Entre los deportes de riesgo extremo, puenting, escalada, surf, etc. habría que catalogar uno nuevo, quizás el más peligroso de todos: “un catalán votando”. Nadie que conozca Cataluña puede comprender que tan buena gente tenga tan pésimos representantes.
Es el síndrome del pihippy, del burgués antisistema, del millonario de izquierdas que ha hecho su fortuna con prebendas públicas obtenidas precisamente por ese izquierdismo. No hace falta dar nombres, todos sabemos, por ejemplo, quiénes, con ese perfil, controlan los medios de comunicación de Cataluña y algunas cadenas de televisión nacionales.
Es muy cool pasear por el Círculo Ecuestre o por el Real (?) Club de Polo, quejándose de Madrit, soñando con una Cataluña libre, Arcadia feliz, por fin liberada de la rémora de España, su sanguijuela eterna, la tenia que impide su desarrollo.
Así una burguesía que debe su riqueza a la existencia de un arancel que ha protegido siempre sus productos a costa de encarecerlos en el mercado nacional en perjuicio de otras regiones, por ejemplo Valencia, que hubieran prosperado muchísimo más en un marco de libre cambio con el exterior, ha presumido constantemente de que han sido sólo su esfuerzo y su gran habilidad empresarial los creadores del tejido industrial catalán. Son sólo Cataluña y los catalanes los responsables de que exista esa riqueza en esa región.
Es muy 'cool' pasear por el Círculo Ecuestre o por el Real (?) Club de Polo, quejándose de Madrit, soñando con una Cataluña libre, Arcadia feliz, por fin liberada de la rémora de España"
Todos sabemos que SEAT, por ejemplo, es una empresa creada por catalanes exclusivamente que, con su laboriosidad e ingenio, inventaron el automóvil, que la Barcelona Traction and Power fue la inventora de la electricidad y el modelo de todas las compañías eléctricas del mundo, sobre todo por su seriedad financiera, porque las finanzas catalanas siempre han sido ejemplares, el ejemplo a seguir por todos los sistemas financieros desarrollados, que ven con admiración los ejemplos de Banca Catalana, de Caixa Catalunya y de la existencia de la propia Bolsa de Barcelona, otro caso de envidia de Madrit, culpable de la desaparición del ejemplar Mercado Libre de Valores de Barcelona cuyas estafas y quiebra final debieron ser seguramente obra de no catalanes infiltrados. Y da igual que autores tan poco sospechosos de anticatalanismo como Vicens Vives o Jordi Nadal, de quien tuve el honor de ser alumno, sostengan lo contrario, eso no es cool, mejor olvidarlo.
Porque si hace falta mentir y cambiar la historia pues se hace: el reino de Aragón no existió, Casanovas fue un patriota catalán ejecutado por Blas de Lezo, lo que supuso que Cataluña perdiera su independencia en 1714, Franco conquistó Cataluña a sangre y fuego y los patriotas catalanes la defendieron bravamente hasta el último momento y luego se mostraron como antifranquistas irredentos durante cuarenta años, etc.
El problema es que en la realidad esa burguesía dominante nunca ha sido tan brava, los bravos en Cataluña, desde el Noi del Sucre hasta Durruti, han sido los anarquistas, desde el XIX una fuerza muy importante en esa región, primero de forma revolucionaria, hasta que un imperialista español, jerezano, acabó con ellos entre aplausos, hoy también negados, de esa burguesía; posteriormente consiguiendo batir en toda la línea a las fuerzas regulares del ejercito español en julio de 1936, mérito que les fue reconocido con su exterminio posterior por los comunistas, porque Stalin les tenía el mismo cariño que a los burgueses, quienes a su vez, visto lo visto, empezaron a pensar que igual se habían equivocado de bando en la guerra, lo que permitió por ejemplo que Yagüe entrase en Barcelona desfilando por la Diagonal, sin un tiro ni de paqueo.
Y volverá a pasar lo de siempre: la ilegalidad será derrotada en el juego democrático, pero los anarquistas se lanzarán a la conquista de la calle"
Pero ya sabemos que todo eso es mentira, propaganda españolista, una vez más esa burguesía reincide en su absurda querencia y se apoya en los actuales antisistema, les sigue el juego, es cómplice con ellos de todas las ilegalidades habidas y por haber y vuelve a ser su cautiva, en una especie de síndrome de Estocolmo inexplicable porque, ¿de verdad alguien con un mínimo sentido común cree en la viabilidad de una nación independiente catalana regida por los políticos que están ciscándose en todos los principios democráticos y ensuciando con su presencia todas sus instituciones? ¿De verdad se sienten representados por ellos?
Y volverá a pasar lo de siempre: la ilegalidad será derrotada en el juego democrático, pero los anarquistas se lanzarán a la conquista de la calle, viviremos jornadas de fuego y sangre, que nadie lo dude, una horda que deja arrasadas las Ramblas cuando celebra un título de liga del Barcelona incendiará algo más que contenedores de basura, para, finalmente, tras algunos centenares de muertos, asistir a otro desfile triunfal por la Diagonal entre ovaciones. Y vuelta a empezar en ese trágico bucle que es la verdadera historia catalana, la que ni se cuenta ni se explica y por eso estamos condenados a repetirla.
*Joaquín Osuna Costa es agente de Cambio y Bolsa y Notario