El vino está unido indeleblemente a la tierra donde nace, donde la vid ha ido creando a lo largo de los años un vínculo duradero. Asociamos cada tipo de uva con una tonalidad, un aroma, un sabor... E incluso hemos llegado a identificar a los caldos con determinadas clases de comida: los vinos blancos y el pescado, los vinos tintos y la carne, los espumosos y los postres. E incluso entre los vinos tintos, por ejemplo, se tiende a vincular ciertas categorías con distintos tipos de cocina, como la caza.Pero reducir el vino y sus posibilidades a esta síntesis de sabores sería limitar demasiado las posibilidades de maridaje del vino, cuando la gastronomía se ha convertido en un elemento de conocimiento cultural en todo el mundo. De hecho, se produce la paradoja de que, en un momento en que la gastronomía española cuenta con un prestigio internacional, el conocimiento sobre los vinos españoles en los principales mercados donde se exporta no incluye toda la variedad de marcas que existen ni sus peculiaridades regionales.¿Cómo afrontar el reto de cambiar esta percepción y que se pueda entender el vino como un punto de encuentro con la cocina internacional? Miguel A. Torres, presidente y consejero delegado de Bodegas Torres, explicaba en la última edición del Wine and Culinary International Forum, que “necesitamos el prestigio de la cocina española para vender nuestros vinos; necesitamos que el propio vino se entienda como lo hacemos nosotros, como un producto que se consume con moderación, acompañando a la cocina, para proyectarnos al mundo”.Para la experta británica en enología Sarah Jane Evans MW, “todo habrá cambiado cuando los vinos españoles entren por fin, de forma habitual, en las casas de subastas de vino”, porque significará que habrá inversores dispuestos a pagar un precio por las botellas que desean tener en sus bodegas particulares.Pero más allá de que el impulso a la internacionalización de los vinos españoles mantenga el auge de los caldos, establecer su vinculación con los distintos tipos de cocina con los que puede maridar en cada país ayudaría a dar el empujón definitivo. Josep Roca, de El Celler de Can Roca, considera al vino como un vector creativo esencial en la cocina, como materia prima. Durante su intervención en el Wine and Culinary International Forum recordó cómo en cada plato de su restaurante le inspiraron los componentes aromáticos, la textura, el sabor y hasta el color de algunos vinos y variedades concretas, como el Riesling.El futuro, según los expertos, pasa por maridar los vinos españoles con la cocina asiática, que se encuentra en pleno auge en la actualidad. Encontrar el punto de equilibrio que permita asociar los platos de la variada gastronomía del Extremo Oriente con los vinos españoles ayudaría a este proceso de internacionalización que ya parece imparable.
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El viaje del vino por la cocina internacional
El vino está unido indeleblemente a la tierra donde nace, donde la vid ha ido creando a lo largo de los años un vínculo duradero. Asociamos cada tipo de uva
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