Educación

¿Por qué no imponen las universidades españolas un 'First' de castellano a los extranjeros?

Mientras que el conocimiento del inglés se ha convertido en motivo de descarte en numerosos procesos de selección académicos y empresariales, tanto fuera como dentro del país, para las universidades y compañías españolas, un buen dominio del español por parte de los extranjeros no es un requisito indispensable para acceder a los puestos.

  • Los diplomas de español DELE son títulos oficiales acreditativos del grado de competencia y dominio del idioma español, que otorga el Instituto Cervantes

De poco le sirvió a España la lección que Miguel de Unamuno trató de inculcar en aquel alumnado de los albores del siglo XX. Aunque no existen pruebas científicas sobre la anécdota, de los pasillos de la Universidad de Salamanca trascendió que el escritor y filósofo bilbaíno se encontraba impartiendo una conferencia cuando un discípulo trató de corregir la "incorrecta" pronunciación del nombre de 'Shakespeare' perpetrada por su maestro. Al referirse al Bardo de Avon, Unamuno decidió leerlo tal y como suena en español, por lo que uno de los asistentes intervino en voz alta para subsanar el error que había provocado el bisbiseo de la sala. "Ya que tienen ustedes un gran nivel de inglés, continuaré el resto de la charla en dicho idioma". Y así fue como el profesor se arrancó a retomar la exposición con un perfecto inglés británico, 'incomprehensible' para los burlones asistentes.

Lejos de aprender de aquel escarmiento, los españoles insisten, por un lado, en reírse de aquellos compatriotas que pronuncian mal el inglés y, por otro, en intervenir lo menos posible en la lengua de Shakespeare. Ejemplo de ello es la vuelta al mundo de las redes sociales que dio el 'relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor' emitido por Ana Botella durante la presentación de la candidatura Madrid 2020 ante los 103 miembros del COI o el reciente "pasapalabra" del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando un periodista de la BBC le preguntó en inglés sobre el 'brexit' en una rueda de prensa posterior a la reunión informal que mantuvieron los líderes europeos sin su colega británica, Theresa May, para discutir el futuro de la UE a 27.

Con sello propio

El sentido del ridículo que se apodera de los españoles se suma a que, en la práctica, la mayor parte de la población es incapaz de seguir un discurso en inglés y esto, en un contexto en el cada vez más compañías exigen el conocimiento de este idioma a sus trabajadores, es aprovechado por la empresa educativa para lanzar certificados propios que, previo pago, sirvan para acreditar oficialmente el nivel de cada individuo. La Universidad de Cambridge es una de las pioneras en la difusión de la lengua inglesa. A través de sus diplomas First, Advanced y Proficiency, entre otros, lleva décadas titulando a españoles, un negocio que esta semana ha sumado un fuerte competidor, su vecina Oxford, que ha estrenado en España un examen "adaptado al siglo XXI" sin bolígrafo y sin suspensos, toda una apuesta para ganarse a las nuevas generaciones.

Sin embargo, el nivel que se exige a un español para acceder a un programa de estudios en los países anglosajones no se corresponde con el nivel de español que demuestran algunos alumnos extranjeros en las aulas españolas ni tampoco hay tanta rigidez a la hora de puntuar el idioma de Cervantes en las empresas. "En general, los alumnos que más se esfuerzan por aprender el español son los asiáticos. También he tenido alumnos ingleses y americanos que estaban estudiando másteres o trabajando en grandes empresas y su nivel de español no era muy bueno", dice una traductora y profesora de español que prefiere mantener su nombre en el anonimato.

El inglés, requisito indispensable

"Dicen cosas como 'Mi padre es aburrido' en lugar de 'abogado', 'Cortas el ojo', en vez de el 'ajo', e incluso 'He matado a 100 ciclistas', cuando quieren decir que han montado 100 kilómetros en bici. Suelen equivocarse mucho, pero la gente de su país no se ríe de ellos por eso", comenta. Por otro lado, la profesora reconoce que el contacto con personas de diferentes lugares invita a cuestionarte muchas reglas del idioma "en las que nunca caerías como ¿por qué se dice 'tutéame' y no existe 'ustedéame'?

Sin duda, la lengua internacional que tiene mayor interés en el mundo, y en España, es el inglés"

En este contexto, en el que los idiomas se están convirtiendo en un requisito indispensable para seleccionar profesionales en las corporaciones, las universidades privadas españolas no compiten de una forma agresiva por lanzar certificados que determinen el nivel de español de los extranjeros con sello propio a la altura de las instituciones británicas o estadounidenses o, si compiten, esos títulos no gozan de reconocimiento internacional.

"Sin duda, la lengua internacional que tiene mayor interés en el mundo, y en España, es el inglés. Aunque el español es la segunda lengua internacional más estudiada, las cifras de hablantes extranjeros que se interesan por conocer el inglés o el español son muy distintas y distantes. Si bien las estadísticas difieren de unos organismos y estudios a otros, puede decirse que el inglés lo estudian como segunda lengua o como lengua extranjera más de 1.000 millones de personas en el mundo, frente a menos de 100 millones en el caso del español", explica el presidente de la Comisión para el Análisis y Estudio de la Acreditación y Formación en Idiomas y rector de la Universidad de Alcalá, Fernando Galván.

