Isabel Bonig ignora los rumores que le apartan ya como próxima candidata del PP a las autonómicas valencianas. Circula el nombre de María José Catalá. La actual líder de los populares valencianos hace caso omiso de unos rumores que empiezan a circular con notable intensidad. "Está tranquila, ella es fuerte", comentaba este jueves una persona de su entorno a la vista del revuelo sobre las diferentes versiones.
Fernando Maíllo, coordinador general del PP, volvió del congreso del PP valenciano, celebrado hace unas semanas, más hastiado y fatigado que del tormento que tuvo que sufrir en Murcia por la escandalera del ya expresidente Pedro Antonio Sánchez. "Lo de la huerta fue un relajo al lado de lo de Valencia", comentan en Génova.
La Comunidad Valenciana, histórico bastión del PP, no tiene arreglo. Años de corrupción, escándalos, líos judiciales, detenciones, pasan factura. El PP provincial de Valencia está intervenido por una Gestora desde hace un año. El PP de la capital, donde Rita Barberá ejercía de gran prima donna durante lustros, ha seguido el mismo camino. Un PP en estado de excepción, controlado por direcciones interinas y teledirigido en forma inconexa desde Madrid. Maíllo no logró que los dos bandos en disputa, Vicente Batoret y Mari Carmen Contelles, alcanzaran un pacto, siquiera temporal. Se suspendió el congreso y hasta nueva orden. La pelea sigue, las puñadas no cesan, se lamentan algunos militantes.
Isabel Bonig ha salido muy perjudicada de todo este proceso. Llegó a la jefatura de la región avalada por su fortaleza, su currículum impoluto y su condición de 'enemiga' de Albert Fabra, el anterior líder en la región. Fabra, que fue presidente de la Comunidad, no gozaba de las simpatías de Dolores de Cospedal, quien apoyó desde el principio a Bonig quizás para sacarlo del puesto. Ese apoyo ha declinado, progresivamente, casi hasta la extinción. "Cospedal ya no quiere saber nada de Valencia, está quemada con lo que allí ocurre", señala un antiguo diputado regional, buen conocedor del terreno.
Rumores e intoxicaciones
El PP valenciano amagaba signos de recuperación. En las generales del 26-D logró rescatar casi cien mil votos perdidos con relación a las del 20-D. "Las cosas iban por el buen camino. Pero el goteo permanente de antiguos casos de corrupción, a su paso por los juzgados, y las disputas internas entre las diferentes familias del PP están arrasando con todo", señala esta fuente. Ya ponen hasta el futuro de Bonig en cuestión.
Lanzan versiones interesadas y rumores sin fundamento contra la actual presidenta regional. Bonig, como ya va siendo tradición, ha perdido apoyos en Madrid. A Fabra, su predecesor, nadie le aguantaba. Bonig empieza a padecer el mismo defecto. Pocos en la cúpula nacional confían en que las cosas se arreglen. "Lo de siempre, nadie en Génova quiere saber nada de lo que pasa en Valencia", dice el concejal de una importante localidad valenciana, desesperado ante el panorama.
Surgen nombres de la nada, como María José Catalá, 35 años, quien fuera portavoz de Fabra y a quien en determinados medios locales se la impulsa ya como posible candidata a las autonómicas. En la dirección nacional apenas se comenta esta teoría, muy impulsada desde un activo sector anti-Bonig, ahora efervescente y militante. La que fuera bautizada como "la Thatcher levantina" ha pisado más callos de los necesarios, según sus rivales, y no ha logrado la necesaria pacificación. Le achacan también su tendencia conservadora en asuntos sociales y políticos, algo que ahora chirría en demasía.
Catalá, dos veces consejera con Fabra y actual número dos del grupo parlamentario, ha intentado permanecer al margen en estas disputas intestinas y sucesorias. Se mueve bien en la trastienda, es fina polemista, marca de cerca a Mónica Oltra ("se ha creído Angelina Jolie", le espetó a la líder de Compromís tras un viaje inopinado a Cisjordania) y no produce rechazo en Génova. "No da la lata, en Madrid cae bien porque no molesta y tiene fama de currante", dice esta fuente.
Bonig hace caso omiso a las habladurías. Una persona de su confianza comentó a este diario que "no se cree nada de lo que se está diciendo". La batalla sucesoria no ha arrancado. Ni siquiera está claro que en Génova estén pensando en relevar a Bonig, tal y como ahora se va difundiendo. Es cierto que Maíllo está harto de la actual situación. Y que Cospedal no quiere saber nada. Y que Rajoy quier resultados en las autonómicas de 2019. Tan sólo la profunda crisis que sacude ahora a Ciudadanos puede lograr el milagro de la recuperación del PP en tan simbólica, clave y tormentosa plaza.