Barcelona ha dejado de ser una postal. En torno a las 17:00 horas de la tarde una furgoneta Fiat de color blanco con matrícula 7086JWD embestía de forma indiscriminada a los viandantes que se encontraban en el paseo de Las Ramblas y su ocupante huía a pie dejando atrás, al menos, 13 personas muertas y 80 heridas. Cundía el pánico en la Ciudad Condal y una avalancha de personas corría despavorida a refugiarse en el centro comercial Triangle, ubicado en la Plaza de Catalunya.
David Candelera, un joven que trabaja como vendedor en una conocida óptica cuya puerta da a la misma plaza, salía a comprobar si el estruendo que había escuchado minutos antes correspondía a una redada contra los 'manteros' que, según cuenta a Vozpópuli, suelen hacer en la zona de dos a tres veces por semana.
Barcelona se ha volcado por completo. He vivido un popurrí de sensaciones, pero no he tenido miedo. Solo cuando he entregado el material"
"No era ninguna redada. La gente corría y gritaba por todas partes, así que me he acercado a la boca de metro de Plaza Catalunya, justo donde se encuentra el Cafè Zurich, y a cinco metros ya he visualizado la primera víctima", detalla. Lejos de ponerse a salvo -ni siquiera habían llegado los servicios sanitarios y la policía y fuerzas de seguridad aún no se habían desplegado por completo- Candelera ha avanzado hacia la primera herida del camino: una francesa con un traumatismo craneal. Sus nociones como socorrista en Proactiva, ONG dedicada a las tareas de socorrismo y salvamento en la que trabajó cuatro años, le han empujado a actuar y no salir corriendo.
Héroes anónimos
"Lluís, mi compañero de la óptica, es Técnico en Emergencias Sanitarias y ha salido detrás de mí a atender a la gente. Nos hemos separado en el trayecto, él se ha quedado con unas personas y yo con otras", dice el joven, cuyo peregrinaje por el horror de Las Ramblas ha durado en torno a dos horas. "La primera persona a la que he atendido era una señora francesa, su marido era médico, pero al verla así ha entrado en shock, así que me he puesto a ayudarles hasta que hemos conseguido que ella, que había dejado de respirar por un traumatismo craneal, remontara. En cuanto ha remontado ya habían llegado los servicios médicos y les he dejado hacer su trabajo", señala.
Mientras habla con este diario, el joven es incapaz de recordar el número de víctimas a las que ha asistido. Acaba de llegar a casa directo al lavabo, pues tiene toda la ropa manchada de sangre. "Creo que he atendido a seis personas, pero he visto una treintena de heridos a mi alrededor", afirma. "Estoy leyendo ahora que los taxistas han llevado a la gente donde les pedían, pero yo no he tenido esa suerte porque iba con toda la ropa ensangrentada y se asustaban", apunta.
No me considero ningún héroe, si yo soy un héroe, Las Ramblas estaban llenas de ellos. Simplemente he actuado como sé, como cuando trabajé de socorrista"
Además, continúa, como iba andando por el lugar del atentado sin identificar y había tantos nervios, la policía me ha recriminado que no podía ir así, que sin identificación me podía llevar un tiro. "Era caótico, alguno de los policías eran muy jóvenes e, incluso, he tenido que decirle a una agente que se calmara, que actuase como una profesional porque la gente nos necesitaba. "Desde ese momento me ha acompañado durante todo el camino custodiándome", explica.
Ha atendido a varias nacionalidades y ha tenido que dejar de intentar salvar vidas porque, una vez activado el protocolo de catástrofe, no podía estar más tiempo "con quienes ya no iban a sobrivivir": "Había que ayudar a decenas de personas". Además de la agente, ha trabajado codo con codo con otros vecinos, turistas y sanitarios que se encontraban en la zona. "No me considero ningún héroe, si yo soy un héroe, Las Ramblas estaban llenas de ellos. Simplemente he actuado como sé, como cuando trabajé cuatro en Proactiva", reconoce quien está planteándose estudiar Enfermería en la Escuela para Adultos porque ahora "no tengo ningún título".
Barcelona, volcada
El aspirante a enfermero ha ido recopilando material y recursos que le iban facilitando desde las ambulancias. "Sinceramente, hasta que no ha pasado una hora de estar atendiendo gente, no he sido consciente del calibre del atentado. Cuando estaba de socorrista y ocurría alguna desgracia solía concentrarme y no pensar en nada más que en lo que tenía delante. Es lo mismo que he hecho hoy", comenta.
"Barcelona se ha volcado por completo. He vivido un popurrí de sensaciones, pero no he tenido miedo. Solo he tenido miedo cuando al final de Las Ramblas he entregado el material porque ya estaba todo lleno de médicos y sanitarios y estaba totalmente agotado. Había tantos heridos que no me ha dado tiempo a llorar", relata este veinteañero.
La Policía ha acudido de inmediato para pedir al personal y a los clientes que no saliesen hasta nuevo aviso"
Mientras Candelera dejaba atrás la zona de la tragedia y se desplazaba hacia su casa contestando los múltiples whatsapps que había recibido, cientos de personas se encontraban "encerradas" en los negocios y hoteles de la zona. David Forroll, que trabaja en el Hotel España de Barcelona, justo detrás del Liceo, cuenta a Vozpópuli que "la Policía ha acudido de inmediato para pedir al personal y a los clientes que no saliesen hasta nuevo aviso".
Aunque el atentado ha ocurrido en Las Ramblas, ha añadido, "están desalojando la periferia hay mucha Policía secreta". "Los comerciantes han sido obligados a cerrar verjas y negocios y están siguiendo todo por las redes sociales y el canal autonómico", informa. Ambulancias, policías, Mossos, helicópteros... Carolina Álvarez, chilena residente en Barcelona, se encontraba en la Barceloneta en el momento del atentado. "Ha sido horrible, pero un amigo me ha venido a buscar en bicicleta y hoy nadie piensa salir de casa", cuenta.
Barcelona ha despertado este viernes sin conseguir asimilar un atentado que ha paralizado todos los actos públicos y las fiestas que alegraban estos días de verano algunos de sus barrios más populares.