Febrero suele ser un mes movido en el mercado editorial, pero este 2016 hay un desembarco especialmente vistoso, desde la novela hasta el ensayo literario: novedades, reediciones y recuperaciones. Tan sólo en lo que a ficción escrita en castellano respecta, hay que destacar La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco, y No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles, de Patricio Pron, dos autores en las antípodas. El primero da un paso al frente y se la juega con segunda novela; en el caso de Pron, el rosarino ofrece a los lectores una entrega más de la que es no sólo su obsesión literaria sino la sustancia de su pensamiento novelístico: la historia, el tiempo, como parentesco. Vamos por partes, porque ambos libros merecen atención, por razones distintas.
Tras el enorme éxito que obtuvo el extremeño Jesús Carrasco con Intemperie, su primera novela, el escritor vuelve al panorama narrativo con La tierra que pisamos (Seix-Barral), una especie de reflexión sobre la relación política y personal con la tierra como espacio de identidad y pertenencia, pero también como metáfora. Carrasco lo hace través del personaje Eva Holman, quien tendrá que luchar y preservar su lugar en un mundo ante la llegada de un hombre que trastocará su vida por completo. Todo ocurre en un siglo extinto: el XX, durante el cual España es anexionada a un inmenso imperio europeo y Extremadura se ha convertido en el lugar de las élites militares. Descrito por sus editores como una mezcla entre Miguel Delibes y Cormac McCarthy, Carrasco acaparó la atención con una novela que alcanzó en España los 80.000 ejemplares vendidos, y ahora se ve llamado a refrendar su éxito con esta nueva entrega. La tierra que pisamos puede ser su paso en falso o el libro que sujete su obra con gesto firme.
Pron va y viene en el tiempo y lo hace para ofrecer al lector la oportunidad de pensar qué es literatura
En el caso de Patricio Pron (Rosario, 1975), el asunto es completamente al revés. Pron no tiene que sorprender, tiene que profundizar. Conocido por sus elogiados libros El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, y sus dos últimos títulos: Nosotros caminamos en sueños (Mondadori) y el ensayo El libro Tachado (Turner), regresa ahora con No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Literatura Random House), que estará a la venta a partir del próximo jueves 18 de febrero. Pron, que amasa tantas simpatías literarias –sus libros han sido elogiados unánimemente- como antipatías -sus opiniones fulminantes algo tendrán que ver- , explora en No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Literatura Random House) temas que ya ha explorado en libros anteriores y en los que decide avanzar todavía más: la Historia y la culpa como lazos entre generaciones y los sucesos como una especie de herencia que condiciona a quienes la reciben pero también a quienes la entregan. La novela está escrita a la manera de un enorme rompecabezas, compuesto por ocho libros que giran todos alrededor del Congreso de Escritores Fascistas Europeos celebrado en Pinerolo, en abril de 1945. A lo largo del libro, Pron va y viene en el tiempo –llega hasta la Italia del 2014, sacudida por protestas sociales- y lo hace para ofrecer al lector la oportunidad de pensar qué es literatura, cómo se explica nuestro época y cómo el paso del tiempo puede llegar a cambiar nuestras vidas.
Tres libros cambian de registro. Y aunque merecen una larga y trabajada reseña cada uno, no es posible dejarlos fuera en este órdago de invierno en las novedades literarias. Con motivo del centenario del nacimiento de la escritora Natalia Ginzburg, el sello lumen recupera Léxico familiar, la narración autobiográfica de los recuerdos de infancia y juventud de la escritora, capturados en retazos de conversaciones, en frases familiares e íntimas o en las charlas que los intelectuales del Turín de los años treinta, mientras comienza a alzarse el fantasma del fascismo. Lumen también recupera la que muchos han calificado como la mejor novela de Natalia Ginzburg, Todos nuestros ayeres, en cuyas páginas la autora recorre un tramo de la historia europea a través de la mirada de Anna, una apocada niña que vive en un pueblo del norte de Italia en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Anna nunca habla, pero observa y escucha todo. Justamente por eso ella se convierte en los ojos y oídos del lector. Sin embargo, el libro más hermoso de todos, el más urgente y luminoso son sus ensayos, publicados por primera vez en español.
Reunidos bajo el título Las tareas de la casa y otros relatos, Ginzburg retrata un mundo, imprimiéndolo en estampas mínimas. Desde el cubo de hielo en el vaso de agua de un psicoanalista en la Roma de la posguerra, pasando por el significado de las casas con jardines, la carta que Emili Dickynson escribió a un mundo que nunca le respondió o la conmovedora pregunta sobre la muerte de la novela a través de su afirmación total con Cien años de soledad. Estos ensayos alumbran, propician el llanto y el entendimiento, empujan a quien lee a un territorio de lo breve y lo íntimo, dan pistas de la mujer que es Ginzburg en cada una de sus novelas.