Carles Puigdemont busca afanosamente una mediación internacional, una personalidad de relevancia que ampare los pasos efectuados hasta ahora por la Generalitat en su plan secesionista. El nombre de David Cameron circula en estas horas por la Generalitat. Alguien telefoneó al "president" antes de la sesión parlamentaria que proclamó una independencia sui generis, en estado latente y sin traducción jurídica.
Cameron es un dirigente político desarbolado por el descrédito tras promover el fatídico referéndum sobre el Brexit que ha sumido al Reino Unido y a Europa en una fase de turbulencias sin salida fácil. Más de medio centenar de espontáneos se han ofrecido tanto a Moncloa como a la Generalitat para asumir esta función. Puigdemont sigue buscando, en un movimiento sin sentido, alguna coartada internacional que nunca llega.
El Gobierno central jamás se ha planteado esta posibilidad de arbitraje internacional, un recurso propio de diferendos entre dos Estados, lo que no es el caso.