacer nada. La fama es una cosa bastante vacía, es un artefacto inútil y vacío. No sirve para nada. No tiene ningún valor en toda la ecuación.
El éxito de tu trabajo es otra cosa, eso sí que es algo más complejo, más hermoso. Tu trabajo en sí mismo sí, pero ir por la calle y que te conozca la gente… no sirve para nada.
Acabé en el mismo ascensor que Keith Richards y que Bob Dylan gracias a Miguel Bosé, en la Expo del 92"
En una entrevista comentaste que una vez compartiste ascensor con Keith Richards y Bob Dylan... ¿Cómo llega uno a compartir ascensor con dos leyendas?
Sí es cierto. Pues acabé en el mismo ascensor que Keith Richards y que Bob Dylan gracias a Miguel Bosé, que se portó estupendamente. Yo le llamé, él estaba preparando un concierto y yo le eché mucha cara, era muy joven y muy descarado, pero sobre todo era muy muy fan y sigo siéndolo de Keith Richards.
Al saber que Miguel Bosé estaba involucrado en ese concierto, era un concierto en Sevilla con motivo de la Expo 92, al que asistieron Richards, Dylan y más músicos ilustres entre los que estaba el propio Miguel Bosé, pues le llamé y le dije lo especial que era para mí Richards y él muy amablemente y generosamente me metió dentro. Así se produjo. Nos metimos en el ascensor y subimos a los camerinos Miguel Bosé, Keith Richards, Bob Dylan y yo.
Dio un concierto en la cárcel. ¿Cómo es actuar en un sitio así?
Bueno, hay una parte muy triste, terrorífica. Sobre todo en el momento en el que después de haber estado charlando con gente, bueno, aparentemente normal, educada, cariñosa y atenta que cuidan de ti mientras estás allí, tú te vas y ellos se quedan. Es una parte muy dura. Hay una parte gratificante porque les haces feliz durante un rato. Porque es gente que independientemente de lo que hayan hecho, lo están pasando fatal, porque están pasando una situación terrorífica. Uno no se plantea lo que habrán hecho o dejado de hacer cuando están allí. Tiene una parte gratificante y una parte muy triste.
Has crecido con unos padres con muchas tablas y uno de los temas que más emociona es 'La carta', junto a tu madre Amparo Valle. Mezcla de interpretación, música y emoción. ¿Qué te viene a la cabeza cuando te preguntan por ese tema?
Me vienen a la cabeza muchas cosas. Es una de mis canciones favoritas, desde luego. Es de esos momentos del show en el que estás avanzando en el repertorio y de repente llega 'La carta' y dices: "¡Bien! Ha llegado un momento poderoso". Es uno de los momentos más potentes del espectáculo sin duda. Tocarla es apasionante, es como meterse en un tornado y que te lleve el tornado.
No es una canción que llevas tú, la canción te lleva a ti. Es de esos temas que tienen esa fuerza. Tú aprietas el primer botón y a partir de ahí la canción te lleva a ti. Es una de las canciones fundamentales en mi carrera en solitario.