Promoción del español

Paradójicamente, continúa el también presidente de la comisión sectorial Crue-Sostenibilidad, el número de hablantes que tienen el inglés como lengua materna es inferior al de la población hispanohablante en todo el mundo. "Las universidades españolas sí tienen exámenes de competencia de la lengua española, pues muchas de ellas enseñan español para extranjeros y disponen de sus certificados acreditativos. Existe, además, un sistema de acreditación riguroso de esos diplomas a través de la Asociación de Centros de Lenguas en la Enseñanza Superior (ACLES), que agrupa a un buen número de universidades españolas, destinada a la promoción del aprendizaje y difusión de lenguas en la universidad", aclara.

Las universidades españolas sí tienen exámenes de competencia de la lengua española"

Según Galván, entre las lenguas que se enseñan y cuyo conocimiento se certifica está naturalmente el español para extranjeros. "Crue Universidades Españolas ejerce, junto con ACLES, una labor de difusión y de reconocimiento de la calidad de esos certificados y su acreditación a través de una comisión específica de expertos en la acreditación y formación en idiomas", dice. Sin embargo, agrega que en España el Instituto Cervantes ha desarrollado durante mucho tiempo una labor mejor conocida en el exterior, mediante sus exámenes DELE, que tienen reconocimiento oficial del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. "De modo que los DELE gozan sin duda de mayor reconocimiento y difusión internacional que los certificados o diplomas que dan las universidades españolas", reconoce.

Relaciones internacionales

Cristina Pérez-Guillot, presidenta ACLES, opina que si las universidades españolas exigen un nivel muy alto de español a los alumnos extranjeros que quieran acceder a sus programas, no habría tanta demanda. "Si hacemos un examen difícil y exigimos un nivel muy alto, muchos extranjeros no lo aprobarían y las relaciones internacionales se verían perjudicadas, las aulas no serían tan internacionales. Salvo los italianos, el dominio de nuestro idioma no es muy alto por su parte", asegura. Y revela que la adaptación duele venir muchas veces de los profesionales de la Enseñanza. "Son más los profesores los que se adaptan a ellos a través de, por ejemplo, tutorías amigables. En ellas, aunque la clase sea en español, el profesor se adapta al idioma del alumno para facilitar que siga el temario", explica Pérez-Guillot.

Si exigimos un nivel muy alto, muchos extranjeros no lo aprobarían y las aulas no serían tan internacionales"

Hay razones históricas que podrían explicar, según Galván, las diferencias de los sistemas universitarios de los distintos países y su concepción de la universidad como "negocio" o como "servicio público", pero cree que es una cuestión "ajena" a las lenguas y los certificados o diplomas de competencia de las mismas que llevan a cabo las universidades españolas.

"La existencia de organismos públicos como el Instituto Cervantes en España, el Goethe Institut en Alemania o el Instituto Francés en Francia, pueden también explicar por qué en los países de Europa continental la tradición de los certificados de lenguas no está de modo dominante en manos de las universidades, sino de instituciones gubernamentales o afines, al contrario de lo que ocurre en el Reino Unido", compara. Aunque el British Council tiene también sus propios diplomas y exámenes, apunta el filólogo español nacido en Canarias, estos no son tan conocidos ni gozan del prestigio internacional que tienen los diplomas de la Universidad de Cambridge, por ejemplo.

El peso del Instituto Cervantes

Según Carmen Pastor, subdirectora Académica del Instituto Cervantes, más que alentar la creación de multitud de títulos, "es mucho más útil para el candidato y para las instituciones aunar esfuerzos en unos títulos oficiales reconocibles para todo el mundo y en los que todos invirtamos esfuerzos y recursos". La construcción de pruebas de evaluación válidas, fiables y viables, dice, que sigan estándares de calidad como los exigidos en ALTE o SICELE, es larga y costosa.

La construcción de pruebas de evaluación válidas, fiables y viables es larga y costosa"

"La elaboración de las pruebas, la confección de procesos de gestión, la comprobación del seguimiento de las instrucciones en centros de examen ubicados en todo el mundo, la formación de acreditadores y calificadores, las herramientas de comunicación e información, etc. será cada vez mejor si no dispersamos, sino que unimos esfuerzos en servicios de evaluación justos y accesibles", advierte Pastor.

Sobre el nivel de español que se suele exigir para ingresar a una universidad o empresa en España, Pastor afirma que cada entidad decide el nivel necesario para poder cumplir con las tareas que deberá asumir la persona a la que se le exige un determinado nivel de español. "Una persona no necesitará la misma competencia en el idioma español si su tarea consiste en atender a clientes en una recepción o si ha de afrontar con éxito negociaciones complicadas, tampoco necesitará un mismo nivel si quiere realizar estudios de literatura española o de informática", concluye.

 

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