Habrán leído infinidad de artículos sobre la crisis de los 40, incluso la de los 30 años, pero probablemente les resulte más desconocida la crisis de los 25. ¿Se puede tener a los 25 años una gran crisis existencial? Sí, se puede. Has terminado la carrera, quizá también el máster “de especialización” que te va a ayudar a conseguir el trabajo de tus sueños, pero resulta que la vida no te ha sonreído (todavía) como esperabas. No tienes trabajo, no tienes prácticas, vives con tus padres y no sabes qué hacer con tu vida. Esa sensación de miedo al vacío, al precipicio, la tienen y la han tenido miles de jóvenes. Incluso ya ha dado para el guion de una webserie con cierto éxito en Youtube.
Añadamos a esa “crisis” un factor extra: una idea estupenda para montar una startup. Pero, recordemos, no tenemos dinero, no tenemos contactos y no sabemos por dónde empezar. Esa es la historia de Fernando Díaz y Daniel Jadraque, los fundadores de Datary. Se trata de una startup de ámbito puramente tecnológico que facilita el análisis de grandes cantidades de datos sin saber de programación. Su producto es básicamente un buscador big data capaz de importar esa información a una hoja de cálculos sin cerrar el Excel y actualizarla automáticamente a tiempo real.
La iniciativa nació en mayo de 2015 en Tetuan Valley, una de las dos aceleradoras de Campus Madrid. Ahora, a punto de hacer su segundo aniversario, Jadraque ha vuelto al centro de emprendedores de Google a contar su experiencia y a animar a otros estudiantes a montar su startup desde la universidad. La charla es un repaso cronológico a la evolución de Datary y a la de sus fundadores.
Su CEO, Fernando Díaz, estudió ADE, Derecho e Informática; Jadraque es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Este asegura que cuando aterrizaron en Tetuan Valley lo primero que les enseñaron es a hablar en público, “porque ni en el colegio, ni en la universidad lo hacen”. Y esa es precisamente una de las claves que puede determinar el éxito o el fracaso de una startup: saber vender el proyecto, tanto a inversores como a los clientes finales.
“No paguéis por las oficinas”
Tras Tetuan Valley, pasaron una semana en el campamento intensivo de Google Launchpad. De ahí saltaron a SeedRocket, la otra aceleradora que comparte oficina en Campus Madrid. Posteriormente, se mudaron a Berlín, dentro del programa Microsoft Ventures. Y ahora ‘viven’ en la Gran Vía de Madrid, tras entrar en Telefónica Open Future. Este itinerario de aceleradoras les ha servido para aprender varias cosas. Una de ellas es cómo hacer contactos. Jadraque asegura que “es muy fácil tirarle un mail a cualquier persona hoy en día; hay herramientas que te dicen el correo electrónico de quien sea”. Por eso, recomienda a los nuevos emprendedores que “se ofrezcan con amabilidad a ayudar a todo el mundo, porque hasta el director más poderoso puede necesitar un favor tuyo”.
“No firméis nada”
Hablar en público y relacionarse con las personas adecuadas son dos de las claves del éxito de Datary. Pero Daniel añade un consejo más: evitar los gastos innecesarios. “No paguéis por las oficinas”, continúa con su relato. Su startup lleva dos años de aceleradora en aceleradora, sin pagar por utilizar sus instalaciones. “Parece que entre las grandes empresas no eres nadie si no te montas tu propia aceleradora y no hay startups para tanto programa”, advierte. Jadraque critica que algunas empresas tienen programas para startup solo por imagen y a cuyos mentores les falta formación y experiencia.
“Dudas de todo, de tus capacidades, de tu producto, de hasta si al día siguiente va a salir el sol”
En este sentido, alerta de programas que imponen exigentes condiciones a los emprendedores para acceder a ellos: “No firméis nada, no regaléis porcentajes de vuestra empresa porque es lo único que tenéis”. Evitar estas dificultades es, en ocasiones, cuestión de experiencia. El propio Jadraque asegura que “la fase de aprender dura meses”. Y en ese tiempo, “dudas de todo, de tus capacidades, de tu producto, de hasta si al día siguiente va a salir el sol”.
Ese proceso les ha llevado a crecer lento, pero sobre todo seguro. Dos años después de su creación ya son cuatro personas en el equipo. Y aunque no tienen inversores privados detrás, conservan el 100% de las acciones de la empresa. Tampoco se plantean vender. “Me daría mucha pena”, confiesa Daniel en una conversación con Vozpópuli. Ahora están centrados por completo en el crecimiento de la startup, pero ya visualizan otros proyectos complementarios para ampliar su objetivos.