Si hay alguien en España que en los últimos años ha defendido a capa y espada la inocencia de la infanta Cristina, ése ha sido el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach. Un fiscal que ha sido acusado de actuar como abogado defensor de la hermana de Rey hasta la saciedad, en vez de como representante de la acusación pública en nuestro ordenamiento jurídico. Un fiscal que antepuso la inocencia de Cristina de Borbón y Grecia, a la amistad que lo unía antaño con el juez José Castro.
Fueron uña y carne con un objetivo común: desmantelar los vericuetos de la corrupción política en Baleares. Ese fue su nexo de unión durante años y, en gran medida, lo han conseguido. La instrucción del caso Nóos hizo tambalearse hasta a la propia Casa Real, acabando ahora con el expresidente balear, Jaume Matas y el yerno de Juan Carlos I, Iñaki Urdangarín, condenados.
Sin embargo, éste no ha sido un camino de rosas y ha pasado gran factura a uno de sus protagonistas. Mientras la ciudadanía, asqueada de la brutal corrupción que invade a nuestro país, veía con buenos ojos que José Castro, un juez "heroico", decidiera el 22 de diciembre de 2014 enviar al banquillo de los acusados a la infanta -porque todos somos iguales ante la Ley-, criticaba duramente a Horrach por ser un salvavidas para la infanta con los escritos que, semana tras semana, enviaba al titular del Juzgado de Instrucción Número 3 de la Palma. Era un fiscal "cobarde".
Horrach ha obtenido su recompensa, su triunfo. La absolución de Cristina de Borbón y Grecia. La infanta no cometió ningún delito fiscal. Hoy el perdedor es, sin duda, José Castro
Mucho ha llovido desde entonces -dos cambios del fiscal general del Estado, la jubilación del fiscal jefe Anticorrupción Antonio Salinas y un año de desgobierno en España- pero hoy, tras esta sentencia histórica, hay un ganador. Es Pedro Horrach. El mismo fiscal que, tras acabar el juicio del caso Nóos, anunció a su círculo más íntimo que dejaba el Ministerio Público por un tiempo porque la tensión vivida, y sufrida, había sido de tal magnitud que no merecía la pena seguir en Anticorrupción.
El refranero español dice que 'la cara es el espejo del alma' y quienes vieron de cerca el rostro de Horrach el día que arrancó el juicio de Nóos en enero de 2016 en Palma de Mallorca saben que estaba "al límite". Visiblemente mareado, con el pulso tembloroso y la voz quebrada, intervino en el juicio entre rumores de que había sufrido un desmayo. El agotamiento físico y mental tras esta batalla jurídica fue tal que Horrach quiso irse de Anticorrupción en cuanto acabó la vista oral, dejando en manos de la Fiscalía del Supremo el posible recurso de la sentencia del caso Nóos. Sus superiores le dijeron que no. Pedro Horrach acató órdenes y, lo más probable es que finalmente tenga que ser él quien redacte dicho recurso de casación.
Si embargo, este viernes ha obtenido su recompensa, su triunfo. La absolución de Cristina de Borbón y Grecia. La infanta no cometió ningún delito fiscal. Tan sólo se benefició del dinero ilícito manejado por su marido Iñaki Urdangarin. Hoy el perdedor es, sin duda, José Castro.