“El sistema de pensiones en España constituye el más potente recurso público del sistema de bienestar social”. Así reza el ‘Observatorio Social de las Personas Mayores’ elaborado por CCOO. Según el sindicato, una muestra de la solidez del sistema es la tasa de reemplazo de las pensiones en 2015, que aseguraba, de media, una prestación igual al 90% del último salario. En cambio, la tasa europea no llega al 60%. Esta “fortaleza” que describe CCOO es para algunos una de las grandes lacras de un sistema en déficit que requiere un descenso de las prestaciones para poder sobrevivir en el futuro.
Y es que hay expertos de la comunidad económica que sostienen que, más allá de las medidas que hay que tomar para mejorar los ingresos y reducir los gastos del sistema a largo plazo, hay que recortar las prestaciones actuales entre un 1% y un 2% durante al menos una década. Sólo así podrán ir acompasándose, según explican, los ingresos por cotizaciones al nivel de gasto del sistema. Una medida tremendamente dura y difícil de asumir por unos partidos que no tienen asegurada la confianza de los ciudadanos en las urnas.
Una medida así permitiría que la tasa de reemplazo o sustitución, que indica la cantidad que cobra una persona cuando se jubila en comparación con el último sueldo que percibía cuando trabajaba, se acercara a la media de la UE28. Aunque, tal y como recuerda CCOO, también hay que tener en cuenta que los niveles salariales en España son comparativamente más bajos a los de otros países del entorno europeo. Esta elevada tasa de sustitución en España es lo que hace que los españoles confíen plenamente en su pensión pública para mantener el nivel de vida en el futuro y se preparen menos para la jubilación.
La tasa de sustitución en España es similar entre hombres y mujeres, algo que no ocurre en otros países de la UE
Eso sí, esta tasa de reemplazo es similar en hombres y mujeres, algo que no ocurre en otros países vecinos. Sin embargo, esto no implica que las cuantías de las pensiones sean las mismas, ya que los salarios y periodos de cotización de las mujeres son históricamente más bajos. Además, las mujeres perciben menos pensiones contributivas de jubilación que los hombres, así que las diferencias de género se ven mejor al analizar de forma más concreta los tipos de prestaciones y las cuantías.
Aunque el Ministerio de Empleo ya ha publicado las cifras de pensiones del mes de septiembre, el observatorio de CCOO se realizó con los datos de mayo, así que de ahora en adelante nos ceñiremos a esas cifras. Ese mes, en España había más de 3,3 millones de hombres de 65 o más años percibiendo una prestación contributiva por jubilación y solo 1,3 millones de mujeres. En cambio, había muchas más mujeres percibiendo una pensión de viudedad: 1,8 millones frente a 130.000 hombres. Además, había cerca de 200.000 personas de 65 o más con prestaciones no contributivas de jubilación y 58.000 beneficiarias de prestaciones no contributivas de invalidez. La mayor parte de ellas, mujeres.
Estas diferencias se notan en las prestaciones. Las prestaciones de jubilación son las más cuantiosas y las que arrojan más diferencias entre hombres y mujeres. La pensión medida de los hombres superaba los 1.200 euros en mayo, mientras que la de la mujer se quedaba en 750 euros. En cambio, en el caso de las pensiones de viudedad y favor de familiares son las mujeres las que perciben prestaciones más elevadas.
De hecho, un análisis más profundo de la pensiones de jubilación permite afirmar que el 30,6% de las mujeres pensionistas percibe prestaciones de entre 600 y 655 euros al mes y un 37,3% se queda por debajo de los 600 euros. En cambio, la mayor parte de los hombres tienen pensiones de más de 700 euros. También llama la atención el porcentaje de hombres que llegan a la pensión máxima: el 8,4% del total, frente al 2,3% de las mujeres.
A pesar de lo elevada que es la tasa de sustitución en España, también es importante señalar que una de cada cuatro pensiones contributivas de jubilación se tiene que complementar para alcanzar la pensión mínima. Esto se hace a través de los complementos a mínimos. Según el observatorio de CCOO, en julio del año 2015 existían 1,4 millones de pensiones de jubilación con este tipo de complementos y 768.000 pensiones de viudedad. Y las mujeres eran las principales perceptoras de este tipo de complementos.
Las pensiones medias también varían mucho en función de la comunidad autónoma, sobre todo cuando se habla de prestaciones de jubilación. Esto se debe a las diferencias en la calidad del empleo. Por ejemplo, la pensión contributiva por jubilación en el País Vasco es la más alta del Estado y rozó los 1.300 euros en mayo. Asturias, Madrid y Navarra también tienen pensiones altas. En cambio, en Extremadura la pensión quedó en 860 euros en ese mismo mes.
En el observatorio se analiza también las últimas revalorizaciones que se han hecho de las prestaciones, sobre todo desde la entrada en vigor de la última reforma del PP, que introducía un nuevo índice con un mínimo del 0,25% y un máximo del 0,50% más la inflación. En 2014, 2015 y 2016 se han revalorizado lo mínimo, de forma que no se ha podido compensar la pérdida de poder adquisitivo producida con las congelaciones de 2010 y 2012. Según el sindicato, desde que comentó la crisis las pensiones públicas acumulan una pérdida de poder adquisitivo del 1,1%.
Hay que hacer reformas
En este contexto, el sindicato índice una vez más en la relevancia de considerar la situación financiera de la Seguridad Social para abordar primero el desfase coyuntural provocado por la crisis, y después el reto estructural que supone el envejecimiento de la población. Y es que las pensiones más bajas se irán dando de baja en el sistema y serán sustituidas por prestaciones más altas cuando se empiece a jubilar la generación del baby boom. Dentro de pocas décadas el sistema pasará de tener 9 millones de pensionistas a tener 15,2 millones, mientras disminuye progresivamente la tasa de actividad y, por tanto, la población activa.
Para el sindicato, la creación de empleo, el aumento de la tasa de actividad femenina, la mejora de la productividad, el aumento de los salarios y la inmigración representan “oportunidades de futuro” para impulsar los ingresos del sistema, puesto que garantizar la sostenibilidad del mismo será “crucial” tras el fracaso de las dos últimas reformas. Sobre todo la del año 2013, que fue impuesta unilateralmente y que solo pretendía recortar el gasto del sistema sin preocuparse del problema de ingresos ni de su sostenibilidad en el futuro.